El pasado 2 de noviembre de 2009 un trágico suceso sacudió Arrecife. [Felipe Pérez Carral, de 39 años, y Víctor Manuel Angulo, de 36 años, fallecieron al desplomarse la grúa en la que trabajaban sobre la autovía, a la entrada de la capital lanzaroteña->32811]. La viuda de Felipe, Jacqueline Fernández, se muestra "desolada" un año después del fatídico accidente y exige explicaciones a la promotora Masar, encargada de las obras del edificio residencial de seis plantas, que se encuentra en construcción desde hace varios años, en la avenida de Fred Olsen, frente a El Reducto. Jacqueline afirma que jamás le dijeron qué había ocurrido y, por ello, señala que "parece" que la promotora "quiere tapar algo". Tras la muerte de su marido interpuso una denuncia en el Juzgado de Instrucción Número 4 de Arrecife, que investiga este caso.
Jacqueline no sabe nada acerca de la investigación, tan sólo que declaró un trabajador y varios jefes de la promotora. "Todo lo lleva mi abogado y a mí nunca me han llamado para decirme nada, para interesarse por mí o por mis hijos. Me dejaron sola y Felipe llevaba seis años trabajando para ellos", denuncia.
La primera vez que Jacqueline pudo hablar con el jefe de Felipe fue en el aeropuerto de Guacimeta tras el accidente, cuando esta mujer se dirigía a Ourense a enterrar a su marido. "Sólo le grité: ¿por qué? Y él sólo me respondió que había sido un fatídico accidente. Vino al funeral, porque él también era gallego. Se lo volví a preguntar y me contestó lo mismo. Desde entonces, no sé nada de esta promotora", critica. "Nadie dio la cara para decir qué pasó", asegura.
Decenas de preguntas le rondan a esta mujer por la cabeza. "¿Por qué se cayó la grúa? ¿Por qué el día que mi marido y Víctor murieron estaba la grúa asentada en la acera y dos días después la máquina estaba encima de la carretera, cortando un carril, como debía haberse hecho siempre?", se pregunta, al tiempo que asegura que plantearse estas cuestiones es lo que más le duele.
Jacqueline exige que se demuestre que su marido no fue el culpable del accidente. "Después de que murieran, sí cortaron el carril y pagaron por ello al Ayuntamiento. ¿Qué pasa, que la vida de Felipe y Víctor no valía como para pagar por cortar una calle y, por ello, pusieron la grúa en la acera?", cuestiona la viuda del trabajador gallego.
La caída de la grúa
No era la primera vez que Felipe se subía a bordo de la cesta de la grúa que cayó al suelo. "Había subido muchas veces. Él le tenía respeto a las alturas y si hacía viento no se subía. Era muy responsable", asegura. Jacqueline preguntó a los trabajadores qué podía haber ocurrido esa mañana del pasado 2 de noviembre de 2009. Le dijeron que "no entendían nada" porque la máquina a la que se subieron Felipe y Víctor "se bloqueaba si tenía un fallo". Sin embargo, la grúa "cayó encendida a la carretera", denuncia. "Me dijeron que la máquina ya se había trabado en varias ocasiones, y que el encargado les había bajado manualmente. Pero ese día, cayó encendida", subraya. Además, no se explica por qué "se ordenó después del accidente que se levantara la máquina". "Se la llevaron, en lugar de precintarla", indica.
Y es que Jacqueline asegura, que además de la poca atención que le prestó la promotora, incluso "se llegó a decir que Felipe había cogido a Víctor y lo había subido a la máquina sin autorización". Sin embargo, según señala, "hay testigos que vieron cómo Víctor fue a una entrevista el jueves y le mandaron empezar el lunes, el mismo día del accidente". Porque Víctor encontró su muerte en el primer día de trabajo.
Jacqueline defiende con uñas y dientes a su marido. "Felipe no cometió ninguna irregularidad, porque él llevaba mucho tiempo trabajando y era muy responsable. Estoy segura. Yo le conocía mucho y sé cómo era. Tenía mucho respeto al trabajo y le gustaba hacer las cosas bien", insiste.
La trágica noticia
La vida de Jacqueline y de sus dos hijos de 6 y 12 años cambió radicalmente tras recibir esta trágica noticia hace un año. "Yo estaba en casa y un trabajador de la obra, que vivía encima nuestro y que había ido a coger varias herramientas, recibió una llamada comunicándole que había habido un accidente en la obra y que Felipe estaba herido. Me llamó a la puerta, me monté en su coche y fuimos para la obra, porque nos dijeron que le estaban atendiendo en la calle. Nunca pensé que fuera tan grave", asegura esta mujer.
Jacqueline percibió que el accidente había sido una tragedia, cuando su vecino volvió a recibir una llamada en el momento en el que se dirigían a la obra. "Le llamaron cuando estábamos en la rotonda, ya muy cerca del edificio. Entonces, ya no me quería llevar a ver a Felipe. Le dije que si no me llevaba me tiraba del coche, y entonces me acercó hasta allí", recuerda emocionada.
Cuando Jacqueline llegó hasta el lugar de los hechos vio el cuerpo de Víctor Manuel Angulo, natural de Perú, al que "ya habían tapado con una sábana". "Me acerqué y vi la bota de Felipe, al que le estaban atendiendo. Pensé: ¡gracias a Dios, está vivo! Y, de repente, se levantaron los sanitarios y le pusieron a él también una sábana encima. Es lo último que recuerdo", indica, al tiempo que asegura que le intentaron reanimar durante un tiempo, pero "fue imposible". "No pudieron hacer nada", lamenta.
"Me armé de valor y se lo dije a mis hijos"
Jacqueline tuvo que ser trasladada a un ambulatorio dado su estado de nerviosismo. Una de sus máximas preocupaciones era cómo le iba a contar a sus niños que su padre había muerto. "Vino una psicóloga y me dijo que hasta que no estuviera tranquila no les dijera nada a mis hijos. A los niños, les fue a recoger la Policía Local de Arrecife al colegio y mi hijo el pequeño no paraba de repetir que él no había hecho nada malo, que no había robado, el pobrecito. Vinieron, también, varios entrenadores de fútbol del club El Lomo, donde juegan los críos, y la verdad es que me ayudaron mucho", recuerda.
Por la noche, Jacqueline se tuvo que enfrentar a la realidad y tuvo que decirles a los niños lo que había sucedido. "Me armé de valor y les dije que su padre había tenido un accidente. Ya no aguantaba más", relata. El pequeño se quedó destrozado y la niña "hizo como si no pasara nada". "Fue la más fuerte, salió a la calle y se puso a jugar. Meses después, en junio, le vino un bajón horroroso, ya asumió la realidad y desde entonces está con tratamiento", lamenta esta mujer.
El próximo día 6, la familia se trasladará a Ourense, a su tierra, donde está enterrado Felipe, y celebrarán una misa para recordarle. Y el único deseo de Jacqueline, tras un año de tristezas, es éste: "Quiero que se llegue a una conclusión. Me da igual la indemnización. Sólo quiero que se sepa lo que ocurrió y que el nombre de mi marido quede limpio", subraya Jacqueline, al tiempo que pide que este fallecimiento "no quede en el olvido".
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