Sandra es la hija del empresario fallecido Antonio González, propietario de Climafrical, la empresa que Pedro San Ginés(CC) denunció por unos presuntos delitos que nunca ocurrieron. El empresario fue atacado en medios de comunicación y durante una década estuvo imputado por delitos que se archivaron. Murió en abril del 2020, esperando a que el archivo de la causa fuera firme. Nunca disfrutó de su inocencia. En las últimas semanas Pedro San Ginés ha vuelto a repetir las acusaciones que se archivaron hace ahora tres años, y Sandra quiere hacer público por primera vez la versión suya y de su familia y hablar en nombre de su padre ya que él "desgraciadamente no puede defenderse".
-Tanto su padre como el resto de la familia ha mantenido silencio y han estado alejados de la opinión pública ¿Por qué salir a la palestra justo ahora?
- Pensábamos que cuando se demostrase la inocencia de mi padre, con el archivo de la denuncia, pararía la campaña de San Ginés y sus colaboradores. Pero todo aquel infierno parece que quieren volverlo a revivir como si una década de juicio injusto no hubiera sido suficiente. San Ginés no tuvo piedad con mi padre en vida y ahora pretende volver a ensuciar la memoria de un buen hombre. Por eso hablamos hoy, para que la impunidad con la que este señor destruyó a un ser humano no quede en el olvido.
-¿Cómo se enteraron en su casa de que Pedro San Ginés había denunciado a Climafrical y por lo tanto, a su padre Antonio González?
- Mi padre era un empresario que trabajó desde los 12 años hasta el día de su fallecimiento. Antes de cruzarse con San Ginés nunca nos había faltado de nada. Pero un día vi a mi padre llorando en casa. Aquel día empezó a explicarnos que le había denunciado Pedro San Ginés, que en aquella época era presidente del Cabildo, y tenía mucho poder. Mi padre nos decía que todo era mentira, que era increíble. Él siempre había trabajado para los Centros Turísticos en materia de instalaciones. Toda su vida se enorgulleció de trabajar de la mano de Cesar Manrique, y qué aprendió del maestro. Siempre le dio mucha importancia a la seriedad en el trabajo. Le pareció increíble que Pedro nunca le diera opción a explicarse. Nunca le llamó, ni se interesó por si lo que decía era cierto. Nunca quiso oír la versión de mi padre, simplemente fue a por él.
-¿Cómo afectó esa denuncia al negocio?
- A partir de la denuncia, y la brutal campaña contra mi padre, los empresarios le dijeron que no podían trabajar con él porque estaba siendo acusado de un montón de delitos. Los bancos cerraron la puerta de la financiación. Nuestro padre nos avisó que esta situación injusta llevaría al cierre de la empresa, así fue. Las empresas, muchas de ellas clientes históricos, ante el temor de vincularse con Climafrical o por posibles represalias o, simplemente por mala imagen se esfumaron. Y la empresa quebró.
-¿Y a la familia?
- Fue brutal, recuerdo estar en la plaza de Haría tomando un café con mi padre y acercarse gente a decirle que era un ladrón. Se lo decían a un hombre que nunca hizo nada malo en la vida, sino trabajar para la familia. La campaña fue brutal. Veíamos a Pedro en medios de comunicación hablando de honradez. Imagínense que cara se nos queda ahora cuando ahora sabemos que mientras denunciaba a mi padre, le daba a su amigo el abogado más de un millón de euros. Es que no nos lo podemos ni creer. Cuanto más sabemos de este hombre más nos horroriza lo que nos hizo.
-¿Y a la economía familiar?
- Como ya les dije, cuando mi padre llegó llorando a casa con la noticia de la denuncia de San Ginés, no podíamos hacernos a la idea de lo que cambiaría nuestras vidas aquel día. La empresa voló en un tiempo récord, y a mi padre y a mi madre, no les quedó otra opción que se refugiarse en una pequeña finca, que tenía una vivienda sin luz en Las Peñas del Chache. Ante la ruina que supuso la denuncia tuvo que aprender a criar cabras y hacer queso. Y nosotros, sus dos hijos, empezamos a vivir una nueva realidad. Tuvimos que abandonar los estudios porque la familia no podía hacerse cargo de nuestras carreras. Empezamos a recorrer los sábados y domingos los mercados vendiendo el queso que hacíamos durante la semana. Y con eso sobrevivimos. Cuando la cosa parecía que no podría ir peor llegó el anuncio del Juzgado, de que tenía que pagar millón y medio de euros como multa. Y se hundió. No teníamos capacidad alguna para responder. Mientras San Ginés seguía con su campaña en los medios, como si nosotros fuéramos millonarios.
-¿Cómo vivió este proceso Antonio González?
- Sinceramente se acrecentó su enfermedad. No puedo decir que muriese por la denuncia, pero sí creo que lo ocurrido le quitó años de vida y de felicidad. Era un hombre muy serio en su trabajo. Para hacerse a la idea mi padre, a lo largo de 30 años, nunca tuvo problemas ni con Hacienda, ni con los trabajadores, ni con la Seguridad Social. Y se hundió cuando vino este sádico con falsedades, a desprestigiar su trabajo, y a arruinar su empresa y a su familia.
-¿Cómo se enteran del sobreseimiento del caso?
- Después de morir mi padre llegó la noticia de que el juzgado declaraba que no había cometido ningún delito. De hecho la causa no llegó ni a juicio, porque no había nada de nada. En ese momento pedí al abogado de mi padre que me diera el expediente. Quería ver lo que había pasado y descubrí que el señor San Ginés le había denunciado en la Guardia Civil. Después había otra denuncia ante juzgado con su firma en todos los papeles. Y mas tarde vi varias declaraciones suyas, también ante el juzgado, afirmando que eran ciertos lo hechos que habían ensuciado el nombre de mi padre. Y por todo esto decidí denunciarle. Por falso, por mala persona, y para limpiar para siempre la memoria de mi padre.
-¿Cómo es la vida diaria en la actualidad de su familia?
- Todo nos cambió el día en que San Ginés hizo de nuestra vida un infierno. Pero no me quejo, soy una mujer que vive levantándome todos los días a las 6 de la mañana para dar de comer a las cabras, separar lo baifos y hacer queso. Y de eso vivo. En mi caso no soy como este señor que lleva comiendo del dinero público toda su vida, engañando a la gente. Y no admito más amenazas difamatorias de este señor y sus acólitos.
-¿Qué le diría a Pedro San Ginés?
- No creo que pueda nunca hablar con ese ser. A lo largo de este tiempo también me he encontrado con otras personas a las que este hombre intentó arruinar su vida, que me han dado ánimos. Además no se ha dignado a darnos el pésame por su muerte. Tampoco ha querido pedir perdón por la salvajada que nos hizo a todos, y en especial a un señor en toda regla como era mi padre. Lejos de eso sigue ensuciando su nombre. Pide presunción de inocencia para él, y se hace la víctima mientras acusa a personas honradas. Además de malo, es un cobarde.
-¿Qué pretende con esta denuncia?
- Espero que que ningún político sin escrúpulos le vuelva a hacer esto a ninguna familia honrada de mi isla. Y también que se siente en el juzgado para que se atreva a mirar a la cara de mi madre, que acudirá al juicio, la mujer que más ha sufrido este infierno.