La Policía Científica que se encargó de la investigación de la muerte de Rogelio Roka, morador de la fábrica abandonada de La Rocar en Lanzarote, ha determinado este miércolesque la víctima fue apaleada, apuñalada y trasladada por dos personas desde la chabola de Santiago Nuez y José Antonio Niz, ambos acusados del crimen, hasta que él habitaba.
Esta teoría, que también ha sido avalada por el testimonio de los peritos forenses, puede llevar al jurado a concluir que ambos imputados cometieron el crimen del que se les acusa, a pesar de que la Policía no ha logrado encontrar huellas de José Antonio Niz en el lugar de los hechos y la camiseta que éste llevaba en ese momento, y que pudiera estar manchada de sangre de la víctima, no ha sido encontrada.
Numerosos testigos ubicaron a José Antonio Niz en la chabola en la que convivía con Santiago Nuez la noche de los hechos y por La Rocar se comentaba que "Santiago lo mató y José Antonio le ayudó a llevar el cuerpo", tal y como afirmó hoy otro de los habituales de la zona llamado Solimán.
A pesar de la insistencia de la defensa de José Antonio Niz para que la Policía o los peritos forenses aseverasen que a la víctima pudo matarla y trasladarla a su chabola una sóla persona, a 500 metros de la suya por un terreno escarpado y de noche, no ha sido posible pues ha quedado acreditada esa posibilidad como "improbable o poco probable" por las heridas que presentaba el cadáver.
Según los forenses el finado presentaba una serie de hematomas causados por fuertes golpes en la cabeza que fueron propinados simultáneamente o muy cercanos en el tiempo a la puñalada mortal que se causó con una navaja monocortante y de no muy grandes dimensiones.
La herida penetrante fue realizada con una intensa fuerza, de manera que, a pesar de que la navaja no tenía 20 centímetros de longitud, penetró contrayéndose la zona abdominal hasta causar un gran hematoma provocado por la empuñadura de la navaja o el puño del agresor.
Además, la víctima presentaba una herida muy reciente en el pezón izquierdo causada por la quemadura de un cigarro, un corte en el derecho, probablemente realizado con la misma arma blanca y un hematoma en un brazo por haber sido sujetado de manera muy intensa desde atrás.
Las heridas de violencia que el cadáver tenía en la cabeza pudieron haber causado una conmoción cerebral transitoria o una pérdida de consciencia que le hicieran haber colaborado en el traslado hacia su casa. La muerte de Rogelio Roka pudo haber sido evitada si hubiera recibido asistencia médica pues tardó en morir casi cuatro horas, según los técnicos.
Una de las hipótesis de los médicos forenses se basa en que primero fueron propinados diversos golpes y con cierta probabilidad uno de los agresores agarró a Rogelio Roka desde atrás y otro lo apuñaló sin que tuviese ninguna posibilidad de defensa. Descartaron, por tanto, ante las numerosas preguntas de la defensa, que los golpes de la cabeza fueran posteriores al apuñalamiento o una vez muertos porque la gran pérdida de sangre que sufrió la víctima hubiera impedido la formación de los hematomas.
UNA POSIBLE RECONSTRUCCIÓN DE LOS HECHOS
A tenor de los testimonios de la Policía Científica y de los forenses, los hechos que tuvieron lugar durante la noche del 21 de octubre de 2005 en La Rocar y que se saldaron con la violenta muerte de Rogelio Roka pudieron haber comenzado con una discusión en la chabola en la que convivían Santiago Nuez y José Antonio Niz y a la que acudió, como en otras ocasiones la víctima.
El testimonio de Juan Nicolás González, leído por la secretaria judicial al haber falleció recientemente, avala que la noche de los hechos escuchó una fuerte discusión en la que pudo oír a Santiago, así como a José Antonio que decía al primero "mátalo, mátalo" y a Rogelio, que parecía "estar en problemas".
Todos los testigos han coincidido en aseverar que Santiago era una persona violenta, sobre todo cuando bebía, y que solía abusar de la víctima a quien amenazaba para que cumpliese su voluntad.
En la vivienda compartida fue, probablemente, apuñalado y agredido Rogelio. Ante el volumen de sangre que expulsaba la víctima a través de la herida, los moradores de la casa limpiaron el suelo, que se volvió a manchar cuando intentaron sacarlo de la casa.
Según los investigadores, pudieron cargar el cuerpo entre dos personas (casi imposible que fuera una sola), con sus hombros bajo las axilas de la víctima y agarrándolo por la cintura con la colaboración del herido que fue dejando un reguero de sangre por el escarpado camino de una casa a otra.
Una vez allí, los agresores cambiaron la posición del cuerpo de la víctima y lo cogieron, uno por las manos y otro por los pies, bocaarriba para poder subir por unas angostas escaleras. De ahí, la explicación científica de la ausencia de gran cantidad de sangre en las escaleras.
Una vez que llegaron a los pies del catre de la víctima, lo volvieron a poner en posición vertical, de ahí el charco de sangre y las huellas de pisada que hay en la habitación. Lo tumbaron en una cama para lavarle las heridas y le proporcionaron mucha agua, ya que como explicaron los médicos, al desangrarse lentamente sufrió deshidratación, de ahí la hinchazón del estómago de la víctima y los dos colchones mojados con agua.
Una vez hecho esto, lo volvieron a colocar en su cama, estirado, con los pantalones bajos hasta los tobillos. Este hecho indica que el cuerpo fue colocado de esta manera a conciencia pues la postura normal de la muerte con ese tipo de lesión es fetal, y no, "como si estuviera tomando el sol", tal y como comparó el propio experto en el juicio.
A partir de ahora, será el jurado el que determine la culpabilidad o la inocencia de los acusados para el que el Fiscal y la acusación hayan mantenido la petición de homicidio, mientras que las defensas han solicitado, entre 1 y 4 años por un delito de homicidio imprudente para Santiago Nuez con la eximente de drogadicción. En cambio, la letrado de José Antonio Niz mantiene la libre absolución de su cliente por no estar acreditada suficientemente su participación en los hechos.
ACN Press