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Las eras y alcogidas, los salvavidas de los lanzaroteños cuando la escasez reinaba en la isla

Las labores que se llevaban a cabo en ellas pasaban por recoger y almacenar el agua y trillar cereales para poder separar la cáscara de granos como el trigo, la cebada o el millo

Era en una de las montañas de La Asomada. Foto: Juan Mateos

Lanzarote es, junto a Fuerteventura, una de las islas más desérticas del archipiélago canario y donde conseguir agua ha sido siempre un verdadero reto. De media, las precipitaciones en la isla apenas llegan a los 200 litros por metro cuadrado anuales que caen, sobre todo, en los meses de otoño e invierno.

Debido a estas condiciones de sequía, los lanzaroteños tenían que ingeniárselas como fuera para poder recoger y almacenar de la manera más efectiva el agua de lluvia. Por ello surgieron las alcogidas, unas construcciones que se establecían en las laderas de las montañas o zonas con mucha pendiente para que el agua de lluvia se deslizara con mayor facilidad.

Justo al final de la ladera se encontraba un enorme aljibe para almacenar toda esa agua y así poder dedicarlo a la agricultura, al ganado y al propio consumo humano en una época donde no había tuberías, desaladoras ni ninguna otra forma de suministro.

Con la llegada de la primera desaladora a Lanzarote en el año 1.964, de forma casi inmediata se comenzó a abandonar el uso de las alcogidas. Gracias a la construcción de las plantas desalinizadoras, la vida de los lanzaroteños mejoró en lo que respecta al agua, ya que aseguraba el suministro y una cómoda distribución.

 

Diferentes usos de las eras

En cuanto a las eras, se utilizaban para otros usos como la trilla de cereales. Debido a que el cultivo de productos como la cebada, el millo o el trigo era muy importante en la isla, estos espacios servían para trillar estos cereales, es decir, a separar la cáscara del grano.

Esta trilla se realizaba normalmente con la ayuda de los camellos, uno de los animales que ha estado ligado históricamente a Lanzarote y cuya ayuda era vital en diferentes tareas como el transporte, la carga o la agricultura.

Otra de las utilidades que se le atribuía a estos espacios era la de pista de baile. Actualmente tenemos plazas y escenarios que se montan durante las fiestas, pero antiguamente, los pueblos no tenían estas facilidades y las eras eran la superficie perfecta para bailar en las verbenas. También se llevaban a cabo luchadas en ellas.

 

Valor histórico y patrimonial

En la actualidad, las eras y las alcogidas pasan desapercibidas para una sociedad lanzaroteña que ha crecido con ellas. Probablemente muchos lleguen a pensar que son una parte intrínseca de las montañas donde se encuentra porque se puede decir que, en algunos casos, están mimetizadas en el paisaje.

Es por ello por lo que es importante darle el valor que merece para que las nuevas generaciones conozcan este "salvavidas" que ayudó a no morir de sed a nuestros antepasados y facilitó el trabajo en el campo. Su valor histórico y patrimonial han marcado el camino de Lanzarote y se le debe dar el reconocimiento que merece.

Por eso, el Ayuntamiento de Yaiza ha aprobado la moción presentada por el PSOE para recuperar y proteger las eras del municipio. Además, proponen incluir las eras en el Inventario Arquitectónico Municipal, así como la instalación de puntos informativos que promuevan su historia y valor cultural entre la población.

 

Alcogidas repartidas por Lanzarote

A lo largo de la isla hay diferentes alcogidas, sobre todo de pequeño tamaño, pero hay dos que destacan por ser las más grandes. Una de ellas es la que se encuentra en el norte de la isla, en el municipio de Haría. Se trata de la que está en la falda del Volcán de La Corona, la que seguramente fuera a que más agua recogía debido a su situación geográfica al norte de Lanzarote y tiene más de un kilometro de longitud. 

Otra de las más descomunales es la que se encuentra en la ladera de la montaña situada entre los pueblos de La Asomada y Conil, en el municipio de Tías. En esta zona sur de la isla la importancia de las alcogidas era aún mayor porque la sequía se acentuaba aún más.