Eguzkiñe Zerain visitó Lanzarote por primera vez con 15 años y en cuanto fue mayor de edad se mudó a la isla, donde se formó en cerámica. Hoy, además de muchos particulares, cuenta entre sus clientes con algunos de los hoteles más innovadores de Lanzarote. En una entrevista con Ekonomus desvela cuánto hay de la isla en sus obras, habla del impacto que le causó la obra de César Manrique y anima a los jóvenes que sientan el arte su interior, a expresarlo.
- ¿Cómo llegaste a Lanzarote y qué es lo que te decidió a mudarte a la isla?
Cuando tenía 15 vine de vacaciones porque tenía familia aquí y me enamoré de la isla. Me encantó la gente y siempre quise venir a vivir, así que cuando fui mayor de edad di el paso y me vine.
"En Lanzarote el arte se valora y hay trabajo, aunque no se puede forzar o calcular, va sucediendo"
- ¿Crees que el arte en general y la cerámica en particular puede ser una buena salida profesional para los jóvenes en la isla? ¿Hay negocio para más ceramistas?
Sí, trabajo hay, aunque el arte es algo que no se puede forzar o calcular, va sucediendo. Si es algo que sucede en ti y lo tienes que expresar, ahí vas a encontrar una salida profesional. Sobre todo si puedes con la desconfianza que se suele generar a tu alrededor cuando empiezas un proyecto artístico. Además, creo que en Lanzarote el arte se valora.
- ¿Cómo ha evolucionado tu obra desde que empezaste con la cerámica?
Empecé con la reproducción de obras arqueológicas con el barro de la isla, de la montaña. Una época en la que exploré la técnica aborigen de cocer con fuego y trabajarlo todo a mano. Más tarde exploré otros materiales que pueden perdurar más, para piezas que se puedan utilizar todos los días.
- ¿Qué hay de Lanzarote en tus obras?
Las piezas hablan de la isla y de su naturaleza, que es muy viva, el viento, el caos, la lava… la irregularidad y la belleza… Pero no es algo que yo me haya propuesto, es algo que veo después, cuando las termino, o cuando la gente me lo dice. Creo que en las piezas expreso mi amor por la isla.
- ¿Quiénes son tus principales clientes, alguna nacionalidad en particular? ¿Y entre los hoteles?
El turismo en general, aunque ahora poco a poco también está llegando a la gente de la isla. En cuanto a nacionalidades un poco de todo, tal vez los franceses los que más. También el turismo español, que quizá antes no tenía tanto aprecio a la cerámica, ha evolucionado hacia una mayor apreciación para tener en su día a día piezas hechas a mano.
Entre los hoteles, el primero y con el que me siento muy unida, es el Buenavista Lanzarote Country Suites. Ahí puedes encontrar las piezas tanto para la decoración como para los desayunos. Después trabajo un poquito también con Alava Suites y muy a menudo con el restaurante del Hotel Palacio Ico. Nautilus también tiene algunas piezas mías.
Además he empezado a trabajar recientemente con el nuevo Melia Salinas Paradisus, que tiene muchas ganas de trabajar con artistas locales, hablando con ellos sentí mucho respeto por la obra.
"Cuando llegué a la isla y vi el Monumento al Campesino la primera vez con 15 años, me acuerdo del enorme impacto que supuso para mi"
- ¿Cada pieza tuya es única, no es así?
Sí, cada pieza es diferente. Cada colección tiene un color, un acabado, una forma, ninguna es igual.
- ¿Tu obra más económica y tu obra más cara?
Mi obra más económica cuesta 24 euros, puede ser un plato, un vaso o un bol… y mi obra más cara está haciéndose (risas).
- He visto que trabajas con dos materiales principales, la cerámica de Limoges y los barros refractarios, cuéntanos, ¿Cómo se trabajan?
Por un lado uso porcelana de Limoges, y por otro barro refractario, que me mandan desde Valencia. Lo uso en blanco, negro y gris y lo trabajo a alta temperatura, cocido a 1.250 grados. Normalmente va esmaltado para uso culinario, lo puedes meter tanto en el lavavajillas como en el microondas. El barro de Lanzarote no es tan resistente. Yo utilizo el barro de la montaña de Los Valles para algunas decoraciones o acabados.
- ¿Qué opinas de la figura de César Manrique?, ¿te ha inspirado su obra de alguna manera?
Cuando llegué a la isla y vi el Monumento al Campesino la primera vez con 15 años, me acuerdo del enorme impacto que supuso para mi. He ido conociendo su figura más y más a lo largo de mis años en la isla y creo que es una figura que anima e inspira a todo lo que sea crear y valorar la naturaleza. Me parece que es una figura de valor, que tenía un contacto muy fuerte con el territorio, con los materiales y con la tierra. Creo que su base era la belleza, la naturaleza y ese amor a la isla, que promovía por todos los lados.