La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Las Palmas ha juzgado en la mañana de este martes en Lanzarote a Juan José Saavedra, acusado de un presunto delito de agresión sexual contra una niña de ocho años en un garaje de Tahíche.
Los hechos denunciados se remontan a un día sin identificar entre los meses de mayo y junio de 2017. Juan José Saavedra mantenía una relación de amistad desde hacía años con el padre de la menor. Una noche, lo llamó para preguntarle si podía dormir en su casa porque no tenía dónde quedarse. Según ha declarado en sede judicial, Saavedra había vuelto a la isla desde Fuerteventura para atender a un requerimiento de la Guardia Civil por una denuncia interpuesta por otro presunto caso de abusos sexuales a menores sin relación con esta causa.
Prueba testifical
Esa noche Saavedra durmió en el garaje de la vivienda, tal y como él mismo aseguró durante su declaración en el juicio. Fue la única noche en la que durmió en esa vivienda familiar. Según los hechos denunciados por la menor y suscritos por el Ministerio Fiscal, la niña de ocho años se había quedado a dormir en el garaje de la vivienda de su padre, acompañada de sus hermanos y hermanastros. Su padre declaró que pasó la noche en la casa principal, mientras el acusado indicó que lo hizo también en ese mismo garaje.
Según la declaración de la víctima, el acusado Juan José Saavedra presuntamente se cambió de colchón durante la noche, mientras ella dormía, se acercó a la niña, le metió la mano dentro del pantalón, manoseó la zona genital de la menor y metió sus dedos en la vagina de la niña de ocho años, lo que la llevó a despertarse por el dolor. De acuerdo con el testimonio de la menor, reproducido en sede judicial, tras huir de la situación y dirigirse al baño, volvió a la cama, "esperando que él ya se hubiera marchado". En ese momento, presuntamente Juan José Saavedra cogió la mano de la niña y la llevó hacia su pene para masturbarse.
"Estuve bien hasta los once años, cuando me empezó a afectar", ha indicado. La niña tardó varios años en contar los hechos a su familia, mientras ha asegurado que seguía coincidiendo con él en la vivienda de su padre, en reuniones y eventos familiares. "Se lo conté primero a mi mejor amiga, que luego me ayudó a contárselo a mi padre", ha asegurado. El progenitor ha confesado que en un primer momento "no se lo quería creer" y le preguntó varias veces a la niña si estaba segura de lo ocurrido, e incluso llegó a cuestionarle si se trataba de un sueño. En ese momento el padre no presentó denuncia.
Al año siguiente, ya en el instituto, la tutora de la adolescente descubrió que se ausentaba del aula durante varios minutos en diferentes ocasiones y decidió ir a buscarla una de las veces. Según el testimonio de la profesora, cuando llegó al aseo la niña estaba en el baño, llorando y sentada en el suelo. En ese momento y tras hacerle varias preguntas, consiguió que la menor le confesara parte de lo ocurrido. "Le costaba comunicarse y le hacía preguntas, pero no era capaz de articular palabra", ha añadido. Solo respondía sí o no. Fue entonces cuando lo puso en conocimiento de la dirección del centro, de su familia y redactó un informe. A raíz de la actuación de la profesora, su madre descubrió los hechos y comenzó la causa judicial.
Mientras estaba en el aula, la menor presentaba "desmotivación, bajo rendimiento anímico y físico", ha explicado la tutora. Así pues, su madre ha añadido que "lo está pasando muy mal" y que "todavía se levanta por las noches llorando".
El acusado ha negado los hechos y ha asegurado que "durmió en un colchón en el suelo" y que a las cinco de la mañana, cuando el padre de la niña se levantó para ir al trabajo, se duchó y se fue él también del garaje.
Las pruebas periciales
El juicio ha contado con cuatro peritos que han intervenido en esta causa. Tres de ellos, durante el procedimiento y una cuarta, a petición de la defensa para realizar una contrapericial al informe ya recogido por dos psicólogas en el proceso judicial.
La psicóloga que trató durante más tiempo a la menor, experta en psicología clínica infantil, ha indicado en sede judicial que la ya adolescente mostró un "relato libre y espontáneo", así como "coherente". Además, la niña ha sido diagnosticada con un trastorno de estrés postraumático, cuyos síntomas son "acordes a la situación" denunciada.
Mientras tanto, ha añadido que durante las sesiones la menor relató otros episodios de violencia sexual con otros varones, en este caso con compañeros de clase o personas allegadas a la familia menores de edad y posteriores a los hechos que se juzgan.
A este informe se suman las dos psicólogas encargadas de elaborar los documentos periciales. Entre las conclusiones extraídas durante dos días de entrevistas con la menor, el análisis de su testimonio y el de su madre, ambas profesionales resolvieron en su informe que el relato es "probablemente creíble y que corresponde a los hechos vividos". En su caso, al diagnóstico de estrés postraumático le suman un cuadro ansioso depresivo.
Sobre las posibles lagunas u olvidos en el testimonio, las peritos reflejan que "es esperable" que haya olvidos, pero "los hechos centrales en el relato se mantienen" y "puede ocurrir" que no recuerde la fecha exacta, así como que tarde varios años en denunciar.
La contrapericial presentada por la defensa
La cuarta perito fue contratada por la defensa del acusado. En este caso, la psicóloga realizó una contrapericial que respondía a los informes elaborados por las peritos que atendieron a la menor durante el procedimiento judicial. Para la profesional, el informe pericial no atiende a otras "victimizaciones", ni establece "una diferenciación" de los posible cuatro casos de violencia sexual que sufrió la víctima, pero que no tienen nada que ver con la causa. En esta línea, ha asegurado que "no se puede compaginar" el testimonio de la menor "porque no hay relato" al no haber diferenciado los otros tres posibles casos.
En este sentido, las psicólogas han sido interpeladas por el Ministerio Fiscal sobre la contrapericial presentada por la defensa. Las peritos han insistido en que si la contrapericial no tiene acceso a toda la prueba documental recogida, así como a los vídeos íntegros del testimonio de la menor "pierde objetividad" y "replicabilidad". Durante su intervención por videollamada han asegurado que "si no tienes acceso, no hay nada que se pueda discutir".
Petición de la Fiscalía
El Ministerio Fiscal ha mantenido la petición a 12 años de prisión con la accesoria inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena, la prohibición de acercarse a la menor a menos de 500 metros y de comunicarse con ella en un plazo de 20 años.
Además, ha solicitado libertad vigilada durante 10 años después del tiempo en prisión, así como el abono de las costas procesales. Sobre la responsabilidad civil, el acusado deberá indemnizar a la madre de la menor con 6.000 euros.
Para concluir, ha añadido la pena de inhabilitación especial para trabajar o desarrollar cualquier actividad que conlleve contacto directo con menores durante 17 años.