El pasado mes de agosto se cumplieron 28 años de la llegada de la primera patera a Canarias: en 1994, dos jóvenes de origen saharaui consiguieron alcanzar la costa de Fuerteventura a través de una ruta migratoria que, en la actualidad, se ha colocado como la más peligrosa del mundo.
Hoy en día, Lanzarote representa el peor eslabón de esta cadena: las cifras recogidas hasta septiembre de 2022 muestran que es la isla que acumula el mayor número de llegadas con un 38,6% -4.919 de un total de 12.737-, según datos de Cruz Roja.
Redwan Baddouh, activista y miembro de la Red Ciudadana de Solidaridad con los Migrantes, es una de las personas que intenta hacer un poco más sencilla la travesía de los casi 4.000 migrantes que han llegado al territorio conejero durante lo que llevamos de año, prestándoles "apoyo social y jurídico para que no se vulneren sus derechos".
Desde Argana al activismo migratorio
Baddouh es un joven de 18 años nacido en Arrecife que desde los 12, comenzó a involucrarse en el mundo de la acción social.
"Al principio no le ponía ese nombre. Simplemente iba al "poli" (pabellón de Argana Alta) y allí había una trabajadora social, Irene, que hacía actividades de dinamización en las que empecé a participar", explica.
A través de esa implicación, comenzaron a salir a flote las carencias de su barrio: "No teníamos infraestructuras de ocio, por lo que empecé a protestar para que se respetaran nuestos derechos como niños".
Tras ello, formó parte de la Asociación de Vecinos de Argana Alta y pasó por la Plataforma por una Vivienda Digna, hasta que en 2020 se dio de frente con la realidad migratoria, viendo que "llegaban pateras y más pateras y no entendía por qué", comenta, en referencia a la reactivación de la Ruta Canaria que se dio durante ese período.
A raíz de ello, él y un par de compañeros más comenzaron a informarse sobre el tema y crearon el colectivo Red Ciudadana de Solidaridad con los Migrantes "para intentar luchar por el respeto y el trato digno a las personas que llegaban", una batalla que continúa en el presente.
Lanzarote, un "desastre" en el tratamiento a los migrantes
Desde que en 2019 comenzara a reactivarse la Ruta Canaria, se ha producido un acelerón en las llegadas que ha ido viviendo picos más altos o más bajos -por ejemplo, el pasado septiembre desembarcaron en las islas 2.000 migrantes menos que en el mismo período de 2021-. Esta tendencia, que en general se ha mantenido al alza, ha evidenciado el "desastre" y la "falta de protocolos" que existe en Lanzarote para abordar la situación.
"Los últimos años han sido una auténtica locura... Ahora parece que la situación se ha estabilizado un poco con el CATE de Arrecife (Centro de Atención Temporal de Extranjeros), pero no creo que este sea un lugar adecuado donde instalar a personas", indica Baddouh.
El joven activista señala que no comprende esta arbitrariedad a la hora de tratar a los migrantes, puesto que "la administración estatal ha tenido tres décadas, desde aquella primera patera, para establecer recursos efectivos y reales, y no ha querido hacerlo".
"Cuando llega una embarcación no se sabe nada. Van al CATE, pero luego se desconoce si los van a desviar a Tenerife, Gran Canaria… No hay protocolos que respeten los derechos humanos en ningún punto de la cadena migratoria", añade.
Sin embargo, lo que más preocupa al voluntario es la "normalización" que se ha generalizado respecto a estos viajes, que tilda de "infrahumanos", y sobre el número de muertes: según cifras publicadas por la Organización Internacional para las Migraciones de la ONU, desde 2021, 1.532 personas han perdido la vida en la Ruta Canaria.
"A fin de cuentas, Canarias tiene alrededor un cementerio lleno de todas las personas que se dejan la vida, literalmente, para ejercer su derecho a migrar", sentencia Baddouh.
Una "odisea" que continúa durante la estancia en España
Y este es precisamente el primer hecho que "se vulnera respecto a los migrantes": "El artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece el derecho a migrar, pero la realidad es que se está obligando a estas personas a venir en embarcaciones peligrosas para ellos", detalla Baddouh. De la misma forma, señala que, a nivel estatal, "no ofrecemos otras alternativas ni tenemos intención de crear vías seguras y legales".
Más allá de esto, la odisea, a juicio del activista, continúa cuando los migrantes llegan a tierra y se ven coartados por una ley de extranjería "que los obliga a esperar tres años en situación irregular y sin ningún derecho, para conseguir el supuesto arraigo social que les permita obtener el permiso de residencia".
Sin embargo, el joven critica que este método carece de lógica, porque "los están abocando a tener que trabajar ilegalmente para poder vivir y también a que no puedan aportar nada a nuestro sistema".
El racismo institucional, la base del problema
Toda esta situación es lo que da origen a movimientos sociales y políticos que desinforman a través de instrumentos como "la falsa idea del efecto llamada: no existe, porque no hay ninguna forma de parar los flujos migratorios mundiales, siempre han existido por mucha frontera que queramos poner", argumenta el voluntario.
En ese sentido, también expresa que hay que desechar la creencia de que todas las personas negras o árabes vienen a Europa escapando del hambre: "Una vez conocí a un chico marroquí que vino en patera, no porque no pudiera cubrir sus necesidades básicas allí, sino porque era una persona con estudios universitarios y en su país nunca iba a poder ejercer. Venía en busca de su dignidad, no de comida. Y como él, hay muchos".
Baddouh achaca estas situaciones al profundo racismo que existe en España, que, a su juicio, viene en gran parte perpetrado por las instituciones.
"No quiero minimizar el racismo que hay en la calle, pero a mí me cuesta pedirle a alguien que no sea racista cuando está inmerso en un sistema con administraciones y leyes que lo son", detalla, poniendo como ejemplo su propio caso: no pudo obtener la nacionalidad nada más nacer, pese haberlo hecho en Lanzarote.
Esto se explica en que esta condición se obtiene por "derecho de sangre", de forma que "si una persona nace en cualquier país del mundo pero tiene progenitor español, aunque no haya pisado España jamás, sí obtiene la nacionalidad. Pero como mis padres son de Marruecos, aunque yo naciese aquí, no me la daban".
Premio Joven Canarias 2022
La trayectoria e implicación de Baddouh para con los movimientos asociativos, educativos, sociales y vecinales en Argana Alta lo han llevado a obtener el Premio Joven Canarias 2022, otorgado por la Consejería de Derechos Sociales, Igualdad, Diversidad y Juventud del Gobierno de Canarias.
Este reconocimiento hace reflexionar al joven sobre sus años dedicados al cuidado de los demás: "He visto la peor cara de la tragedia a través de la migración y, además, me he sentido muy solo a nivel de apoyo social. Los activistas que luchamos por los derechos migratorios estamos tremendamente criminalizados... Es como querer tirar un muro de hormigón a base de roces".
Pese a ello, inclina la balanza hacia la parte buena, recordando a todas las personas que ha conocido en estos años, gracias a quienes se ha enriquecido; y también rememora con una sonrisa los momentos en los que se centraba en el activismo de barrio "cuando reivindicábamos cosas y las conseguíamos".
"Los fallecimientos de la Ruta Canaria no son muertes, son asesinatos"
Sin embargo, con la inmigración es mucho más difícil obtener esa satisfacción, porque "por mucho que me duela, he llegado a comprender que es un tema que no voy a conseguir resolver".
Aunque reconoce haber tenido "muchas crisis existenciales" y haber gastado "demasiada energía en intentar concienciar a la gente", ahora se centra en las pequeñas acciones: "Si desde mi sitio y donde estoy puedo ayudar, al menos, a una o dos personas a continuar su proyecto migratorio y a respaldar sus derechos, me quedo feliz".
De cara al futuro, Baddouh no titbuea respecto a cómo le gustaría que concluyese la situación de la migración, tanto en Lanzarote como en toda España y Europa.
"Me gustaría ver que hay justicia social, que se respetan los derechos humanos y dejan de tratarse como papel mojado. Y, sobre todo, que se ha puesto fin a esta política asesina: porque los fallecimientos que se han derivado de la Ruta Canaria en todos estos años no son muertes, son asesinatos".