La nueva edición del Concurso de Microrrelatos de Radio Lanzarote sigue su curso y esta semana ha sumado 33 nuevas historias. Cabe recordar que el plazo para enviar los relatos para participar en el certamen concluirá el próximo 31 de agosto y que este año la radio rinde homenaje al escritor Rafael Arozarena.
Por ello, la propuesta es construir un relato que suponga una continuación a las palabras finales de la novela "Mararía", que dicen así: "En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros..."
Como en ediciones anteriores, la radio deberá formar parte de la historia y la extensión máxima de los relatos tendrá que ser de 100 palabras, incluido el título en el caso de que lo lleve. Cada autor podrá enviar hasta un máximo de cinco relatos, que podrá firmar con pseudónimo, aunque deberá indicar siempre un nombre y un teléfono de contacto.
Las propuestas literarias serán publicadas de forma semanal, si cumplen con los requisitos, en La Voz de Lanzarote. Quienes lo deseen podrán enviar sus obras a la dirección concursorelatos@lanzarotemedia.net, indicando en el asunto del email: Concurso de Microrrelatos 2017.
La última lágrima
En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros que anunciaban una muerte. Venían en busca de su belleza y sus recuerdos de amor.
En ese melancólico instante ella recordó su vida pasada y escuchó a lo lejos un radioteatro emitido por la radio. Suspiró y pensó en la protagonista de ese radioteatro que fue amada, deseada como ella y rodó la última lágrima por sus mejillas antes de que su alma volara a la par de esos pájaros negros.
Ajenos
En el cielo, unos pájaros negros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros...
... que azotaban sus alas al viento con extremada fuerza, castigaban los oídos a todos aquellos que osaban vigilar su vuelo. Y en una pequeña casa oscura, ajena a la tormenta; quejidos, susurros, lamentos; se entregaban a plenitud.
La radio: "Bésame, bésame ".
Sus manos entrelazadas golpeando rítmicamente la ventana. Como queriendo romperla envueltos en una protesta, dejando su huella fugaz en una nube de hielo, ciñendo su piel bañados por el vaho.
Una flor.
Al ponerse el Sol
Al obscurecido oigo cantar en conjunto en unos árboles de hojas verdes frente a mi casa gorriones tórtolas y petirrojos.
Todos gorgoreando al unísono antes de aferrarse a las ramas de los árboles forman una nube de colores.
Predominando el color negro, están asustados porque en la calle merodean gatos negros incontrolados
y muy cerca en una casa hay palomas enjauladas
Escucho mi radio hasta altas horas de la madrugada como de costumbre y pienso en todo lo que he leo de Mararía de Rafael Arozarena
Al día siguiente hace un sol de justicia.
Recuerdos
En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros para advertir de la belleza triste.
Recuerdo cada consejo suyo, las tardes que pasábamos junto a la arena de la playa o los dichosos atardeceres en los hermosos campos verdes.
Fugaces destellos de esperanza definen una tarde febril con la radio como amiga, deseoso de encontrar recuperado a mi padre, tras aquel repentino infarto.
Sin título
En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol;unos pájaros negros... unos pájaros tristes, creo yo, unos pájaros enredados entre más que cuernos, del sol, auras de ellos, aquellos que nos dejan, pájaros más que pájaros ondas veo yo, ondas quizás de radio, quizás de la radio triste de aquel que nombraba las auras de aquellos que nos dejan por las ondas de ella, la radio, quizás esos pájaros son las ondas enfadadas al pensar que él, Francisco José, no se aprovechará de ellas para despedir a esos cuernos del sol que nos dejan, y que solo él, convertían en rayos de sol y en pájaros las ondas.
Esclavitud
En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros, rapidez en sus alas.
Desde mi ventana escuchando una dulce melodía en mi vieja radio, recordé aquella leyenda sobre la enigmática joven y su amarga vejez.
¡Maldita mujer, maldito nacer! No importa lo que sintió y su dolor de amor. ¡Bruja! Gritaban.
Ella ansiaba la Libertad de sus días. Apagué la radio. Dolor de huesos, dolor del alma. No hay mayor condena que la esclavitud de una vida.
Matándote el alma
En el cielo unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos;unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol, unos pájaros negros...
-Mal presagio.- pensé.
La radio apagué con rabia. Las dulces baladas enmudecieron sin protestar.
Mi mirada de desdén se posó en la tuya.
Tus ojos, que antes me enamoraron con la caricia del que ama, ahora...solamente desprecio me devolvían porque, sin saberlo, matándote el alma estaba.
-No te quiero. dijiste.
Ya no hay mentiras ni palabras aprendidas.
Los pájaros negros con el sol se iban...con ellos me fui aquel día.
Sin título
…Que descendieron sobre los hombres para tomar venganza; Les comieron los ojos, picaron sus medulas, cortaban sus dedos, escarbaban la boca y sacaban nuestras almas, apretujadas y maltrechas, nos liberaban de una muerte bella. Remontaron el vuelo con nuestras orejas en sus picos, la radio transmitía los últimos fantasmas de esta ciudad, gritábamos, pero no podíamos escucharnos. Se acomodaron cerca de la antena, les gusta la música, comer tímpanos y campanitas, subimos al nido del águila, dormimos en la orilla del abismo, cuidábamos al resto de espíritus, hasta que una mañana…
Locutor
En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros anunciaban su final: Su última mañana en la radio. Más de cuarenta años acompañando a los oyentes. Más de media vida, cercano a los habitantes. Con lágrimas cercanas, se despedía. Miles de historias contadas, miles de anécdotas día tras día. En directo, sin pausa…
Hoy, eran sus últimas palabras en aquellos micrófonos desgastados por su voz.
En la calle, bajo los negros pájaros, un grupo de gente le esperaba para agradecerle su dedicación.
Muerte
En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros que ansiaban libertad.
Melodías en la radio, compañía al caminante. Respiraba, andaba y observaba ¡Jamás abandonaré esta tierra! Repetía. Me ha dado lo que soy en vida.
Al llegar la muerte, con humildad le dijo: No sé lo que allá me encontraré, pero esta isla me dio todo lo que deseé.
La muerte silenciosa, le envolvió con su negro manto y dejó su espíritu vagar en la orilla del mar. La dulce melodía continuaba.
A Rafael
En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros como el azabache. Ellos son fruto de tu imaginación y tus horas. Ellos terminaron tu creación, pero siguen batiendo sus alas. Viven en cualquier parte. Pluma mágica que con su vaivén envolviste historias, recuerdos y magia.
Tu recuerdo embellece Canarias. ¡Qué mejor homenaje, Rafael, que seguir inmortalizado en las más lindas palabras!
Mientras conducía, escuchaba a la locutora de radio esta sentida cercanía.
Héroe
En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros como el destino de Peter.
Presagiaban el fin de su vida, el fin de su mundo, fin que evitaría para ellos, para todos, excepto para él. Cabalgando en su moto especial, con los auriculares puestos, escuchando su última lista creada en la radio, antes de viajar hasta allí.
Camino del gran volcán con la bomba antiprotones en la mochila, sería un héroe, sería un mártir, por la gloria…
Añoraba su casa, añoraba La Tierra.
Ruptura
En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros que presagiaban nuestra ruptura.
Tú no hablabas, yo callado. Tan sólo se oían las canciones que marcaron nuestro amor en nuestra emisora favorita. Sentados en aquel coche y nuestro eterno silencio que auguraba nuestra despedida. Sin culpas, sin heridas. Fallidos intentos desembocados en la nada. Tristeza del alma.
Cerca del Timanfaya nuestro último suspiro, nuestro beso final. ¡Es hora de un nuevo volar! De fondo: Show must go on…
Sin título
En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros y salvajes eran la noticia más impactante de la radio en ese momento: "Esta mañana, en el parque, un hombre viejo y sin ojos ya sabe qué comen los cuervos que estaba criando."
Allende
En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros volaron junto a Salvador, sin duda era un mal augurio. Pero aquel diez de septiembre de 1973 él no estaba para esas boludeces, ni para los comentarios sobre el ruido de sables de que hablaban las estaciones de radio, no podía perder el tiempo con aquellas memeces, tenía mucho que arreglar en su querido Chile, mucho que lograr para sus paisanos y poco tiempo para hacerlo.
Aun no conocía la brevedad del plazo.
Guernica
En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros que al sobrevolar mis ramas depositaron la muerte y el horror que portaban sin respetar la recién estrenada primavera, las sirenas anunciaron el espanto, la radio difundió su consternación al mundo, Picasso lo plasmó. Ni una de mis ramas fue dañada, resistí como roble, orgulloso de serlo de Guernica. Aquel día encumbró la obra del artista malagueño y permitió que otro pintor, fracasado este y metido a tirano, ensayara el horror con que devastaría Europa.
Naúfrago
En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros les sobrevolaron. Frotó sus ojos con cerco de salitre, cuando consideró que sus ojos no le engañarían apoyó la barbilla en la borda… más allá de la bruma que desprendía el mar, tras las salpicaduras de espuma divisó algo oscuro, concretó la visión hasta que le dolieron los ojos y supo que los pájaros negros le anunciaban la salvación, era tierra lo que divisaba, sus graznidos se le antojaron su canción favorita en la radio.
Rayo
En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros…
...cabalgaron sus pensamientos, disolviendo la efervescencia lubrica que lo unía a aquella interna, la Charo. La imagen le provocó alaridos discordantes como radio desintonizada, todo se precipitó, espasmos, vigilantes, enfermera, doctores. Introdujeron sus brazos en largas mangas ciegas las ataron a su espalda, tumbado en la fría camilla, el rayo habitó su cabeza, otra vez la vorágine de imágenes, de nuevo espasmos y por fin fundido a negro.
Andaba más cerca de convertirse en vegetal.
Alfred
En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros…
eso le parecieron, todo parecían pájaros… a pesar de los años transcurridos desde que ocurriera… seguía viendo pájaros por doquier.
—Nunca debí aceptar la propuesta de Alfred…
Apagó la radio, sus sonidos se antojaban graznidos… terminaría volviéndose loca… si no lo estaba ya.
—Fui elegida para protagonizarla… el miedo a los pájaros y las tonterías que Alfred quería hacer, lograron que el papel fuera para esa tonta de Tippi, aunque tampoco ella salió bien parada.
Deseo
En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros que giraban en torno las antenas de la emisora de radio.
Parecía que la radiofrecuencia que emitía los tranquilizaba. Todos los atardeceres ocurría lo mismo desde que la Constructora se fijó en los terrenos. Esos pájaros habían impedido un negocio redondo.
Ahora la batalla por el espacio se debatía en los tribunales, a punto de fallar, esos hombres no perdieron la ocasión de volver a torturarlos una tarde más.
Sería la última…
Sol y Playa
En estos días de vacaciones se ha desbocado el turismo y si las mejores previsiones climatológicas se ciernen sobre las zonas costeras mediterráneas debido al cambio climático se frenará en seco el turismo Ibérico y extranjero y con esto no dejo de ver turistas y nacionales pegados a su radio en la playa algunos se preguntan sobre la vida y obras de Arozarena En los sitios altos de nuestra Isla veo unos pajarracos negros quemando sus plumas al sol pues al final mas que disfrutar del verano, pasaríamos a padecerlo veo divertidos juegos playeros.
Sin título
En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros… El fuego se cernía sobre la escasa vegetación, alimento de sus pequeñuelos y se acercaba con peligro a la zona de sus nidos.
El viento agitaba las llamas de manera inexorable y los roncos graznidos de las aves, hicieron mirar al observador hacia las alturas. Las hembras cubrían con sus cuerpos y las alas desplegadas, el lugar en la que se encontraban estas, con el fin de que las crías resistieran lo máximo posible.
Desde la emisora, el locutor intentaba transmitir la situación de angustia de aquellas bellas aves, apoyadas sobre los riscos de la montaña. Las águilas reales peligraban.
Pájaros
En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros que oscurecían el cielo cual plaga de langostas.
En la radio se tranquilizaba a la población, estaban de paso decían. Pero lo cierto era que el fenómeno era muy extraño.
Primero fueron los peces, después las plantas que comenzaron a segregar toxinas con las que acabaron con los herbívoros y ahora las aves, emigraban hacia el norte, hacia el frío, hacia el suicidio.
¿Seremos nosotros los siguientes?
¿Qué hicimos mal?
Lástima que sólo fuese un sueño
¿Sabes qué soñé? Que caminaba por las calles. Lástima que sólo fuese un sueño...
Dormí tarde aquella noche, pues los pájaros negros no salían de mi pensamiento.
Asustados...como yo.
Furiosos...como yo.
Buscando la luz del sol...como yo.
Las cuatro seguras paredes que me guardaban me devolvían la mirada acostumbradas a mi monótona presencia. Mi refugio, mi prisión. Ellas cuatro, el desmedido entusiasmo del locutor de la radio anunciando el último éxito del verano y yo.
Cerrando los ojos busco con anhelo. Camino por las calles. Lástima que sólo sea un sueño...
Sin título
Esos pájaros negros en el cielo, le auguraban un mal presagio, no obstante, sabía que lo intentaría.
Había tenido una vida maravillosa y lucharía por recuperarla.
Lo perdió y sin él, nada tenía ya sentido.
La vida le había vuelto a sorprender, al oír su voz a través de las ondas y de fondo esa melodía que ambos bailaban, comprendió que era su última oportunidad, y no debía desaprovecharla.
Miró al cielo y esas sombras negras no estaban, el sol brillaba como nunca,y le irradiaba una enorme energía.
Corrió a buscarlo , como si en ello le fuera la vida.
Cuento
En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros…
Terminó de leer "Mararía" en la radio, quedaron asombrados, los presentes y los oyentes.
Estaban al corriente de las circunstancias del narrador. No se atrevieron a pronunciar ninguna palabra, un gesto de una mano hizo sonar la música en las ondas.
En la cabeza augurios de la literatura, del cine, o ¿eran proféticos?
Vamos Carlos, aquí has terminado.
El chimpancé se levantó de su silla, cogió de la mano a su amiga y se marcharon.
Amor eterno
En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros que no presagiaban nada bueno.
En el hospital dormía mientras sonaba la radio, sujeto a los tubos de la vida, soñaba con su amada, aquella chica de de ojos negros.
Abrió los ojos y se dirigió a ella, no temas nada, lo he visto, nos iremos juntos.
Setenta años avalaban su fe en él, se tranquilizó, dejó de llorar.
Primero apareció un bep constante, después una mano la cogió y se marchó con él.
El ocaso
En el cielo unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros como el futuro que nos aguardaba.
De todas partes comenzaron a llegar más aves, juntas planeaban sin sentido de un lado para otro, como en una danza ancestral; poco después, eran ya tantas que casi eclipsaban al sol. Cuando fueron suficientes para taparlo por completo, comenzaron a volar en círculos sobre sí mismas, desplazándose lo justo para que la luz nunca llegara hasta nosotros.
Horas más tarde, la radio del pueblo dio a conocer la noticia de que el loro de la pajarería cantaba alegremente aquella canción de los funerales: "Señor, me has mirado a los ojos… "
Lentejuelas sin brillo
En el cielo unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros que huían por fin, llevándose con ellos los reflejos de las lentejuelas que cubrían su negro plumaje.
Encendí como siempre Radio Lanzarote para escuchar la noticia. Fue en aquella sangrienta corrida, la última de las fiestas, cuando decidí convertir en toro al sol, y en cuervos a todos los toreros.
Graznidos
En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros.
Los graznidos de los pájaros se quedaron en su cabeza como el rumor de las olas ya lejos del mar. Apagó la radio y volvió a su vida. Miró por la ventana y experimentó de nuevo la tristeza de la ciudad. Después, fijó absorto la mirada en el pañuelo —un animal dormido— que se había olvidado la mujer.
Se derrumbó en el sofá y pensó que en aquellos graznidos todavía estaba ella.
Sólo hay que volar
Anuncio radiofónico:" ¡Atención! Tres pájaros negros sobrevuelan el horizonte. ¡Cuidado, pueden ser peligrosos!"
Uno revoloteaba girando sobre los otros, cual sargento desolado cuando sus soldados su estela no seguían. Desistió viendo fallido su intento.
El segundo volaba de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, cual sombra del que busca el camino teniendo perdido el andar y desconocido el rumbo.
El tercero dejábase llevar, un destino, dos compañeros de viaje. Meciéndose con el viento, acariciado por el sol, preso de la brisa,...
El cielo surcan los tres sin saber a dónde van...sólo han de volar.
Negocio
En el cielo, unos pájaros volaban asustados y graznaban furiosos; unos pájaros grandes que se enredaban entre los cuernos del sol; unos pájaros negros mezclados en una nube turbia y más negra que paseaba por el cielo ahuyentando a toda clase de bichos.
A lo lejos silbaban balas cortando el aire y las radios no daban a vasto con sus alertas de resguardo.
El hombre se rascó la barbilla y cambió de dial hasta encontrar algo de música mientras pensaba que mañana debería ir al mayorista.
El día prometía ser próspero y escaseaba de municiones que vender.
Sin título
… negros como el futuro que presagiaban las noticias de la radio, a las que tu y yo no prestábamos atención. Para nosotros el futuro era ilusión, sin atender a los estridentes gritos de pájaros ni perros, como heraldos anunciadores de la terrible inminencia. Con la esperanza en nuestra mochila, y el mar como destino. Robaremos el sol a los pájaros, su miedo será nuestra fuerza, su furia nuestro valor, su negrura nuestro amanecer.