Emotivo pregón el que ofreció en la tarde de este lunes el vecino Aurelio Rodríguez Padrón en el Centro Sociocultural El Molino de Tiagua con motivo de las fiestas en honor a Nuestra Señora del Socorro.
El que siempre estuvo presente en la lectura de sus antecesores pregoneros, pensó en más de una ocasión en que si algún año le invitaban a pregonar las fiestas lo haría encantado y con mucha ilusión, compartiendo sus vivencias con los vecinos del pueblo que le vio nacer, como hizo este lunes.
A la edad de dos años, Aurelio Rodríguez se trasladó con su familia a Corralejo (Fuerteventura) hasta los cinco años, cuando volvió a su pueblo. Apenas cumplidos los doce años, se trasladó a vivir a Arrecife, pero nunca perdió el contacto con su pueblo y su gente.
Aurelio es el tercero de cuatro hermanos y sus padres, Paco Rodríguez y Maruca Padrón, como la mayor parte de las familias, se dedicaban a la agricultura. Maruca, una madre coraje, tuvo que hacerse cargo de la familia cuando su esposo emigró para trabajar a Argentina, donde permaneció durante cuatro años. Durante ese tiempo, Aurelio, con su madre y hermanos, visitaba cada noche a sus abuelos, Marcial y Bárbara, y juntos rezaban el rosario.
Recuerdos de las fiestas y de la escuela
La abuela Bárbara fue para el pregonero y sus hermanos una segunda madre, una mujer muy servicial dispuesta ayudarles no solo a ellos si no a todo aquel que se acercaba por su casa, como el conocido Juan Peseta de San Bartolomé, al que invitó a un plato de papas y carne el día de Nuestra Señora del Socorro. También a Margarita, la de San Bartolom,é poniendo a su disposición una habitación para que dejara allí la compra de verduras que luego llevaría a vender a la Recova de Arrecife.
Aurelio también recordó cómo, cuando se aproximaban los días de las fiestas, su madre, que trabajaba de sol a sol, era la que se encargaba de albear la casa con cal y pintar las puertas y ventanas en ausencia de su padre. Por las fiestas, los ventorrillos los enramaban con hojas de palma y las verbenas cada año se celebraban en puntos diferentes del pueblo, amenizando las mismas las orquestas Lira y Lido procedentes de la Villa de Teguise. Los vecinos estrenaban sus mejores trajes y zapatos.
Con muy buen humor, el pregonero contó las peripecias que pasaba para poder ver alguna de las películas que se proyectaban en la cochera de Pedro Cabrera. También rememoró la sopa de gallina y la carne compuesta con papas que los vecinos preparaban para el día de las fiestas, con unas uvas de moscatel de postre. El pregonero también tuvo palabras para los que fueron sus maestros, Don Jorge, Juan el majorero, Agustín Valenciano y Manuel Acosta de San Bartolomé. fallecido recientemente.
Petición para que la calle donde vivió su abuela lleve su nombre
Aurelio Rodríguez contó muchas vivencias y anécdotas en su pregón, que todos los presentes disfrutaron. Antes de finalizar, muy emocionado, hizo además una petición para que la calle donde vivió su abuela Bárbara lleve su nombre. Con un viva a Tiagua y a Nuestra Señora del Socorro, Aurelio finalizó su pregón entre los aplausos de familiares, amigos y vecinos que le acompañaron en un día muy esperado por él.
La comisión de fiestas le hizo entrega de una placa conmemorativa como recuerdo, que recibió de manos de Iván Carmona, componente de la directiva del Centro Socio Cultural. El concejal de Fiestas del Ayuntamiento de Teguise, Antonio Callero, y los también ediles Nori Machín y Javier Díaz, se desplazaron hasta Tiagua para arropar al pregonero en representación del Consistorio.