Se anunció este verano como "el primer museo semisumergido del mundo", pero ha terminado siendo uno de los más efímeros. La última obra de Jason deCaires Taylor, financiada por un grupo hotelero en Maldivas, fue derribada la pasada semana por el "significativo sentir público en contra de la instalación", según publica el diario The Guardian, que cita un comunicado emitido por la oficina del presidente del país.
Esta obra, similar a la que deCaires trajo a Lanzarote y a las que el mismo artista ha llevado a otros países, se instaló a pocos metros de una playa y fue financiada con fondos privados, pero despertó una importante polémica en Maldivas. El motivo es que la obra incluía 30 esculturas y el Islam, que es la religión oficial del país, 'desaconseja' el uso de figuras humanas. Según The Guardian, el comunicado emitido por el Gobierno de Maldivas llegaba a referirse a ellas como "budhu", que significa ídolo, "cuya adoración se considera un pecado en el Islam".
Finalmente, el diario explica que el Gobierno ordenó la destrucción de la obra, después de que un tribunal dictaminara que era una amenaza para la "unidad islámica y la paz y los intereses del estado maldivo". Además, cita declaraciones del propio Jason deCaires Taylor, que afirma estar "extremadamente conmocionado y desconsolado" por la "destrucción" de sus esculturas. "El Coralarium fue concebido para conectar a los seres humanos con el medio ambiente y un espacio enriquecedor para la vida marina para prosperar. ¡Nada más! Maldivas sigue siendo hermosa, con una población cálida y amigable, pero fue un día triste para el arte y un día triste para el medio ambiente", ha afirmado el artista.
El grupo hotelero que pagó la obra afirma que "respeta las tradiciones"
Por su parte, el grupo Accor, que fue quien financió esta obra frente a su complejo hotelero, ha afirmado estar "sorprendido" por lo ocurrido, aunque afirma que "respeta" a "las personas, las tradiciones y las costumbres de las Maldivas" y que el derribo se llevó a cabo de forma "pacífica y amistosa". En cuanto a la obra, precisa que la estructura se ha mantenido, eliminándose solo las esculturas, y que ahora pretenden readaptarla y hacer "una nueva galería submarina que estará en armonía con los lugareños y el medio ambiente".
En cuanto al proceso de creación que describe el diario, fue muy similar al empleado en Lanzarote con el museo submarino, incluyendo el uso de modelos reales para hacer las esculturas. En el caso del Museo Atlántico instalado junto al puerto deportivo ilegal Marina Rubicón, fue financiado con fondos públicos de los Centros Turísticos dependientes del Cabildo de Lanzarote.
La diferencia con el de Maldivas es que ése no está completamente sumergido, ya que unas figuras estaban bajo el agua y otras sobre la marea, lo que les llevó a defender que era "el primero "semisumergido" del mundo. En el caso del Museo Atlántico de Lanzarote, también se anunció en su día como "el primer museo submarino de Europa", aunque ya entonces fue cuestionada esta afirmación.
Turquía ya contaba con un museo submarino cuando se inauguró el de Lanzarote, aunque desde el Cabildo alegaron que la ciudad exacta donde se ubica pertenece al continente asiático y no al europeo. Además, también hay un "parque histórico submarino" en Croacia, al que los medios de comunicación se refieren como museo; y otro sin salir de Canarias, en La Palma, donde se ubica un parque temático submarino compuesto por las figuras de los Enanos de la Bajada de la Virgen.
Autor también de los caballos que pagaron los Centros
Además, Jason deCaires también es el autor de las esculturas colocadas por los Centros Turísticos junto al Castillo de San José. Inicialmente, desde los Centros plantearon adquirir también las esculturas de esos caballos, que son una réplica de las creadas por este artista para instalarlas en el Támesis. Sin embargo, las críticas lanzadas entonces por la oposición evitaron que se entregaran otros 200.000 euros a deCaires por esas esculturas.
Finalmente, los CACT optaron por una "cesión" de esa obra durante diez años, que también implicó un desembolso económico para las arcas públicas. Concretamente, el Cabildo se comprometió a pagar tanto el "material" como los "costes logísticos de producción" y de "instalación" de esas esculturas -cuando en realidad ya estaban realizadas y colocadas-, que señalaron que ascendía a más de 15.000 euros.
Según explicó entonces el consejero Echedey Eugenio, los moldes de esas esculturas, réplicas de las instaladas en Londres, se hicieron en Lanzarote, mientras los Centros Turísticos pagaban el taller que utilizaba el artista en un local del puerto ilegal Marina Rubicón.