"Entré por una agresión. Todavía no sé por qué lo hice". A Fortunato le duele recordar su pasado. Habla con calma y medita cada palabra que finalmente pronuncia con sensatez, aunque con una emoción contenida. Pide perdón por ello, porque se le corta la voz."Me dijeron una vez: "trata a un hombre con respeto y se comportará mejor".
Ahora se siente mejor. "Al principio entré con importantes problemas emocionales". Recuerda sus primeros días como algo "gris". Cuando le dijeron que iría a presión, se le "cayó el mundo encima". Pero allí dentro ha sabido canalizar sus sentimientos. "Cambia todo. Se valoran otras cosas y tiene su parte positiva. Cosas que creías que eran de una manera, te das cuenta que son de otra. Te replanteas todo". Siente que ha aprendido también a conocer lo que tenía fuera. "Te das cuenta que hay gente que no es como pensabas, y los que antes te adulaban, resulta que no lo son y al revés".
"Esto es un guiso de emociones", describe Faustino con gran acierto. Ahora es cocinero en la cárcel. No le dejan innovar mucho, porque tienen que seguir una dieta, pero está satisfecho porque el otro día pudo hacer unas pizzas. "Incluida la masa".
Faustino quiere hablar, pero la emoción le puede. Este martes, le sonríen los ojos. Espera librarse de cocina para ir al encuentro literario de la tarde.