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José Ferrer desveló el lado "desconocido" de José María Gil Santana

Ofreció una conferencia acerca de la vida de este vecino de Gáldar afincado en San Bartolomé a finales del siglo XIX. Gil Santana, al que muchos relacionan únicamente con la Agrupación Folclórica Ajei fue partícipe de muchas otras causas en la isla...Vea la galería de imágenes

José Ferrer desveló el lado "desconocido" de José María Gil Santana

"Semblanza personal de don José María Gil Santana". Ese es el título que llevaba la conferencia que pronunció José Ferrer Perdomo, miembro numerario de la Academia de Ciencias, Ingenierías y Humanidades de Lanzarote, el pasado miércoles en el salón de actos del Museo Tanit en San Bartolomé. Ferrer explicó una parte para muchos hasta ahora desconocida, ya que todo aquel que le conoció solo le relacionaba con la Agrupación Folclórica Ajei. Con todo lujo de detalles, el conferenciante fue comentando al mismo tiempo que mostraba en una gran pantalla fechas y datos más personales de don José María Gil.

Nacido el día 8 de junio de 1.887 en la ciudad de Gáldar, en Gran Canaria, su padre era marinero, trotamundos y cambullonero, un trabajador incansable que luchó para poder sacar adelante a la familia. En el año 1.896, su hermano mayor Antonio es nombrado coadjutor de la iglesia de Guadalupe en Teguise y Don José María también se viene con él a Lanzarote, con solo 9 años. Trece años después y mientras su hermano el sacerdote se encontraba oficiando misa en Haría, se produjo el devastador incendio que destruyó según los historiadores la iglesia más bonita de Canarias, que volvió a abrirse al culto en el año 1915, cuando Don José María Gil contaba con 14 años.

El grancanario regresó de nuevo a Galdar a causa de una dolencia. Un bulto en la espalda le producía unos fuertes dolores muy constantes y para los que aquí en Lanzarote no encontraba solución alguna. Aunque le habían asegurado que en Gran Canaria tendría más posibilidades para curarse, Gil fue a peor y 4 años más tarde, cuando apenas alcanzaba la mayoría de edad, quedó paralítico de cintura hacia abajo, además de jorobado. Sin embargo, con su gran fuerza de voluntad y la ayuda de su familia, visitaban a todo aquel que le podía aliviar, hasta que en una de tantas visitas le aconsejaron que comprara un kilo de tuétano de vaca y que lo hirviese. Una vez hervido, debía dejarlo. Quedaba convertido entonces en una especie de crema con la que debía untarse para que el dolor desapareciera.

A partir de ese momento, comienza para él una nueva vida. Su inquietud lo lleva a interesarse por los oficios de esterero, hojalatero, platero, relojero, aprendiendo también solfeo y así un largo etcétera. Tuvo también gran interés en aprender a tocar el violín, un instrumento que acabaría acompañándole toda su vida, llegando a formar una pequeña formación musical y así ganarse unas perrillas tocando en los famosos bailes de salón de aquella época. Fue así, precisamente, como Gil Santana conoció a su mujer, una joven del pueblo de Guatiza, María Cejudo, con la que se casó y tuvieron cinco hijos.

Entonces alquiló un local en la calle Fajardo en Arrecife, para trabajar como relojero, y también viajó hasta Barcelona para obtener su carné de conducir. En el año 1936 es nombrado alcalde de San Bartolomé y, como en esos años un alcalde no solo no ganaba nada, sino que, al contrario, podía costarle algunas pesetas el cargo, a los tres años pidió que le cesaran.

Entre otros logros, el ya ex alcalde, junto al párroco don Víctor San Martín inicia los primeros contactos para comprar el solar y años más tarde construir la Sociedad El Porvenir de San Bartolomé y también fue presidente de la Sociedad Democracia en Arrecife. En el año 1953, su hijo mayor, Juan Gil Cejudo, termina su carrera como médico y toda la familia se traslada hasta Mancha Blanca para dar gracias a la Virgen de Los Dolores, algo muy habitual en aquellos tiempos.

Aunque muchos solo le relacionan con la Agrupación Folclórica Ajei, Don José María Gil Santana, muy amañado y dado a prestarse a todo tipo de iniciativas, nunca tuvo tiempo para aburrirse. Falleció en San Bartolomé en el año 1981 a la edad de 93 años y tanto San Bartolomé como Gáldar le dedicaron una calle a su nombre. Una vez finalizada la conferencia, Tito Perera, el director de la Agrupación Guadarfia que aprendió a tocar la mandolina con Don Jose María, sorprendió a José Ferrer Perdomo haciendo acto de presencia en el salón con unos amigos tocadores y cantadores obsequiándole con varias canciones canarias.