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Cuando el maltrato no es el único problema

María del Carmen es una de las mujeres que engrosan las estadísticas de víctimas de malos tratos, pero cuya historia tiene voz propia. Una mujer valiente que cogió su maleta desde la ...

Cuando el maltrato no es el único problema

María del Carmen es una de las mujeres que engrosan las estadísticas de víctimas de malos tratos, pero cuya historia tiene voz propia. Una mujer valiente que cogió su maleta desde la otra punta de España y aterrizó en Lanzarote el pasado 1 de agosto, huyendo de su marido. La había intentado matar hasta en tres ocasiones en un solo día. Nunca olvidará la fecha del 29 de junio cuando en el hospital comprobaron que sufría alopecia de varios centímetros en su cabeza y eso, era lo menos grave.

Lo pensó mucho porque la decisión suponía dejar en su Galicia natal sus raíces, su familia, su casa, pero sin que se le quiebre la voz, recuerda que decidió que "antes de perder la vida, era mejor perder todo lo que tenía", así que con unas pocas cosas, su "dignidad casi intacta" y su "honorabilidad", como ella misma explica, llegó a la isla para vivir en la casa de acogida para mujeres maltratadas que existe en Arrecife. Ahora se define como una mujer destrozada, porque asegura que le han quitado esa honorabilidad personas que para Mª Carmen, "están ahí para ayudarte, personas en las que confías y que luego te destrozan".

Ha denunciado ante el Juzgado de Instrucción Nº 1 de Arrecife el supuestotrato discriminatorio y abuso de poder a dos de las educadoras de la casa de acogida bajo cuya tutela ha vivido durante dos meses, hasta el pasado 1 de noviembre, día en el que según relata Mª Carmen, la echaron de la casa, "de noche", recuerda ella, para vivir desde entonces en una pensión de la capital pagada por Servicios Sociales.

Servicios Sociales guarda silencio

La casa de acogida en cuestión y sus trabajadoras forman parte de la red de recursos de que dispone el Instituto Canario de la Mujer para atender a mujeres víctimas de violencia de género y está gestionada por la Consejería de Servicios Sociales del Cabildo de Lanzarote. Tanto el consejero del área, Joaquín Caraballo como la responsable técnica del área de la Mujer, Eugenia Torres, coinciden en que no pueden hacer ningún tipo de valoración de lo ocurrido con Mª Carmen porque "estamos en medio de una solicitud del juez y no podemos decir nada", explica Eugenia Torres, "respeto profundamente cualquier decisión que tomen las mujeres y esperamos que se resuelva rápido". "Estos casos ocurren" asegura el consejero de Servicios Sociales, "ahora mismo estamos atendiendo los requerimientos del juez, toda la información que nos va pidiendo la estamos facilitando". Pero Mª Carmen sí quiere contar su historia. "No quiero que nadie pase por el infierno que estoy pasando".

Encontronazos

María del Carmen cuenta que cuando llegó a la casa se sintió muy a gusto y el trato recibido en un principio por las educadoras fue bueno, hasta que las cosas empezaron a cambiar. Pese a que se define como una mujer tranquila y recuerda que "no discutía con nadie" en el tiempo que estuvo compartiendo hogar con otras mujeres en su misma situación, algunas de ellas con niños, notó cómo el ambiente "se enrarecía", según Mª Carmen porque había empezado a ocupar sus tardes con un curso y ya no tenía tanto tiempo para hacer cosas en la casa.

Después de tener algún encontronazo por esta cuestión con una de las educadoras, la situación se tensó hasta el punto de que el 31 de octubre le entregaron una notificación de la Consejería de Asuntos Sociales ante la "reiterada comunicación por parte del equipo educativo de partes de incidencia" a causa de los supuestos incumplimientos de Mª Carmen de las normas de la casa. Según la notificación las faltas cometidas eran "no realizar las tareas de limpieza, falta de respeto a las trabajadoras de los recursos alojativos, activar recursos de emergencia sin motivo, salidas sin decir la hora de llegada y no dejar el móvil en el despacho".

Mª Carmen considera injustos estos partes porque asegura que siempre ha cumplido con sus tareas, avisó cuando algún día llegó tarde y lo hizo a través del único teléfono que le habían facilitado, el 112, cuya llamada motivó la activación del protocolo de emergencia que le achacan. Además mantiene que si no entregaba el teléfono móvil en el despacho de la casa, era "porque se olvidaba de que lo

tenía en el bolso".

Una cárcel para Mª Carmen

Mª Carmen insiste en que nunca faltó al respeto a las educadoras. "Lo único que hacía era hacer valer mis derechos", explica en el escrito de denuncia que presentó el pasado 3 de noviembre en el Juzgado. Allí defendió que sus derechos fundamentales "estaban siendo violados (?) llegando incluso a privarme de la libertad de movimiento", porque según cuenta en varias ocasiones solicitó permiso para salir en el horario establecido, hasta las 21:00 horas de domingo a jueves y hasta las 22:00 el resto, y que llegaron a denegarlo. "En lugar de una casa de acogida parece un reformatorio", opina Mª Carmen que además denunció supuestas "coacciones, maltrato psicológico y trato humillante" hacia su persona.

El punto final a la cadena de desencuentros entre las responsables de la casa y Mª Carmen llegó cuando el pasado 1 de noviembre y después de que según ella, alguna responsable de la casa hubiera entrado en su cuarto sin su permiso, le obligaron a dejar la casa de acogida. "Querían que firmara la baja voluntaria, decían que yo no era feliz en la casa y que lo mejor, es que me fuera". Así sobre las 22:00 horas una educadora le trasladó a una pensión, "sola porque no conocía a nadie y sin recursos" explica. "Cuando salí de la casa pensaba en que el delito lo había cometido mi marido, y la que parecía el reo, era yo".

Desde entonces ocupa sus días paseando, leyendo o tomando un café en soledad. Sostiene que los únicos servicios que le presta la Consejería son el pago de la pensión y una comida que no es apropiada."Mi dieta ha sido a base de bocadillos". No recibe tratamiento psicológico alguno porque la profesional que la trataba, nunca atendió sus reclamaciones acerca de los problemas con los que se encontró en la casa de acogida. Durante cuatro semanas ha esperado como agua de mayo una nueva plaza en una casa de acogida cerca de su comunidad y por fin, esta semana la Consejería de Servicios Sociales le ha dado la buena noticia, que le ha permitido tomar un avión hacia alguna parte, donde seguirá en paradero desconocido intentando empezar una nueva vida, mientras espera que juzguen a su marido, en libertad con cargos en este momento, según cuenta.