En un día cualquiera del año, pueden caer a la Tierra más de 200 toneladas de material extraterráqueo, lo que evidencia que lo sucedido en Gran Canaria el pasado miércoles 30 de noviembre y los sucesivos bólidos
que se han divisado en el cielo canario durante los siguientes días son un hecho “totalmente normal”.
Así lo ha explicado el astrónomo y colaborador de la Sociedad Malagueña de Astronomía, Gustavo Muler, quien ha afirmado en unas declaraciones a La Voz que este impacto de material contra la superficie “sucede constantemente”: “El material orbita y en algún momento, debido a la fuerza de gravedad, choca con la atmósfera, tanto de noche como de día”. En ese sentido, el profesional recuerda el famoso Bólido de Cheliábinsk, que también cayó a la tierra durante el día, como en el caso de Gran Canaria, aunque el ruso corrió peor suerte: “Fue una piedra de unos 15 metros, y afectó a 1.200 personas”. “El de Gran Canaria causó tanto estruendo porque su velocidad era más fuerte que la del sonido”, ilustra Muler.
Meteoritos, bólidos, estrellas fugaces…
Para determinar si un objeto es un meteorito o bólido, se debe tener en cuenta su recorrido, ya que si llega a la superficie terrestre y es tangible se trata del primero de los tipos. Por su parte, si no llega hasta
nosotros, se trata de un bólido.
“Tomando el ejemplo de una estrella fugaz -algo que la mayoría de las personas reconoce-, este cuerpo celeste es un potencial meteoroide, pero como no llega a impactar no se considera meteorito. Por tanto, cualquier piedrita que esté dando vueltas por el sistema solar, sea más pequeño que un asteroide (menos de 50 metros de diámetro) y posea una luz que dure más de cinco segundos, podemos hablar de bólido”, explica Muler.
“No hay que tenerle miedo a la vida”
Pese a su frecuencia y afluencia, puesto que según el astrónomo “este año se han captado muchísimos, una media de 5 o 6 por noche”, la mayoría de bólidos no son peligrosos y, en el caso de que lo fuesen, podrían
controlarse. Muler indica que hoy en día existen herramientas que permiten “detectar la gran mayoría de cuerpos superiores a 15 metros” y también, para “calcular sus órbitas y desviarlos” en caso de que se acerquen demasiado a la Tierra.
“No hay que tenerle miedo a la vida”, defiende el profesional, y recuerda que esa “vida” está presente en nuestro día a día: “Todo el tiempo cae hierro, níquel, magnesio… De hecho, el hierro que corre por nuestras venas y parte de lo que comemos, probablemente haya llegado del cielo.Somos polvo de estrellas”, concluye.