La Voz de Lanzarote continúa publicando una nueva remesa de microrrelatos, que participan en el concurso literario de Radio Lanzarote-Onda Cero. Casi 60 pequeños cuentos concursan ya en este certamen, al que se pueden seguir enviando microrrelatos hasta el próximo 31 de agosto.
Todos los textos deben cumplir una serie de condiciones, como no superar las 100 palabras, título incluido, e incluir una historia de terror o miedo, en la que la radio también esté presente.
Por participante se pueden enviar un máximo de cinto cuentos al correo electrónico concursorelatos@lanzarotemedia.net.
Majorette
Pseudónimo: Majorette
Estrenando carnet salí con Carpentier a practicar en Suzzuki. Radio a tope, carretera abandonada. Estacioné en un pequeño poblado. Anochecía, él sacó yerba, fumamos, hablábamos……
?Qué casualidad, dijo. Ahí hay una casa abandonada. Una noche vine con mi compi a robar caoba, pero a cada paso que daba sentía algo detrás de mí. Cuando paraba sonaba música marcial. Salimos por patas.
Nos extrañó ver a una majorette acercándose al Suzzuki. Subimos las ventanillas por precaución. De pronto, algo arañaba nuestras puertas, la radio reprodujo aquella siniestra marcha, la farola tembló y explotó. Nos abrazamos y juntos gritamos
?¡Nooooooo!
Duelo de Timples
Pseudónimo: Parrandero
Apagué el transistor y me puse a afinar el timple en la penumbra, sentado junto al camino. Al punteo de cada una de mis cuerdas respondía un sonido igual detrás de mí. Rasqué MI, sonó MI, luego SOL, se oyó SOL, después LA Séptima, e idem. Intrigado me giré. Un ser de
ultratumba tocaba una guitarra de juguete. Boquiabierto dije:
? ¡Pero si no tiene cuerdas!
? Con cuerdas toca cualquiera, amigo –respondió y siguió.
Una ISA salía de su bolsillo. Luego, más lejos, sonó una FOLÍA punteada. Boté la guitarrita con asco y entré corriendo, erizado, cagadito.
Sentidos
Autor: Chals
Paseaba, como siempre pensando en 10 cosas a la vez. Un callejón se convertía en atajo para llegar a casa, quería llegar ya.
Y se fue la luz...sobresalto. Odio la oscuridad, así que saqué el móvil para guiarme.
Escucho pisadas...escalofrío. La poca luz me deja ver una silueta de alguien que se esconde...tensión. Empiezo a correr, pero esa persona también lo hace. Cincuenta, cien metros, ciento cincuenta...ya no puedo más, pero el instinto de supervivencia no me deja parar.
Vuelve la luz y leo un cartel (Radio Lanzarote). Salvación.
Provocación
Autor: Chals
Después de tomar una copa, vuelvo a casa. Al girar la esquina, un grupo de 5 chicos se dirige hacia mí.
-¿Tienes un cigarro? (risas)
-No.
-¿Y tienes dinero? Dame cinco euros.
- No tengo nada.
Los intento esquivar y salir de esa situación, pero no me dejan pasar.
-¿A dónde vas?
-A mi casa, ¿me dejas pasar?
-No. Dame la cartera.
La situación está a punto de empeorar. Corro en dirección contraria.
Rápidamente comienzan a seguirme y a separarse. Intento hacer una
llamada desesperada, llamo a Radio Lanzarote. Me empujan, el móvil
sale disparado. Sólo me queda gritar.
Mal gusto
Autor: Chals
Era la noche de San Juan. Bailábamos como locos escuchando música de Radio Lanzarote. Unas copas de más nos incitaron a bañarnos en el agua oscura que parecía petróleo. No me importó, porque estaba actuando de manera impulsiva.
Éramos muchos, pero pronto salieron casi todos. Eva y yo nos quedamos
un poco más.
Repentinamente...
-Eva, algo me acaba de tocar.
-¡Aah! –gritó Eva y desapareció.
-Eva déjate de bromas.
Ya llevaba medio minuto debajo del agua. Me asusté y salí desesperadamente.
-¡Era broma!
Una broma de mal gusto, pero ¿por qué yo tenía un corte en la pierna?
Sangría
Autor: Dúo
-Señor, hay indicios de que el Presidente es un vampiro. La declaración de varios imputados lo vinculan con las sangrías.
-No es suficiente. Buscan un acuerdo. Cierre el caso.
Apenas salió el inspector, el Fiscal telefoneó a la Radio.
-Periodista, te doy una exclusiva sobre los vampiros. Pero no vayas más allá de lo que te diga. Te juegas la subvención de Presidencia.
Más tarde, el Fiscal haría otra llamada.
-Presidente, me han dicho que esa familia desahuciada tenía una calidad excepcional,…brindaremos por ellos,…con su sangre.
La Deuda
Autor: J.M. Peymon
…..Hoy era el día, la fecha marcada en el calendario, el momento
señalado, en el que el mundo se detiene. En la radio se escuchan las
instrucciones para el toque de queda. No hay nadie en las calles,
puertas y ventanas cerradas al igual que el alma y el corazón del
hombre temeroso. Como el Sabio vaticinara al comienzo de los tiempos,
la muerte se cernirá sobre la faz de la tierra y el elegido dejará
este mundo para pagar el precio de la existencia. ¿Seré yo?, ¿serás
tu?, ¿quién pagará el eterno tributo?, esta herencia, esta deuda.
A contraluz
Autor: Ricardo Flores Sánchez-Pastor
La luz mortecina de la tarde atravesaba la cristalera, atenuando el
azulado de sus moratones, mientras en la radio se escuchaban la notas
de Blowin in the wind, una vieja canción de los 80.
La puerta de la calle comenzó abrirse y una mueca de horror se dibujó
en su cara.
Perdona "cariño" he perdido un poco el control no volverá a suceder.
Un líquido fluido y templado, comenzó a bajar por sus piernas,
haciendo un pequeño charco sobre el parquet.
Todo volvía a comenzar.
Sin Título
Autor: Estrellita48
Caminaba vacilante por la acera. Algo iba mal, un fuego intenso ardía
en sus entrañas, mientras le resultaba cada vez más difícil respirar.
Un pensamiento estalló como una bomba en su cerebro: ¡¡veneno!! ¡¡le
habían envenenado!!
Su boca se abrió en busca de un aire que se negaba a entrar, sus ojos
reflejaron el terror a una muerte inminente, cayó desmadejado y su
corazón dejó de latir.
En la radio de una vivienda colindante sonaba una canción: Julio
Iglesias, la vida sigue igual.
Unos golpes, un niño botando su pelota. De repente un grito: ¡¡Mamá,
mamá!! ¡¡Un perro muerto!!
El coche
Autor: Estrellita48
El tremendo impacto al chocar el coche contra el árbol le dejó aturdido unos minutos. El habitáculo se llenó de humo y pronto vio el resplandor de las llamas iluminando la noche. Intentó quitarse el cinturón pero no podía. Sintió un enorme miedo: iba a morir abrasado.
El calor del fuego en sus pies se hacía ya insoportable. Por fin la hebilla cedió y abandonó el coche precipitadamente.
Al quemarse los cables se produjo un cortocircuito que puso en marcha la radio a todo volumen, escuchándose una alegre canción.
Solo supo decir: ¡Me alegro de que mueras cantando!