Ocio / Cultura

El VI Certamen de Microrrelatos de Radio Lanzarote ya tiene sus primeros participantes

La emisora ha organizado un verano más este concurso, en esta ocasión con el amor y el desamor como protagonistas. Aquí puede leer los primeros textos admitidos a concurso, que La Voz irá publicando cada semana...

El VI Certamen de Microrrelatos de Radio Lanzarote ya tiene sus primeros participantes

El VI Certamen de Microrrelatos de Radio Lanzarote-Onda Cero ya ha comenzado a recibir obras para participar en el concurso. Desde que se abriera el plazo para participar el pasado 1 de julio, oyentes, lectores y aficionados a la literatura han comenzado a enviar sus obras para participar en este concurso, que este año deben tener como tema el amor o el desamor, además de mencionar la radio en algún momento. 

Cabe recordar que, al igual que en anteriores ediciones, la extensión máxima de los relatos habrá de ser de 100 palabras, incluyendo el título en caso de que lo lleve. Cada autor podrá presentar un máximo de cinco relatos, que podrán estar firmados con pseudónimo, siempre que se adjunten el nombre y teléfono de contacto de su autor. El plazo para participar concluirá el próximo 31 de agosto y quienes lo deseen podrán enviar sus obras a la dirección: concursorelatos@lanzarotemedia.net. Hasta entonces, La Voz de Lanzarote publicará semanalmente aquellos que se vayan recibiendo y que cumplan los requisitos de participación.

Éstas son los primeras obras recibidas:

 

1) Palabras vacías, sentimientos inocuos


El brillo del amanecer se coló silenciosamente en mi habitáculo. Mi sueño se rompió, por el resplandor de un nuevo día , por la dulce, tenaz y desgarradora melodía, que sonaba en mi fiel compañera:

"Quién te ha hecho tanto daño

que es tan profundo tu dolor,

que cosas te ha paso

que no me hablas corazón".

Tras finalizar el último verso, el fin de la esperanza, descubrí el olor de la noche. El resplandor de la luna embravecida, volvía a apagar la llama de un trágico día.

 

2) Agravio de un escultor


Al reconocer el ronquido del atardecer, vino a mi memoria: Aquellas tardes que descubrimos junto al olor del mar. Susurrando las melodías pasajeras de la radio, dando vida a nuestro verano juntos.

Olvidó mi corazón, desgaritado por el palpitar de tu presencia , reconociendo el jazmín de tu piel morena, abraza por el clima de nuestra tierra. Busqué la amplitud en tu mirada efímera, al resarcir de la noche.

La trágica noticia, dominó mi furor, volvía nacer mi añoro, por la tristeza de tu marcha. Yaceré en mi lecho, para unir mi sombra a la tuya.

 

3) El políglota


En el balneario turístico cubano de Varadero, todos trataban de enrolarse con una extranjera. Para ello había que arroparse de una importante arma: el idioma inglés.

Aquel negro, guapo, siempre estaba acompañado de rubias altas y cuerpos hermosos, extranjeras todas. Yo nunca lo había escuchado hablar, hasta un día…, y me quedé perplejo.... ¡Era mudo!

Mientras otros dedicaban horas perfeccionando el inglés, aquel no perdía tiempo en eso. Su silencioso mundo se convirtió en un gancho para atraer extranjeras. Y daba igual si eran canadienses, japonesas, francesas…, pues era un verdadero políglota con su lenguaje de señas.

 

5) Ocho cartas por amor


Aquel programa no tenía tanto éxito como antaño.

La locutora se había empeñado en no atender peticiones musicales que no llegasen por vía postal. Nada de email, whasApp o teléfono.

Parecía no entender que ya nadie escribe cartas de puño y letra. Apenas llegaban unas diez misivas a la semana, la mayoría sin remitente.

Cuando el cartero del distrito se jubiló, la locutora decidió aceptar otras vías de comunicación y dejar de enviar semanalmente ocho cartas a su propio programa.

 

6) ¿Casualidad? 


Estaba harta de leer los relatos del concurso de (la) radio. Se repitió a si misma que el próximo año no sería jurado.

Por fin, entre sus manos, el último escrito.

Empezó a leer con desgana. Sin saber como, aquella historia la atrapó, simplemente porque la había vivido veinte años atrás.

Quiso saber quien era el autor, comprobar si él aún existía, si todavía recordaba ese amor de juventud o era mera casualidad. Pero las normas del concurso se lo impedían. Si ése relato no ganaba, le volvería a perder. Cruzó los dedos, envió su voto e ilusionada esperó.