El Aloe Plus Lanzarote Conejero había llegado a la final de la Fase de Ascenso de la Liga EBA tras derrotar al CB Aridane, segundo clasificado de la liga regular y ahora se tenía que enfrentar al campeón de la fase regular y organizador de la fase, el CBA.
No iba a ser fácil el partido. Jugar de tú a tú era un error porque a nadie se le esconde la calidad que tienen los jugadores individuales, por eso había que hacer lo que venían haciendo hasta ahora, jugar como equipo.
Los grancanarios comenzaron muy bien, tapando al jugador referencia en ataque del cuadro naranja, a Cándido Matoso. Eso perjudicó al equipo lanzaroteño que no podía casi contar con uno de sus pilares fundamentales. Si a eso le sumamos los nervios de los primeros instantes del choque y un bullicioso pabellón que animaba a los dos equipos (más al de casa, lógicamente), hacía que fuera un encuentro al que aclimatarse pronto.
Sin posibilidad de jugar por dentro, con numerosos fallos en contragolpes y con una defensa muy bien situada, el ataque de los de Iván Fernández pasaba por cambiar y buscar el juego exterior en donde los lanzaroteños estaban mucho menos vigilados.
Apareció la figura de Raúl Rodríguez para conseguir dos triples y mantener a su equipo en el partido, mientras que los "académicos" seguían fuertes en defensa y desatados en ataque. Al final del cuarto vencía el CBA 12 a 24 al Conejero.
En el segundo cuarto sacó Iván al "desatascador" Pedro Hernández. Su visión de juego metió al Conejero en el partido contra el Aridane y nuevamente este chaval de 17 años tendría la fórmula mágica para ponerle la llave al partido y conducirlo con maestría. Si a Cándido no le dejaban jugar, él buscaba a Juan Vivas. Y si fortalecían el CBA el juego interior, pues le preparaba el terreno a Cécimo Armas para que sacara su "muñequita caliente" y a base de triples metiera el miedo en el cuerpo a su rival, que pedía tiempo muerto para paliar la rotura que les había hecho un "niño insolente" con juego de crack.
Tras el tiempo muerto, el CBA decide cuidar más el juego de Cécimo, pero este ya le había dado la receta a Raúl y triple que volvía a caer. Mientras, Cándido hacía lo que podía con el marcaje que tenía encima, lo que benefició a Fran Suárez que quería demostrar que haber llegado al Granca o al Real Madrid no era casualidad y se puso el frac para cobrar deudas pendientes con el baloncesto, acabando un cuarto de ensueño, pese a seguir por debajo en el marcador, 38 a 40.
El comienzo del tercer cuarto, parecía que solo estaban los arrecifeños en cancha. El CBA no estaba, pero se le esperaba. Fran Suárez les mandó un triple que acabó en la cesta de los puntos, Raúl Rodríguez le mandó otro con el mismo final, Cécimo Armas no quiso ser menos.....y hasta Fernando Obiang se estrenó en la fase de ascenso colocando otro desde la línea de los tres puntos. Los grancanarios estaban desaparecidos y los lanzaroteños, arrolladores.
Nuevo tiempo muerto del equipo blanco para acabar con la sangría del tiro exterior y.....apareció Cándido Matoso que, cansado de estar peleando sin los premios de los puntos, comenzó también a dar su recital. Hasta de 18 puntos llegó a ir por delante el Conejero y, pese a que los aficionados del equipo de Tafira seguían animosos eran los aficionados lanzaroteños los que estaban eufóricos, los que llevaban en volandas a su equipo, los que disfrutaban la aventura. Acababa el cuarto con el resultado de 63 a 50.
El último cuarto comenzó bien para los lanzaroteños pero, quizás víctimas del nerviosismo o del cansancio, o tal vez una conjunción de ambas, el CBA empieza a estirar líneas, a presionar muy arriba, a intentar asfixiar el juego lanzaroteño consiguiendo reducir la diferencia. Iván Fernández pedía tiempo muerto, no para cambiar nada, sino para tranquilizar a sus jugadores. No se había conseguido nada, aunque estaban en el camino. Los "veteranos" sacaron a relucir su don de mando. Fran Suárez arengaba a sus compañeros, Cándido les daba ánimos, Cécimo las iba chocando con todos ellos. El Conejero tenía que ser una piña hasta el final. Los que iban con la L puesta como Howie Roka, Gregory Montilla o Antonio Lima no paraban de moverse en el banquillo víctimas de los nervios, mientras Nauzet Flores o César Hernández pedían el ultimo aliento de sus aficionados.
Volvían a la cancha y optaron por lo lógico, por jugar como equipo. El balón le duraba al Conejero una eternidad. Tenían ventaja suficiente para mover el balón todo lo que quisieran y después defender como bloque en buscar del error forzado del rival. Así hicieron. Movieron sobre la cancha al CBA que no podía quitarles la pelota y que perdían a N´Guessam por faltas personales. Alguna canasta naranja y una buena defensa, permitía que el balón cambiara de manos o que el tiro desesperado del rival se fuera al limbo.
Así fueron pasando los minutos y cuando ya quedaban menos de 50 segundos, el banquillo naranja ya se vio ganador. Federico Toledo, asistente de Iván Fernández y Gustavo Zamora en el primer equipo y autor del único ascenso a EBA que había en la isla, se levantaba de su asiento y empezaba a felicitar y dar las gracias a todos y cada uno de los jugadores, así como al cuerpo técnico. Gustavo se abrazaba a Iván y los jugadores ya vivían un paso más en su carrera. Algún cambio hubo en esos segundos que pasaron a ser "de la basura" a ser los "de la gloria". Las caras de los jugadores que salían eran dificiles de definir. Estaban a punto de llorar, pero también de reir. Nerviosos, pero tranquilos. Felices pero......pero felices.
Y el CBA deja el balón en el suelo y decide que se había acabado. El Conejero lo agradeció. El marcador de 84 a 68 rompía la estadística de que el Conejero jamás había ganado al CBA en Gran Canaria, pero rompía más....rompía una sequía de años sin baloncesto nacional y rompía, rompían a llorar los jugadores. Cándido Matoso había confesado estar nervioso desde el sábado, Pedro anoche no había dormido, otros no se lo creían, algunos buscaban a sus amigos en la grada, otros la foto para el recuerdo, pero todos......absolutamente todos, a "su padre" en el banquillo, a Iván Fernández, al que bañaron con una garrafa de agua, al que mantearon y el que intentó mantenerse al margen de las celebraciones sin conseguirlo.
Éste buscaba a sus compañeros de sufrimiento. A los directivos del club, a sus compañeros en el banquillo, a todos los que habían confiado en ese proyecto que nacía hace unos años con el casillero de victorias a 0 y el derrotas completito.
Era la fiesta del Conejero, del equipo de Arrecife que, sin hacer ruido, con un proyecto de futuro haciendo oido sordos a los que los tacharon de "locos" ha conseguido poner a Lanzarote en el calendario nacional del baloncesto senior masculino por méritos propios. El Aloe Plus Lanzarote Conejeros, es equipo de la Liga EBA.
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