El uso de mascarillas en interiores se ha convertido en motivo de debate y también de controversia en la última semana, ante la posible eliminación de esta medida en el Consejo Interterritorial de Salud que se celebra este miércoles.
Tras sondear la opinión de los lanzaroteños en una encuesta realizada en Instagram, La Voz de Lanzarote ha querido ahora conocer la postura de distintos sectores, acercándose a profesionales de la sanidad, pero también de otros colectivos. Y sus respuestas evidencian que hay opiniones divididas incluso entre compañeros.
El jefe de Epidemiología de Canarias cree que es pronto para retirarlas
Amós García, jefe de Epidemiología del Servicio Canario de Salud (SCS), considera que habría que esperar un poco más para tratar este virus como a una gripe y quitar las mascarillas en interiores. "La quitaría en valores de incidencia normal o baja", afirma, apuntando que actualmente esa incidencia está en riesgo medio. En concreto, cree que debería ser inferior a 100 casos por cada 100.000 habitantes; cuando el último dato oficial, del pasado 30 de marzo, situaba la incidencia acumulada a 14 días en España en 391.
"Se puede conseguir muy pronto, no creo que haya que esperar mucho para conseguirla", defiende Amós García, que no ha querido poner fecha ni hablar de "antes o después de Semana Santa". "Cuando la pandemia lo indique", insiste, reiterando que aún es pronto.
“Si nos desprendemos de un instrumento valioso en el ámbito donde más contagios se producen, puede significar un aumento en la incidencia acumulada. Y aunque las vacunas hayan conseguido que la mayoría sean casos leves o asintomáticos, siempre hay un porcentaje que requiere ingresos en UCI, y no es lo mismo que ese porcentaje se refiera a 10.000 casos que a 1.000”, advierte.
Un médico de pediatría apuesta por una retirada progresiva
Omar Guillén, pediatra del hospital Doctor José Molina Orosa, considera que todavía es pronto para eliminarlas de interiores, especialmente en lugares donde se trate con personas vulnerables como los hospitales, por lo que propone quitarlas de forma progresiva para poder analizar los niveles de transmisión sin provocar otra ola.
Además, como médico infantil insiste en que, en el caso de que se quitaran de los colegios, habría que revisar los protocolos de ventilación, así como el número de niños por aula, ya que entre ellos es más complicada la distancia de seguridad y podría suponer vías de contagio para personas vulnerables y para los profesores.
"Esta pandemia ha tenido un comportamiento claramente diferente en los niños, siendo muy raras las complicaciones en sus casos, pero sí que pueden llegar a ser grandes contagiadores", recuerda el médico. "Revisar los protocolos sería indispensable, así como no bajar la guardia y estrechar la vigilancia de las nuevas variantes".
Dos enfermeras y un enfermero del Molina Orosa, con posturas distintas
Laura González, enfermera de cirugía del hospital Molina Orosa, opina que las mascarillas deberían de eliminarse del ocio, restauración y actividades deportivas, entre otros, pero considera que es indispensable que se mantengan de forma permanente en los centros sociosanitarios.
“Hemos vivido momentos muy duros en el hospital por nuestra exposición al coronavirus, donde se han visto afectada nuestra vida a nivel laboral y personal”, apunta Laura. “Las mascarillas son una herramienta que también ayuda a prevenir otras enfermedades como la gripe, por lo que creo que debería ser una de las enseñanzas que mantengamos en los próximos años para proteger a los más vulnerables".
Patricia Sancho, enfermera de urgencias, coincide con Laura y apuesta también por mantenerlas excepcionalmente en espacios cerrados donde el contacto con las personas vulnerables pueda alargarse y suponer un riesgo para ellas, como transportes, salas de espera y hospitales.En cualquier caso, apunta que “es un virus que ha llegado para quedarse, por lo que hay que aceptar que siempre va a haber ciertos niveles de transmisión”.
Por su parte, el enfermero de urgencias Alberto Díaz difiere de sus compañeras y sostiene que su uso generalizado no debería ser obligatorio ni siquiera dentro de las instalaciones hospitalarias a día de hoy, ya que existen formas de protegerse a uno mismo. “Si alguien tiene miedo al contagio, siempre puede usar una mascarilla FFP2 para protegerse, pero debe ser una medida opcional”.
La patronal turística y la hostelera tienen visiones diferentes
Desde la patronal del sector turístico, uno de los más afectados económicamente por la pandemia, Susana Pérez, presidenta de la Federación Turística de Lanzarote y de Asolan, se muestra prudente y afirma que la decisión se debe basar en informes y criterios epidemiológicos. No obstante, también apunta que el levantamiento de las mascarillas antes de Semana Santa puede ser una medida prematura, ya que supone un período de aglomeraciones y desplazamientos importante.
Por su parte, Cristóbal Sánchez, presidente de la asociación de empresarios de Hostelería de Lanzarote (Hostelan), es contundente al defender su eliminación, poniendo como ejemplo otros países de Europa, donde las mascarillas ya no son obligatorias en ninguna circunstancia y considera que no han tenido consecuencias importantes. Eso sí, aboga por mantenenerlas en centros sanitarios y residencias, así como en el transporte público. Además, cuestiona que actualmente "la norma está, pero actualmente no se está cumpliendo en muchos establecimientos como bares y discotecas, por lo que ahora solo faltaría que la norma se adapte a la realidad".
Opiniones contrapuestas entre los sindicatos de trabajadores
Por su parte, dos representantes sindicales difieren en cuanto a su utilización. Vanesa Frahija, secretaria insular de Comisiones Obreras (CCOO) aboga por el uso de mascarillas obligatorias en interiores, especialmente en los puestos de trabajo de cara al público. “Los trabajadores siguen exponiéndose cada día a aglomeraciones, con turnos de hasta ocho horas donde están en contacto con muchas personas, por lo que creo que es demasiado prematuro”, sostiene Vanesa Frahija.
Mientras tanto, César Reyes, secretario general de UGT Lanzarote, sí es partidario de su retirada, aunque considera que se trata de una cuestión que habría que analizar individualmente, ya que puede ser que dentro de un mismo centro de trabajo algunos empleados tengan que usarla y otros no, por cuestiones de distancia de seguridad y ventilación, entre otros. “Los centros sanitarios son un buen ejemplo, ya que puede que una enfermera sí tenga que llevar mascarilla porque está en contacto directo con los pacientes, pero alguien de administración igual no”.