Los vecinos de la calle Mesana número 4 de Arrecife tienen desatada una verdadera batalla para lograr el cierre de un gimnasio en su calle. Desde que abriera sus puertas en marzo de 2014 vienen quejándose del "ruido insoportable" que aseguran que produce el establecimiento. Han recogido firmas, llevado escritos al Ayuntamiento y presentado más de 30 denuncias para pedir su clausura, según afirman en uno de esos escritos. El Ayuntamiento ha ordenado el cierre del local en 3 ocasiones, aunque tras "cumplimentar todo lo que se le ha pedido", el gimnasio ha podido reabrir sus puertas. El propietario, aunque dice "entender" las quejas, habla de "acoso" de los vecinos y de la Policía Local.
El Cross Fit Blind Crab comenzó su actividad en marzo de 2014 en el número 6 de la calle Mesana y, desde entonces, los vecinos del número 4 han venido quejándose de los ruidos que genera y de los horarios, pues aseguran que abren todos los días, incluidos fines de semana y festivos. "Tienen la música a tope y las paredes y el techo sin insonorizar", denuncia Jesús Pérez Castro, uno de los vecinos que ha interpuesto varias denuncias ante la Policía Local. Este vecino recalca que "ya no puede más" y afirma que "no hay derecho a estar en casa y tener que estar escuchando los ruidos todo el rato".
Este hombre de 67 años, que explica que se ha sometido a varias operaciones por problemas en el corazón y es diabético, achaca en parte sus problemas de salud a las molestias del gimnasio y afirma que los "sobresaltos" de los ruidos le perjudican. Según asegura, debe hacerse análisis de sangre "tres veces al día" y toma hasta "10 pastillas diarias" por sus problemas cardíacos. "No respetan nada, ni siquiera a las personas mayores, enfermas, por muy graves que estén", reprocha a los dueños del local.
Pérez Castro ha presentado múltiples denuncias, tanto de manera individual como acompañado por el presidente y el secretario de su comunidad de vecinos. La Voz de Lanzarote ha tenido acceso a cuatro de esas denuncias, en las que se ponen de manifiesto las "molestias graves de ruidos y música provenientes del interior" del gimnasio o que este local "no respeta los horarios de apertura". En esas denuncias, los vecinos afirman que han "intentado mediar" con los responsables y "han recibido respuestas de malos modos como ‘ponte tapones en los oídos’ o ‘vete a vivir al campo’".
Tres órdenes de cierre y un quebrantamiento del precinto
Esas denuncias, según apuntan desde el Ayuntamiento, han causado el cierre del local hasta en tres ocasiones, "en junio y octubre de 2014 y en marzo de 2015". Añaden que tras una nueva denuncia del pasado mes de septiembre, se ordenó nuevamente el cierre del gimnasio, aunque los propietarios recurrieron esa medida. Actualmente, existe un expediente abierto en el Consistorio y los dueños deberán presentar toda la documentación para demostrar que todo está en regla.
"El propietario recurrió en tiempo y forma" y "ahora está presentando toda la documentación", explican desde el Ayuntamiento, señalando que hasta que ese expediente no se resuelva no se decidirá sobre la clausura. Desde el Consistorio agregan además que los anteriores cierres se llevaron a cabo como "medida cautelar hasta que finalizaba el expediente" y que si se les ha permitido reabrir es porque han "cumplido" con los requisitos que se les exigían.
Sin embargo, los propietarios del local no siempre han respetado la orden de cierre, pues quebrantaron la penúltima orden de precinto de la Policía Local. Así consta en un decreto firmado por el entonces concejal de Infracciones, Víctor Sanginés, fechado el pasado 3 de marzo, en el que el edil ordenaba el "precinto inmediato por parte de la Policía Local". Según se pone de relieve en el decreto, la Policía Local había precintado la actividad el 12 de enero pero, a pesar de ello, los agentes suscribieron dos informes posteriores "en los que se hace constar que siguen entrenando en su interior, por lo que se han saltado el precinto, lo que puede suponer un posible delito de desobediencia".
Según el acta de precinto, además de las "quejas vecinales", el gimnasio se cerró por "carecer de permisos municipales de apertura y funcionamiento". Los vecinos habían hecho referencia a este hecho en sus denuncias y en los escritos presentados en el Ayuntamiento, en los que tildan el establecimiento de "clandestino".
"La ley no nos obliga a insonorizar"
Sin embargo, uno de los propietarios del gimnasio, Eduardo Lafuente, niega este extremo y asegura que en el Ayuntamiento les "dijeron" que podían "empezar a funcionar" aun sin haber entregado toda la documentación necesaria para obtener la licencia de apertura. "Sin tener todos esos papeles en regla, ellos nos dijeron que podíamos empezar, pagar esas tasas y empezar a funcionar. Luego empezaron todos los problemas: que si este papel no está bien, que hace falta un ingeniero, el recibo de la luz…millones de cosas que hemos ido poco a poco consiguiéndolas, pero nos ha costado pues eso, que nos cerraran el negocio tres veces", explica.
El empresario no niega los ruidos y asegura que comprende a los vecinos. "Está claro que molestamos, no voy a decir que no", admite, aunque recalca que no tienen intención de insonorizar todo el establecimiento. "Obviamente no hemos insonorizado porque no somos una discoteca. Sí, la música molesta, pero la ley como gimnasio no te obliga a insonorizar el local, aparte de que eso acarrearía un gasto bastante importante que no podemos afrontar". Este propietario afirma que, a pesar de ello, han gastado "mucho dinero" para intentar "reducir al máximo el ruido", poniendo por ejemplo "suelo especial para reducir el ruido del golpeo de las pesas".
Lo que sí niega Lafuente es que no hayan cumplido con los horarios de apertura. "Abrimos en un horario laboral de 8 de la mañana a 2 de la tarde, de 2 a 4 cerramos y de 4 a 10 de la noche. Fuera de esos horarios nosotros no hacemos ruido. Creo que estamos dentro de un horario laboral permisible".
Así, este propietario del gimnasio defiende que se ha producido un "acoso" por parte de los vecinos y la Policía Local, que asegura que acude "casi cada día" para pedirles que no hagan tanto ruido. "Yo también podría ir de víctima a los medios para quejarme del acoso que he sufrido por parte de los vecinos con las denuncias y con todo. Eso ha llevado a que el Ayuntamiento me acosara con el papeleo. Yo no duermo, no vivo tranquilo. Estoy asustado de que en cualquier momento vuelva a venir la Policía o cualquier papel del Ayuntamiento a decirme que me vuelven a cerrar el negocio", sostiene.
Ante esta situación, que califica de "frustrante", asegura que "la única solución" que ven es marcharse del local y buscar otro. "Lo que menos quiero es molestar ni tener problemas con los vecinos", asegura, por lo que afirma que planean buscar un local que "no moleste a nadie" y mudarse "lo antes posible".