El material que Bosco Fernández Tapias compró antes de realizar su inmersión en octubre de 2010 es "similar" al que recuperó el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil este jueves, a 90 metros de profundidad en Playa Chica, en Puerto del Carmen. Aunque será necesario realizar un estudio forense para determinar con certeza la identidad del fallecido, todo apunta a que se trata de Bosco Fernández Tapias, hijo del empresario y ex vicepresidente del Real Madrid, Fernando Fernández Tapias.
Precisamente, él era el único submarinista que había desaparecido en los últimos años en esta zona y aún no había sido encontrado. En el momento de su desaparición, en octubre de 2010, la Guardia Civil localizó los últimos movimientos que Bosco Fernández había realizado con su tarjeta de crédito y descubrió que había comprado material de buceo en Canasub, de Arrecife. Por ello, se puso en contacto con el instructor de este centro de buceo, José Domínguez, al que requirieron las facturas del equipo adquirido por Bosco Fernández.
"Cualquiera que conozca un poco cómo desapareció Bosco, se imagina que en el 99 por ciento de las posibilidades es su cuerpo el que han encontrado. No obstante, hay que esperar las pruebas de ADN", afirma Domínguez a La Voz, dado el estado de descomposición del cadáver.
Este instructor estuvo el jueves en Playa Chica, siguiendo las labores de rescate del cuerpo, ya que fue requerido por la Guardia Civil. "Nos pidieron de nuevo el detalle de todas las compras y nos dijeron que estuviéramos presentes en la primera inmersión para identificar o ratificar que ese material podía ser el de Bosco. Es un material similar, sí", admite con prudencia este buceador.
Aunque el cuerpo fue localizado el martes, no fue hasta el jueves cuando pudo ser recuperado. Así, se tuvo que esperar a la llegada de un equipo de buceadores especializados de la Guardia Civil de Madrid, porque en Las Palmas no cuentan con un equipo apto para practicar "trimix", una técnica de buceo en aguas profundas.
Domínguez explica que la zona donde fue localizado el cuerpo sin vida de este submarinista es "peligrosa". Se conoce como Cueva de Las Gambas, y está a unos 50 metros de profundidad, es decir, sobrepasa ellímite de los buceadores recreativos, que bajan a 40 metros como máximo. "Puedes sufrir la patología de la narcosis o también conocida como borrachera del buceador. Si te afecta, pierdes el conocimiento y si vas solo, ya no hay nada que hacer. Te desmayas y te quedas ahí", señala.
"El cuerpo no se ha movido de ahí"
Domínguez señala que Bosco Fernández Tapias era un buceador recreativo, es decir, su límite estaba en 40 metros. "Bucear en esta cueva implica sobrepasar ese límite y él era consciente de eso, porque ésta era una de sus zonas preferidas. Yo se lo comuniqué a la Guardia Civil para que buscaran allí", indica.
Sin embargo, la Guardia Civil determinó que el cuerpo de Bosco Fernández Tapias estaba en una sima a unos 200 o 300 metros de profundidad y, tras una semana de rastreo, dio por finalizada la búsqueda ante la imposibilidad de rescatar el cadáver. "Es cierto que las corrientes y el fondo te llevan hacia la sima cuando estás buceando. Pero yo creo que el cuerpo que han recuperado lleva desde hace mucho en una terraza, a 90 metros de profundidad. Si no, su cuerpo se tendría que haber desplazado desde la cueva hacia arriba y eso es imposible, porque llevaba botellas, chaleco, lastre y de todo. Eso es lo que se ha encontrado", afirma Domínguez.
El cuerpo, tal y como avanzó el instructor que lo localizó, está en un avanzado estado de descomposición. "En muy poco tiempo, un cuerpo sometido a esa presión, casi desaparece. El nitrógeno se disuelve en los tejidos y, al subir esos restos a la profundidad, explotan", señala. De ahí que sea necesario un análisis forense para identificar el cadáver.
"Bosco buceaba de forma peculiar por no llamarla peligrosa"
José Domínguez recuerda que conoció a Bosco Fernández Tapias varias semanas antes de su desaparición. "Conocíamos su faceta de buceador y le vendimos algo de material", explica. Bosco Fernández quería realizar cursos de buceo con Canasub. "Lo llamábamos durante cuatro días. Al principio el teléfono daba tono y luego ya no", señala. Fue entonces cuando la Guardia Civil se puso en contacto con este centro de buceo, requiriéndole las facturas del material adquirido por Bosco Fernández.
Domínguez señala que la historia de Bosco Fernández "era extraña". "Practicaba submarinismo en un centro de buceo d Puerto del Carmen. Pero llegó un momento, en el que le dijeron que no querían bucear más con él, porque buceaba de una forma peculiar, por no llamarla peligrosa. Se despistaba mucho y no hacía caso del compañero", afirma este instructor.
Al quedarse sin centro de buceo, Bosco Fernández preguntó por estos cursos en Canasub. "Entraba al centro y te preguntaba por algo. Luego, volvía a la media hora y te hacía la misma pregunta. Eso nos llevó a pensar que no estaba del todo bien y por eso nunca nos metimos al agua con él", indica José Domínguez. Este instructor cree que, precisamente la negativa de varias escuelas de buceo, le llevaron a Bosco a tomar la decisión de practicar submarinismo solo.
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