Fue la despedida perfecta. El austriaco Thomas Weissenberger cruzó volando la isla de Lanzarote el último día del año. Fue su final perfecto y lo ha querido contar a los lectores de La Voz. Este hombre despegó de Famara a las 11.00 horas y pudo ser testigo de un cielo "hermoso". Logró estar sólo en el cielo a bordo de su ala delta durante tres horas y 40 minutos, que fue lo que duró su vuelo.
"Poco a poco fui haciendo camino hacia el Risco de Famara, un acantilado vertical de 600 metros de altura y 20 kilómetros de largo", relata. Después de volar durante 5 kilómetros por las colinas inferiores del risco, consiguió llegar hasta la cresta grande de Famara. "El viento en el borde del acantilado era el adecuado y a partir de ahí empecé a correr. Mi primera baliza fue el cabo norte de Lanzarote, incluso avanzando dos kilómetros mas allá de la costa cerca de la isla de La Graciosa. Una visión épica", indica.
"A la vuelta no me pude resistir e hice algunas pasadas rápidas sobre el Mirador del Río. Después de alguna diversión acrobática me dirigí de nuevo a la carrera por el acantilado hasta el despegue. Después de esta ida y vuelta de 50 kilómetros repetí el trayecto una vez más hasta el cabo norte de la Isla. Volar a lo largo de este risco es simplemente impresionante", señala este austriaco.
En su segundo vuelo, Thomas Weissenberger cruzó "el desierto de El Jable" y se dirigió hacia La Geria. "Veía un volcán tras otro, mientras hacía fotografías. Fue un vuelo único sobre ese paisaje lunar, hasta que finalmente llegué a Femés", cuenta. Desde allí, se dirigió a Playa Blanca, por el pueblo de Las Breñas. Alcanzó el Faro de Pechiguera y siguió volando sobre el mar abierto.
"Las vistas hacia Fuerteventura eran cristalinas y era como una invitación para seguir", explica. Finalmente decidió aterrizar en Playa Blanca "con una gran sonrisa" en su cara. Pero la prueba no acabó aquí, ya que una hora más tarde este austriaco culminó sobrevolando las aguas azules de Playa Dorada.