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Los comerciantes de Gómez Ulla, indignados con las obras: "Están destrozando el comercio"

"Hartos" de que haya "una obra tras otra", algunos afirman que sus pérdidas alcanzan el 60 por ciento. Se plantean querellarse contra el Ayuntamiento "por daños y perjuicios"...

Los comerciantes de Gómez Ulla, indignados con las obras: Están destrozando el comercio
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Pavimento levantado en los márgenes, vallas en las aceras, polvo, comercios vacíos o cerrados y comerciantes llenos de indignación. Así se encuentra la capitalina calle Gómez Ulla, por la que apenas se ven transeúntes y ningún vehículo, pues lleva semanas cerrada al tráfico. Después de haber vivido una obra tras otra, inundaciones y, ahora, una nueva obra y un nuevo cierre al tráfico, los comerciantes de esta calle se declaran "hartos" de la situación. Hablan de pérdidas que no paran de crecer y clientes que dejan de ir a sus establecimientos y, con sus locales vaciándose día a día, su malestar es tal que se plantean incluso querellarse contra el Ayuntamiento por daños y perjuicios.

Con estos últimos trabajos, se están cambiando todas las tuberías de abastecimiento de esa calle y muchas otras colindantes. Los comerciantes aseguran que esas obras son "necesarias", pero no comprenden que se cierre al tráfico esa vía y las bocacalles cercanas, "sin dejar acceso" para que los clientes puedan seguir acudiendo a sus establecimientos, en lugar de trabajar por tramos. "Para eso están los cruces, haces hasta un cruce y puedes seguir yendo por toda la calle, lo terminas y pasas al siguiente", reclama uno de los dueños de una peluquería. 

Sin embargo, denuncian que ese tramo de inicio de la calle lleva "más de dos meses cerrado", a pesar de que hace un mes se reunieron con el concejal de Obras, Manuel Hernández Noda, y, según afirman, les "prometió" que "en 4 semanas como máximo estaría terminado". Ahora reclaman que, no obstante, los trabajos no tienen visos de terminar. "Sólo hace falta mirar, es la una de la tarde y no hay nadie trabajando. Donde yo vivía antes, no dejaban hacer esto. Trabajaban mañana y tarde y si hacía falta también ponían un turno de noche para acabar las calles", señala el propietario de la peluquería. "Lo único que pedimos es que si la obra se tiene que hacer al menos faciliten accesos, que no corten todas las calles y dejen a la gente sin poder llegar a los comercios", agrega su compañera.

 "Si contamos que cerraron la calle desde arriba, ya llevan 4 meses con las obras", explica Lorenzo Suárez, el propietario de un supermercado de la zona. "Antes de hacer una obra tendrán que planificar por dónde pasan los coches, por dónde pasan los transeúntes, a lo loco no se puede cortar y dejar sin acceso a los comercios, porque estamos afectados", lamenta la propietaria de la peluquería. Mientras, el dueño del concesionario de la esquina apostilla que las cosas siguen haciéndose "al trancazo, como siempre". 

 

"Tenemos pérdidas de hasta el 60%"


Según aseguran, en el último año al menos 5 comercios de la calle han echado el cierre, porque con la calle cerrada y sin apenas clientela "no podían aguantar más". Cada uno de estos comerciantes tiene su propia historia de frustración a causa de las obras. Pedro, el dueño del concesionario, tiene varias vallas delante de su establecimiento, donde una excavadora se afana en perforar el suelo. "No se puede entrar ni salir, sacar o meter un coche es imposible", lamenta. Este comerciante expone que en más de una ocasión ha perdido la venta de un vehículo porque el comprador no podía llevárselo. "Esta misma mañana vinieron para probar un coche, ¿dónde lo vamos a probar, dentro de la tienda? Así no se puede". 

Lorenzo, el dueño del supermercado, explica que tiene que hacer "auténticas virguerías" para llevar la mercancía hasta el establecimiento. Con la calle Gómez Ulla cortada, la perpendicular Santo Domingo también, al igual que la intersección con la calle García Escámez, los camiones tienen que aparcar a varias manzanas de su tienda y, para cuando llegan los productos, "la cadena del frío de los alimentos ya se ha roto", comenta. El comerciante afirma que sus pérdidas desde las obras del año pasado (que finalizaron en mayo de 2014) son "de hasta un 60 por ciento". 

Juan Miguel, que regenta un establecimiento de comida preparada a pocos metros de ese supermercado, narra cómo tuvo que deshacerse "de 600 euros en comida" a causa de los trabajos. "Vino Sanidad y por el polvo de las obras me botó toda la comida a la basura, ¿quién me paga eso? Nadie. Ni dan ayudas para pagar eso ni nada", clama. Mientras, la dueña de la peluquería de enfrente comenta que por su establecimiento no ha pasado más que una clienta en toda la mañana. "Desde la mañana hasta por la noche, la conversación con los clientes siempre es la misma: es que no hay sitio para aparcar, no hay sitio para moverse, no podemos llegar, perdí la vez, ya se me hace tarde… Al final no vienen", continúa su compañero, que afirma que han perdido entre el 70 y el 80 por ciento de su clientela habitual. 

 

Obras en cadena y "ninguna compensación"


Ésta no es la primera vez que se levanta el pavimento de la calle Gómez Ulla en los últimos meses. Las obras en esta calle se han convertido en los últimos años en algo habitual, del mismo modo que es habitual que, a pesar de los trabajos en las canalizaciones, las aguas fecales salgan a flote cada vez que llueve en Arrecife. 

Los propios comerciantes señalan, con indignación, que la calle estuvo "siete meses cerrada" el año pasado. Se refieren así a las obras del Plan de Barrios que concluyeron en mayo de 2014. A pesar de haberse adjudicado en 2008, ese Plan quedó inconcluso antes de las elecciones de 2011 y no se terminó hasta 2014. En el caso de la calle Gómez Ulla, esas reformas se centraron, además de en mejorar las aceras, repintar la señalización e instalar pilastras para evitar el estacionamiento en pasos de cebra, en separar y sustituir la canalización de pluviales y aguas negras. Aquellas actuaciones, sin embargo, se probaron insuficientes tan sólo unos meses después, cuando con las lluvias de noviembre las alcantarillas volvieron a desbordarse y de nuevo emergieron las vergüenzas de la ciudad. El entonces alcalde, Manuel Fajardo Feo, y el presidente del Cabildo, Pedro San Ginés, tuvieron que disculparse públicamente con los vecinos en aquella ocasión.

"Ahora vuelven a abrir después de haber asfaltado toda la calle y gastarse un dinero porque hay que poner tuberías. ¿El año que viene qué va a ser? Todos los años es una cosa", protesta uno de ellos. Lorenzo recuerda, molesto, que tras aquellas obras les dijeron que "el Ayuntamiento tendría algún tipo de compensación con los comerciantes".  "Este año nos vuelven a cerrar la calle y el Ayuntamiento se lava las manos diciendo que no tiene nada que ver, que el alcalde es nuevo y no tiene nada que ver con el del año pasado". "Montelongo (actual alcalde de Arrecife) dijo que nos compensaría, nos lo dijo de palabra claro, nada por escrito", apunta otro comerciante. Sin embargo, todos coinciden en subrayar que no les ha "llegado nada".

 

"Nos están obligando a poner una querella"


Ante esta situación, los comerciantes se están planteando incluso querellarse contra el Ayuntamiento por daños y perjuicios. "Nos están obligando a ir al Juzgado a poner una querella. Estamos al paso de eso. Ya estamos en contacto hasta con abogados para presentar una querella por daños y perjuicios. En una calle donde no tienes un cartel diciendo qué tipo de obra es, quién es el responsable, cuándo se empieza y cuándo se termina, alguien tiene que  tener una responsabilidad de todo esto", reivindica Lorenzo.

Mientras todos asienten con el ceño fruncido ante las explicaciones de Lorenzo, uno de los dueños de la peluquería apunta que podrían presentarla "conjunta o individualmente: la que mejor salga y más daño haga". "El Ayuntamiento está consiguiendo que cierren todos los comerciantes", agrega después. 

Y es que estos comerciantes están visiblemente preocupados por sus negocios, pero también por "los empleados, que se van a la calle" si se ven obligados a cerrar, y por sus casas, "porque todos tenemos hipotecas que pagar". Se sienten desamparados, "ciudadanos de tercera o de cuarta", en palabras de Pedro. Mientras reiteran que, "como todos", también ellos pagan impuestos, la dueña de la peluquería lo resume en una sola frase: "lo pagamos con nuestro sudor, pero también con nuestro sueldo".