Era su sueño, su vivienda ideal. Empeñaron parte de sus vidas o, al menos, de su dinero, y ahora se encuentran inmersos en una pesadilla. La situación del edificio denominado Siglo XXI, que se ubica en la playa de El Reducto, en Arrecife, está muy lejos de ser lujosa, como confiaban sus compradores. Pese a que el Ayuntamiento de Arrecife firmó a finales de mayo las cédulas de habitabilidad de las 162 viviendas, el problema de este edificio está muy lejos de solucionarse. El inmueble, que todavía no ha sido entregado a los propietarios, acumula ya un retraso de más de cuatro años.
Esto ha minado a muchos compradores, 30 de los cuales intentaron dar marcha atrás en esta compra-venta, consiguiendo que la Justicia obligara a la promotora a devolverles el dinero de la entrada de los pisos. Sin embargo, este reingreso nunca se produjo, por lo que los afectados solicitaron medidas cautelares y la Justicia acabó embargando de forma preventiva todas las viviendas de este edificio.
Ahora, los compradores que sí quieren seguir adelante y que ya han pagado su entrada se encuentran con un piso embargado cautelarmente por la Justicia. Además, por si fuera poco, se enfrentan a otro problema que hace que no se atrevan a completar la compra. Y es que la promotora no sólo debe dinero a los particulares que denunciaron y quieren recuperar el importe de la entrada, sino también al banco que le concedió el crédito para realizar esta obra, y que también tiene el edificio como garantía. Es decir, que si la empresa no hace frente a esa deuda, el banco podría reclamar la propiedad del inmueble. En definitiva, una especie de "pescadilla que se muerde la cola", en la que la promotora no tiene liquidez para pagar al banco y a los particulares porque no vende los pisos, y los compradores están atrapados pero no se atreven a completar la operación y entregar el dinero que falta.
Una historia negra
Esta historia se remonta a finales de 2003, principios de 2004, cuando muchos ciudadanos decidieron adquirir estas viviendas sobre plano. El edificio debía estar culminado en febrero de 2007, aunque la promotora tenía seis meses de prórroga "por si surgían problemas", según relata a La Voz uno de los afectados, que prefiere mantenerse en el anonimato. "Iba por allí y veía que no terminaban nunca. Preguntaba y sólo me daban largas", indica.
Pero, además, empezaron a salir a la luz las deficiencias del propio edificio, aún sin terminar. "Hubo problemas de inundaciones, entró el agua por los sótanos, por los garajes? Tuvieron que impermeabilizarlo otra vez, se pegaron un año achicando agua, porque se filtró agua del mar", señala, al tiempo que recuerda que en noviembre de 2009 fallecieron dos obreros en un accidente laboral. "El edificio está gafado", indica este hombre.
Harto de tener que seguir pagando un alquiler por otro piso y de que su supuesta vivienda de lujo, de dos habitaciones, no llegara nunca, este comprador intentó dar marcha atrás. "Me cansé y me acordé de que en el contrato de compra-venta había una cláusula, en la que se especificaba que si yo ya no estaba interesado en la casa me devolvían las cantidades que había entregado como entrada más los intereses", señala.Entonces, decidió enviar un burofax a la promotora para comunicarles su intención.
Denuncia y embargo
Nunca recibió respuesta y decidió ir a los Juzgados a finales de 2009. La sentencia salió en marzo de 2010 y dio la razón a este comprador, que como otros 30 afectados recurrieron a la Justicia. Todos estos fallos obligaban a la promotora Masar a finalizar loscontratos de compra-venta, ya que había incumplido los plazos de entrega de los pisos. Además, condenaba a la empresa a devolver a los compradores el dinero depositado como entrada, más los intereses. Sin embargo, ante esta sentencia cabía recurso y Masar recurrió ante la Audiencia Provincial de Las Palmas. Por lo tanto, los afectados siguen esperando a que les devuelvan su dinero.
Pero la historia no queda aquí. Ante esta impotencia, varios compradores decidieron volver a los Juzgados, lograron que la Justicia les concediera medidas cautelares para asegurarse el cobro en un futuro y que acordara el embargo de todos los pisos de este edificio. Con lo cual, hasta que la promotora no pague a los denunciantes el dinero de la entrada, el resto de compradores que sí quiere seguir con esta compra-venta deben soportar el embargo sobre sus viviendas.
"Es decir, al que ya no quiere comprar no le devuelven el dinero porque la promotora no lo tiene, y el que quiere seguir con su compra tiene que soportar un embargo judicial", que se suma al derecho que tiene el banco sobre el edificio. "Evidentemente, así nadie quiere comprar, porque temen que el banco pueda quedarse con todas las viviendas, ya que el crédito hipotecario (que firmó la promotora con el banco) es anterior al embargo", asegura un letrado en ejercicio.
La única solución en estos momentos sería que Masar llegara a un acuerdo con cada uno de los denunciantes, les devolviera el dinero, se levantaran los embargos y pudiera seguir vendiendo sin problemas. Pero, de momento, esto parece estar muy lejos de la realidad.
Cansados y hartos
Los compradores se encuentran absolutamente cansados y hartos por esta situación "No quiero la casa, no quiero ni ver el edificio, no quiera saber nada de todo esto", indica uno de los afectados. "Si el banco se quedara con las viviendas sería un escándalo, porque dejaría en la calle a mucha gente que ha pagado por sus casas", señala.
Precisamente esto último puede suceder y éste es el gran temor de los compradores que sí quieren seguir con este proceso de adquisición de una vivienda en el Siglo XXI.
"Compré un piso en este edificio hace seis años y cada vez que pasa el tiempo se me va quitando la ilusión en esa casa", afirma una compradora, que también consultó con su abogado qué podía hacer para salir de esta encrucijada. "Me dijo que tenía dos opciones: o renunciar al piso y meterme a pleitos con la promotora, que no tiene liquidez, con lo cual no me va a devolver el dinero; o esperar. He decidido esperar", señala.
Esta mujer no puede "permitirse el lujo de perder el dinero" que invirtió en su momento. "Era una cantidad considerable, así que para no perderlo todo, esperaré a que se solucione aunque lo veo complicado", lamenta, al tiempo que se muestra "muy preocupada" porque el banco pueda quedarse con su vivienda. "Eso puede pasar, y me da miedo", indica.
Pero, más allá del dinero y más allá de los pleitos y del tiempo perdido, a muchos compradores lo que ya no les queda es "ilusión" en esas viviendas, en ese edificio que debía ser de lujo y que se ha convertido en una pesadilla.
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