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Medio siglo sin noticias de Albertito, el niño de San Bartolomé que desapareció en 1973

"Para mi madre es un niño Albertito. Así lo llamábamos y se sigue llamando en casa”. La de este lanzaroteño es la desaparición más larga de España

Albertito, el menor desaparecido en San Bartolomé en 1973. Foto: Cedida.

Hace cincuenta años que la vida de la familia Pérez Elvira se paralizó por completo. Su hijo mayor Albertito salió de la escuela pero nunca volvió a casa. Tenía 13 años la última vez que lo vieron e iba acompañado de su bicicleta azul. Este dos de julio se cumple medio siglo de la desaparición más larga de España, la de este vecino de San Bartolomé del que su familia no tiene rastro. 

"Para mi madre es su niño Albertito. Así lo llamábamos y se sigue llamando en casa”, narra su hermana pequeña Belén Elvira. Ella solo tenía unos meses cuando su familia se desquebrajó. Albertito era el mayor de seis hermanos, siempre salía del colegio a las cinco de la tarde e iba al bar a ayudar a su padre por si necesitaba cambiar dinero o comprar algo en el supermercado. Sin embargo, ese día a las ocho de la noche aún no había pasado por el bar.

El restaurante de su padre, bajo el nombre de Los Cazadores, estaba junto a la plaza de San Bartolomé y formaba “un triángulo de distancia” entre la vivienda familiar y el colegio al que acudía Albertito. “Todo estaba a cinco minutos en una dirección u otra de distancia”, explica su hermana. 

Albertito hacía esa ruta a diario, formaba parte de su rutina. Sin embargo, algo cambió ese día para que no volviese al bar de su padre. “Ese día mi hermano no apareció por el restaurante. Fue entonces cuando mi padre le preguntó a un cliente si podía acercarse a casa y preguntar a mi madre dónde estaba Albertito”, explica Belén Elvira. En ese momento, su madre se asustó porque pensaba que él estaba en el bar. En ese momento comenzó una búsqueda eterna tratando de encontrar a su hijo. 

La bicicleta azul, que siempre llevaba Albertito a rastras, tampoco estaba en casa. Fue de madrugada, cuando sus padres hallaron el vehículo en el cruce entre Güime y Playa Honda con una rueda pinchada.

“Por aquel entonces, Albertito, para ganarse un dinero, había decidido ponerse a repartir cartas” y así poder comprarse los cómics del Capitán Trueno que tanto le gustaban. Según pudo recabar la familia en ese momento, un taxista de San Bartolomé había visto al niño caminar y le preguntó a dónde iba, pero pensó que estaba entregando cartas.

El día de su desaparición, Albertito se había salido de los límites del pueblo, según el testimonio del taxista. “En ese momento hubo mucha precariedad de medios en la desaparición de mi hermano, era un niño y hubo mucha precariedad y descoordinación”, se lamenta su hermana.

Tampoco se organizaban las batidas habituales que ahora se ven en televisión. “No hubo batidas, ni rastreo, ni peinar la zona. Todo eso no existía, se encargaron dos personas, un agente de la Guardia Civil y uno de la policía secreta, nada más”, explica.

Retrato fisiológico en 3D de cómo se vería Albertito a sus 63 años

A lo largo de los años son muchas las teorías que se plantean en una familia que tiene que enfrentar las preguntas sin respuestas de un menor desaparecido. “Siempre pensamos que a mi hermano se lo llevaron o lo ayudaron a desaparecer. Un niño de 13 años, por muy despierto que fuese, no podía salir de una isla solo por sus propios medios en aquel momento. En aquel entonces, los horarios de guaguas, de avión o barco no eran como los de hoy en día”, recuerda su hermana.

La desaparición de Albertito supuso que su familia se hundiera. Su madre sufrió una "ceguera histérica" y Belén Elvira, con tan solo unos meses de vida, tuvo que ser cuidada por una vecina. Su hermana mayor tuvo que hacerse cargo de cuidar a los otros tres hermanos, empujada a ser madre antes de tiempo por las circunstancias.

“El no poder darle sepultura a un hijo, el no saber qué pasó, empezar un duelo, tener que reiniciar tu vida después de la desaparición de un hijo menor no llegas a superarlo”, reflexiona su hermana menor.

Tampoco pudieron pasar página sus hermanos, la mayor tenía once años y la segunda más pequeña, después de Belén Elvira, siete. “Todos y cada uno de ellos vivieron y tuvieron que aceptar el no entender esas carencias afectivas de una madre, esa estructura familiar, ni entender lo que estaba pasando”. 

La desaparición, frente a los ojos de otros

La familia de Albertito recibió el apoyo de los vecinos de San Bartolomé para localizar a su hijo el día de desaparición. Al día siguiente el mundo volvió a la normalidad, pero los padres y los hermanos del niño desaparecido nunca pudieron sentirse igual. Sin embargo, el hecho de rehacer su vida, de continuar su camino también ha sido criticado.

Dentro de la desesperanza de crecer con la ausencia de su hermano, Belén Elvira asegura que toparse con la crueldad de la gente y la “falta de empatía en el entorno” puede ser muy doloroso. 

“Las desapariciones, afortunadamente, no son habituales, no es algo que forme parte del día a día. Cuando alguien desaparece la gente no tiene esa empatía, somos capaces de juzgar, de valorar y de evaluar con frialdad y desde el desconocimiento a alguien que se está ahogando en un dolor abismal e incomparable porque no tiene precedentes”, asegura.  

Solo en el año 2022, se presentaron 22.285 denuncias por desapariciones en España de las que al concluir el año solo quedaron activas 5.411.

Además de ello, las llamadas y los bulos de personas que dicen haberlo visto en algún lugar no dejan de sucederse. Para la hermana menor de Albertito es importante que se persiga por ley a quienes pretenden hacer creer a sus familiares que los desaparecidos han sido vistos con vida.

"Hoy en día, aún después de 50 años, mi padre falleció con la esperanza de volverlo a ver. Tenemos la esperanza de que esté vivo y que algún momento lo podamos encontrar".

El padre de la familia murió hace un tiempo con la pena de no encontrar a Albertito, su madre de 81 años aún sigue viva. El día en el que el padre de Albertito murió y la familia tuvo que ir a aceptar el testamento tuvieron que enterrar jurídicamente también a su hermano mayor.

“Va a hacer 50 años que desapareció mi hermano. A día de hoy en día la gente sigue enjuiciando y haciendo juicios pueriles, juicios dolorosos de cómo las personas de esa unidad familiar retoman su vida. Está mal, les parece mal, si lloras, si no llora, si están afligidos”, asevera ahora en declaraciones a La Voz.

La desaparición de Albertito no está en los registros. Belén Elvira denuncia que hubo “muy mala praxis”, “carencias” y que no existió “un seguimiento del caso en el tiempo”. Las respuestas que no encontró dentro del sistema, las buscaron en otras alternativas. Belén Elvira se refugió en la Asociación de Paco Lobatón, un famoso periodista gaditano que ha basado su profesión en ayudar a familias de desaparecidos.

“Lleva muchos años con nosotros de la mano, sin soltarnos a todas las familias, en especial a mi madre que la ha tratado con mucho cariño, ha sido el que ha rescatado el caso de mi hermano, el que lo ha hecho mediático para que no se quede en el olvido en el que está”, agradece ahora a Lobatón

Belén Elvira también agradece al criminólogo canario Félix MacGrier Ríos que vaya a iniciar las gestiones para cotegar el ADN de Albertito con el bando de datos de cadáveres. A él lo conoció tratando de dar difusión de la desaparición de su hermano en el programa Cuarto Milenio de Iker Jiménez. 

"Te vas creando una imagen de él y lo hacen ver como un héroe. Cuando creces y te das cuenta de las carencias del dolor de una madre empieza un periodo de rabia. Si se marchó porque quiso a mí me han robado una infancia, si lo hicieron desaparecer a mí me han robado una infancia y a mi madre y a mi familia, una vida", se lamenta Belen Elvira. 

"Seguiré luchando y alzando fuerte la voz para que se consiga más visibilidad. Seguiré gritando fuertemente que busquen a sus desaparecidos", concluye Belén Elvira.

Albertito (c) junto a cuatro de sus hermanos