Frankenstein sigue inspirando el Concurso de Microrrelatos de Radio Lanzarote, que ha continuado recibiendo historias en estos últimos días. Cabe recordar que el plazo para enviar los relatos para participar en el certamen concluirá el próximo 31 de agosto y que esta octava edición rinde homenaje al bicentenario de la novela de la escritora británica Mary Shelley,
Por ello, la propuesta en esta ocasion es imaginar la continuidad de la historia, después de que el monstruo creado por el Dr. Frankestein "saltó por la ventana del camarote a la balsa que flotaba junto al barco. Pronto las olas lo alejaron, y se perdió en la distancia y en la oscuridad".
Como en ediciones anteriores, la extensión máxima de los relatos tendrá que ser de 100 palabras, incluido el título en el caso de que lo lleve, y la radio deberá formar parte de la historia. Cada autor podrá enviar un máximo de cinco relatos, que podrá firmar con pseudónimo, aunque deberá indicar siempre un nombre y un teléfono de contacto. Los relatos se irán publicando por orden de recepción en La Voz de Lanzarote y se leerán en el espacio 'Lectura en la Radio' de Radio Lanzarote-Onda Cero.
Todos aquellos que deseen participar pueden enviar sus relatos al email: concursorelatos@lanzarotemedia.net. Del fallo del certamen, que se hará público en la segunda quincena de septiembre, se encargará un jurado formado por periodistas de Radio Lanzarote-Onda Cero y La Voz de Lanzarote, que elegirán tres relatos ganadores y siete finalistas.
El ganador del primer premio se llevará una estancia de dos noches para dos personas en régimen de media pensión en el hotel Vik San Antonio, mientras que el relato que se alce con el segundo premio obtendrá una table Billow de Tiendas AHL Informática, con pantalla de 10, 1", 64 b, 1GBDD3, 16 G de memoria, Android 7.0 y wifi dual 2.40. El tercer premio será un pase familiar (hasta cuatro personas) con comida incluida al Rancho Texas Lanzarote Park.
Sin Título
Era una lúgubre noche de noviembre cuando, ya retirado en la paz de mi camarote, escuché la música de un violín. O Holy Night era lo primero que salía de aquel aparato y me trasportó muy lejos de allí hasta que, súbitamente, golpearon la puerta.
?¡Capitán, rápido! Debe subir a cubierta. Hemos divisado un bote a la deriva.
Aquella noche iba a ser sorprendente en todos los sentidos. En el bote, que rápidamente subieron a bordo, descubrieron un bulto. De su interior salió algo parecido a un gemido.
?¿Ya estoy muerto?
No tardarían en descubrir que aún no.
Su formulario, señor monstruo
Desmesuradas las cuencas de sus ojos, orejas de tornillos pronunciados escuchando atónitas.
El monstruo mojaba el suelo del despacho. Una gran ola rebotó contra la frágil madera y lo lanzó contra aquellas cuatro paredes donde ahora estaba sentado en una silla.
Un hombre menudito con gafas le interrogaba.
Música ambiental en la radio amenizando la extraña situación.
-Rellenaré el documento por usted.- Condescendiente el hombrecillo.- Nombre...Pongamos...
Sebastián. Edad...Indefinida. Domicilio...Vino del mar.
Golpe seco del matasellos en el papel dando por zanjada la burocrática operación.
-Su formulario, coja su tabla y regrese al mar.
Destino incierto
Si Víctor Frankestein no hubiera sido tan ambicioso queriendo obtener el elixir de la vida, el capitán de aquel barco no habría contemplado tal escena. Esa impactante sombra evocaba la imagen de un inmenso ser creado para desafiar la inquietante muerte. Y ahora, su latido artificial se perdía en la inmensidad del mar. El destino de su atormentado corazón se tornaba incierto.
Y, de lejos, en la radio se escuchaba una voz melodiosa que cantaba:
- "Dulce sueño, dulce mar, ven a descansar".
Calmante final
Aferrado a esa madera corroída resurgió entre las olas. El mar en calma evocó un leve vaivén como si una madre meciera a su bebé. Transportado a una infancia que no gozó, imaginó unas suaves y tiernas manos y sintió la curación de sus heridas.
Cuando tocó tierra, escuchó embelesado una voz. El sonido de la radio salía de una casa. Olía a comida preparada con cariño. Se dirigió allí. Llamó a la puerta. Esta vez nadie gritó al verle. Unos ojos bondadosos acogieron a su huésped.
La hoguera
Voces cantarinas, cuerpos al son disparatado de la música de la radio. Rodeando la hoguera bailaban los siete jóvenes. La carne se asaba esperando ser degustada.
-¡Miren!.- Gritó una de las muchachas.
La marea arrastró "aquel ser" hacia la orilla.
Miradas aterrorizadas. Cesó la música, callaron los cánticos.
-¿Qué pasó tío?-Se atrevió un muchacho altote, fuerte, rozando los hombros empapados del monstruo.- Acércate a la hoguera, hace frío.
Incrédulo, el improvisado náufrago compartió una noche de fiesta con los aún recelosos jóvenes.
Desconsolada la luna, en su reflejo tres chicos,...cuatro chicas...flotan inertes en el mar.
El albergue
"Construir un albergue, sobre unas ruinas de los antiguos guanches, no es buena idea" Eso fue, lo que me dijo el historiador mientras abandonábamos el albergue, dos chicos ya habían muerto en extrañas circunstancias: uno murió debido a que sus entrañas se quemaron, el otro murió debido a laceraciones en su estómago. "Esas son las torturas que hacían nuestros antepasados a los invasores" murmuraba el historiador.
Al llegar a casa, en la radio pude escuchar, que los demás chicos murieron por causas extrañas también, puede que aquel hombre tuviera razón, ese albergue no fue una buena idea.
Hogar, dulce hogar
"La policía aconseja quedarse en casa, al parecer hay una persona encapuchada, que asalta a transeúntes y les raja la cara, dejando dos cicatrices en forma de cruz en ella?", así lleva la radio toda la semana, Todas las víctimas eran hombres, que extraño...
He venido a casa de mi madre, ella está sola desde que se fue mi padre, pero al llegar, la veo rara, me acerco a ella, de pronto, me agarra con una mano, con la otra saca un cuchillo y me raja la cara?"¿por qué todos os parecéis a él?".
Sin Título
La música escupida por la radio llegaba tenuemente desde la casa de la playa. El monstruo jugaba en la arena cuando una figura se acercó.
?¿Quieres jugar conmigo?
?¿Tu madre tuvo un aborto y nadie se lo dijo? ?el monstruo sonrió y continuó con sadismo?. Seguro que al nacer no lloraste, lloró tu pobre madre. Pobrecita, en puesto del pecho te tuvo que dar la espalda.
El hombre con la cara llena de cicatrices bajó la cabeza y se alejó renqueando sobre la arena.
El monstruo, una niña de tan solo diez años, siguió jugando a destripar cangrejos.
El juicio
-¡Silencio!- Ordenó, mazo en mano, el juez.
Cadenas en pies y brazos, agua chorreando su cuerpo prefabricado. Una sala entera repleta de perfectos desconocidos, él en el centro de la misma escuchando los alegatos de un respetable hombre enfundado en su toga negra.
-La radio transmitirá este juicio para la población. Se le acusa de los siguientes cargos:
Apariencia inusual, discorde a la normalidad.
Inexistencia de oficio remunerado .
Carencia de habitáculo.
Morosidad tributaria.
Acentuada antisocialidad.
-¿Algo que alegar? Veo que no. ¡Se le sentencia al encierro indefinido por representar un antecedente inadecuado para la sociedad! ¡Concluido el juicio!
Cambio de guión
Casi sin fuerzas, el monstruo cogió la radio de emergencias que llevaba la balsa. De ella brotaban sin parar palabras que se llevaba el viento antes siquiera de poderlas escuchar y, confiando en que fueran compatibles con las suyas, se la comió en un desesperado intento por sobrevivir. Poco después un doloroso golpe de mar lo arrastró hasta la orilla de una isla habitada por niños de todas las edades que lo extendieron sobre la arena para secarlo y restañar con tinta de calamar sus terroríficas frases aguadas. Recuperado, encontró trabajo en un cuento, donde vive feliz.