Pasadas las fiestas navideñas y las comidas copiosas durante más de dos semanas, lo primero que deciden muchos al comenzar el nuevo año es ponerse como meta hacer ejercicio físico y comer mejor para depurar el cuerpo pero, sobre todo, para quitarse esos kilos de más que la Navidad trae consigo.
Según la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, las fiestas navideñas pueden hacernos engordar de 2 a 4 kilos de media. Por ello, en estas fechas los gimnasios suelen experimentar un aumento de inscripciones. Lo mismo ocurre con las consultas de nutricionistas.
En muchas ocasiones, estos excesos provocan alteraciones en el cuerpo, como inflamación, gastroenteritis, estreñimiento, trastornos del sueño, dolores de cabeza y malestar general debido al consumo de alcohol y mezclas de diferentes comidas. "Algunas de estos efectos aparecen porque bebemos poca agua, hacemos menos ejercicio y los alimentos son más bajos en fibra", explica la nutricionista Flavia Baridón.
Antecedentes que provocan alteraciones en el organismo
Las fiestas navideñas hacen que nuestros horarios y nuestra rutina cambien por completo, lo que puede desembocar en estrés. "Cuando esto pasa, la gente quiere volver a la normalidad en un día pero no ocurre así porque depende de cada persona, pero todo requiere un proceso para desengancharnos", dice la nutricionista.
El primer paso clave para volver a recuperar la normalidad es hacer un balance e identificar en qué punto te encuentras y actuar, según asegura Baridón, "lo más pronto posible porque cuando postergamos, no ocurre y caemos en la procrastinación porque siempre encontramos mil excusas para no hacer ejercicio o retomar el plan de alimentación, si es que se tenía".
Tener un objetivo, y mantenerlo, es otra de las razones que ayudan a ponerse manos a la obra. "Lo de ponerse metas funciona, y también escribirlas, porque cuando cumplimos un plan y se lleva a cabo con éxito es porque tenemos una motivación, y es lo que nos va a sacar de la pereza", aconseja la dietista.
"También tenemos que ver cómo han sido nuestros hábitos antes de Navidad porque si han sido recientes o inestables durante el año y han sido interrumpidos en este mes, nos va a resultar más complicado reincorporarlos otra vez a nuestra vida diaria", declara.
Además, es importante analizar si nuestros hábitos, más allá de la alimentación, favorecen o no a nuestra salud, como el deporte, cómo pensamos, el trabajo y la mente. "Yo siempre digo que las emociones, el deporte y la alimentación son los tres pilares en la salud, por lo que debemos revisar bien el estado de estas tres cosas porque, dependiendo de cómo estén, van a retrasar o favorecer la aparición de enfermedades", indica la profesional.
Una alimentación lo más limpia posible
La alimentación es uno de los principales aspectos que se debe cuidar. Según Baridón, "en líneas generales, se debe procurar llevar una alimentación lo más limpia posible, es decir, que tenga el mínimo de aditivos, de procesados y que sea lo más natural que se pueda". En este sentido, un ejemplo es que si comemos arroz, lo mejor es comerlo al natural, pero no inflado o procesado de algún modo.
Las legumbres, las frutas y las verduras son fundamentales en una alimentación equilibrada. Los vegetales coloridos son indispensables para que haya mucha fibra y, además, que las grasas sean sanas, las cuales podemos encontrar, por ejemplo, en el aguacate, los frutos secos o los aceites vegetales extra virgen sin calentar.
Evitar el azúcar también es primordial porque a lo largo de las fiestas navideñas ya hemos consumido mucha cantidad por normal general. "Debemos tratar de evitarla a toda costa, como la miel, el azúcar refinado, la bollería, los chocolates y las golosinas porque ahora debemos desintoxicar el cuerpo", explica.
La inflamación que podamos llegar a sentir es un síntoma de que nos hemos pasado mucho comiendo. "La inflamación principalmente tiene lugar en el abdomen, pero mucha gente lo nota en todo el cuerpo, como en las bolsas de los ojos, en la cara, en las manos, en los pies y en la retención de líquidos", comenta la nutricionista.
Si conseguimos eliminar de nuestra dieta el azúcar, el alcohol y los alimentos procesados, la inflamación se reducirá. Sin embargo, es mejor eliminarlos poco a poco para que el cambio no sea tan drástico. Además, beber mucha agua y estar bien hidratado es otro de los primeros pasos que debemos tomar.
Objetivos realistas
Ponerse objetivos es una forma de motivarnos para llegar a la meta que queremos pero para poder conseguirlos deben ser realistas. "Si nos proponemos ir al gimnasio todos los días pero si sabes que no lo vas a cumplir, es mejor querer ir 3 o 4 días por semana", aconseja.
Los objetivos dependen de cada persona, puede ser en el ámbito del deporte o de la alimentación. Puede que alguien quiera dejar el azúcar o los fritos, o reducirlo para un día a la semana. "Lo recomendable es hacerlo de forma progresiva, no de un día para otro", asegura.
La idea de implantar un plan de alimentación en nuestras vidas es una muy buena opción que permite organizarnos día a día y, además, comprar lo justo y necesario a la hora de hacer la compra en el supermercado, evitando llevarnos a casa productos que no deberíamos consumir y al mismo tiempo, ahorrar dinero.
"También entra en juego la manera de pensar porque podemos pensar que qué difícil es ir a comer a un lugar que no sea una hamburguesería, pero tenemos que cambiar el enfoque porque son hábitos de vida", explica.
En cuanto al ejercicio físico, la nutricionista apuesta por "incluir ejercicios de fuerzan pero poco a poco porque es indispensable en la vida de todos, desde los niños hasta los ancianos". Un punto importante que destaca la profesional es que "no hay que darle tiempo a la mente a pensar cuando nos disponemos a hacer deporte, sino hacerlo ipso facto", pero no solo con el ejercicio físico, sino también con la alimentación.