Política

La libertad de estar preso

{{Juan Fernando}}: "[Tahíche es mi primera casa->11982]" {{Francisco}}: "[Mi hija nació un día antes de ingresar en prisión->11981]"{{Fortunato}}: "[Trata a un hombre con respeto y se comportará mejor->11980]".

La libertad de estar preso

Las emociones en Tahíche son, como el tiempo, relativas. Se ríe con la misma facilidad con la que se llora. El pasado duele a la mayoría de los internos, pero el presente se valora, aunque no olvidan donde están, y el futuro es siempre un aliciente. Porque el futuro, allí dentro, significa libertad.

Las cárceles no tienen por qué ser oscuras. O al menos no lo fue Tahíche el pasado martes. Había luz, mucha luz. Los jardines del interior de la prisión, el blanco de los edificios, la disposición de las salas, la normalidad de la gente dibujaban una escena costumbrista. "El marco ayuda", comenta Jesús, educador de la prisión, y el "ambiente también". El ambiente para Jesús lo constituye la gente, y no sabe qué es, por qué ocurre, pero asegura que "Tahíche es especial" y "no hay conflictividad entre los internos".

Como el tiempo es relativo, el reloj discurre dependiendo de lo que sucede allí y en Tahíche, a menudo, suceden cosas. El martes, por ejemplo, se paró el reloj de la cárcel. O quizá siguió corriendo en otra dimensión más personal para todos los que participaron en el programa radiofónico, Balcón al Mar, de Radio Lanzarote, que con motivo del Día del Libro, se grabó, y se creó en la prisión y con ella.

"Aquí tienes algo que es muy importante, que es el tiempo. Aquí dentro eres rico en eso y como todas las herramientas es positivo depende de dónde se emplee". Al principio a Fortunato le costó mucho. Cuando entran apenas tienen actividades. Pasan mucho tiempo en el patio. Ahora, se siente un "privilegiado" porque trabaja en cocina, lo que le permite tener un "dinerillo". Fotunato ha cumplido los cincuenta en prisión. Invierte mucho tiempo en escribir. Se nota que tiene mucho que decir. Es emotivo. Sensato. Para este particular Día del Libro que han celebrado ha redactado una reflexión sobre lo que los libros significan para él y la leyó aquella mañana de martes, en directo, para todo Lanzarote.

Lo hizo también su compañero Juan Fernando, a quien le quedan pocos días para cumplir su condena, pero él eligió el verso para expresar sus ganas de "volar". Francisco, otro de los internos, está a punto de transcribir a ordenador y registrar un libro sobre la historia aborigen de Fuerteventura, porque según un estudio que realizó el Cabildo de la isla vecina, es uno de los catorce nativos aborígenes que quedan allí y quiere plasmar su historia, la de sus padres y la de sus abuelos. Cada uno eligió so origen, pero todos desembocaron en un punto: la libertad. Perdieron el "pudor". Y se mostraron sin maquillaje, como lo sentían. A voz quebrada.

Para romper más con los conceptos de la prisión de Tahíche, aquella mañana de martes, mientras se emitía el programa, la música que sonaba en el patio y el trasiego de gente confundían la prisión con la plaza de un pueblo. Los acordes de las guitarras y unas voces a pleno pulmón, que parecían querer traspasar los muros de Tahíche, dirigían la atención al Centro Cultural, donde también se encuentra la sala de ordenadores en las que estaba Dimás Martín, como "está a menudo", comenta un compañero suyo.

En la sala de ensayos del Centro Cultural, donde imparte el taller de música Yoriel, de Amigos de Tierra, Yoni, Alex, Fermín, Diego, Abian y Alejandro ensayaban con "el profe" la canción que poco después tenían que interpretar en el programa. Están formando un grupo, aunque todavía no tienen nombre. "Evolución Tahíche. ¿Qué os parece?", propone uno. "Son del mundo", dispone otro. Todavía es pronto. Hace poco que han iniciado las clases en estos talleres, pero están entusiasmados con la idea de revolucionar la cárcel con su formación musical. Por otra parte, reclaman más instrumentos. "Desde que llegué aquí en 2004 no se han comprado cuerdas para la guitarra, y he tenido que cambiarlas de un instrumento a otro", se queja uno de los internos. Mientras uno reivindica, Abian comienza a imitar con gran acierto a Sabina. Se entusiasma y toca rápido. Yoriel le calma. Les avisan para que se preparen. Están a punto de debutar ante las ondas.

La otra libertad

"Eres aliado de la verdad, de la razón, de la sabiduría, de la luz. Atesoras la experiencia y el optimismo. No imagino el mundo sin ti. Me contaste algo sobre la libertad, entendida no como un término absoluto, más bien como una sensación, un estado de ánimo, un poder elegir. Tú me has ayudado a comprender que las rejas y los cerrojos no están en mi mente. Gracias por hacerme libre, amigo libro". Con estas letras creó Faustino un relato en esas horas que tanto sobran en prisión. Siente que en Tahíche se han agudizado sus capacidades creativas. "Ahí fuera hay una inercia que te lleva a cumplir una serie de expectativas. Como si vas en un coche y vas muy rápido. Aquí tienes que tomarte las cosas con más calma", reflexiona Fortunato, a quien se le empañan los ojos cuando relata su historia. "Entré aquí por una agresión. Todavía no sé por qué lo hice", se calla. "Ni sé por qué me emociono tanto".Será el viento. "Hace un día precioso", sonríe.

Justo al lado de pesada puerta verde de la entrada de Tahíche, una placa recoge el artículo 25.2 de la Constitución Española. "Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social y no podrán consistir en trabajos forzados". La cárcel no es un castigo, aunque se sienta como tal y desde luego no un paraíso, pero los internos son conscientes de las posibilidades que se les ofrecen en la reeducación, y se esfuerzan por participar en las actividades. El subdirector de la cárcel, José Luis Oraduy subraya el incremento de internos en la participación de los talleres.

"La reinserción es un palabra muy grande. La prisión actúa a modo de un servicio público para favorecer el autoconocimiento, y a medida que se vaya capacitando será más favorable para el mañana. Pero los procesos no son tan sencillos como que haya una causa efecto por participar en un taller", argumenta José Luis. A pesar de que los resultados no sean inmediatos, los responsables de esta reeduación saben que es un primer paso hacia el objetivo final que tienen que conseguir ellos mismos. "Si vamos trabajando con los efectos de la drogodependencia y estamos restando el consumo y conseguimos que la abstinencia sea más prolongada y que sean más consciente, todo esto va disminuyendo los factores de riesgo que inicialmente han podido llevarles a prisión".

Desde hace unos meses, Amigos de Tierra se ha incorporado a las actividades del centro, activando su dinamización y la oferta de talleres, que se impartían en el centro y que en un principio tenían una perspectiva más terapeútica. Ahora Javier Rahím dirige los talleres de literatura y Yoriel Carmona los de música. Está previsto que se amplíen los días de talleres. Además, organizan conciertos en la cárcel, dentro del proyecto de la Sala Tierra, que han sido capaces de "conseguir la absolución" de algunos internos. Juan Fernando recibió un "indulto" en el último concierto. "Me sacó de aquí por unas horas. Cantaron ópera y yo nunca lo habían escuchado. Y yo estaba volando y dije ¿Dónde estoy? Ya no estoy en Tahíche".

El mito de Tahíche

"Tahíche me ha ayudado más como centro que como cárcel. A mí si me das en la cabeza, no camino, y yo ahora lo estoy haciendo por mi propia voluntad y me está saliendo bien", comenta Juan Fernando. Ahora se siente relajado pero con la fuerza suficiente para no volver a consumir. Allí tiene su lucha porque ha sido lo que le ha llevado a prisión en más de una ocasión. Y no pudo despedirse de su madre que murió en 2003. Su padre también falleció en 2005. "De él sí me pude despedir". Juan Fernando derrocha el optimismo de la superación. Ahora siente que tiene las cosas más clara. Se lo debe a Tahíche, dice, y a Ramón, otro interno, que es como su padre.

Tahíche siempre ha tenido buena prensa y hasta que no se accede y se palpa la humanidad, no se entiende. "Aquí me quieren", dice Juan Fernando hinchado de orgullo, como se hinchan los amados. "Se respeta", añade Fortunato.Jesús asegura que "hay un ambiente relajado. No hay conflicto. Quizá lo da la gente de la isla que es más relajada. Hay poco stress y eso se transmite. Nunca ha habido

conflictividad".

"A pesar de estar masificados, porque da pena cómo están" ? actualmente en Tahíche hay cerca de 200 internos con una capacidad para cerca de 80 personas ? "nadie se quiere ir por cómo viven aquí y las posibilidades que tienen", comenta Jesús. En principio la ampliación de la cárcel vendría a dar respuesta a esta demanda, aunque aún se desconoce la fecha de finalización de las obras. Reconoce que esta masificación hace que a veces falten aulas y en algunas ocasiones, "las actividades que nos ofrecen no podemos darlas porque no tenemos espacios". Pero los internos sienten que tienen posibilidades en su desarrollo personal. Los sentimientos en la cárcel de Tahíche son relativos, pero auténticos.

Juan Fernando: "[Tahíche es mi primera casa->11982]"

Francisco: "[Mi hija nació un día antes de ingresar en prisión->11981]"

Fortunato: "[Trata a un hombre con respeto y se comportará mejor->11980]".