Opinión

Un peligro latente

La pura verdad es que no nos gusta crear alarmismos, sobre todo cuando son innecesarios, pero el tema que hoy nos ocupa no es la primera vez que lo abordamos ante el riesgo y el peligro que supone la situación actual. Y nos ...


La pura verdad es que no nos gusta crear alarmismos, sobre todo cuando son innecesarios, pero el tema que hoy nos ocupa no es la primera vez que lo abordamos ante el riesgo y el peligro que supone la situación actual. Y nos ...

La pura verdad es que no nos gusta crear alarmismos, sobre todo cuando son innecesarios, pero el tema que hoy nos ocupa no es la primera vez que lo abordamos ante el riesgo y el peligro que supone la situación actual.

Y nos referimos a la comunicación marítima entre Lanzarote y La Graciosa, servida por una conocida línea que utiliza como base el puerto de Órzola, comunicando diariamente con las instalaciones portuarias de Caleta del Sebo. Una comunicación que a lo largo del año incrementa notablemente el número de pasajeros sobre todo con motivo de festividades como la reciente del Carmen y, en general, durante toda la temporada estival.

El problema que se nos apunta se refiere concretamente al número de pasajeros que dicha línea transporta en cada viaje, que como se sabe, tiene un tope legalmente establecido, operando además en aguas como las de Órzola, que plantea frecuentemente problemas de reboso y mal tiempo al estar abierta a los vientos dominantes de la brisa del este.

Si a ello añadimos que las obras de mejora de dicho puerto están prácticamente paralizadas por concretos problemas técnicos, con lo que la probada peligrosidad de la zona no ha mejorado, y a la posibilidad -que se nos apunta- de que se esté admitiendo a un mayor número de pasajeros por encima de los autorizados, opinamos que por una mínima prudencia debemos llamar la atención sobre la vigilancia y observancia de las normas establecidas antes de que tengamos que lamentar un percance de incalculables dimensiones.

Concretamente hace unos días se nos informó de que al parecer uno de estos buques sufrió un percance después de la salida del citado puerto norteño, presuntamente por un problema en sus máquinas, y al parecer, reiteramos al parecer, estuvo a punto de irse contra la rompiente de la costa. Esto es lo que nos han dicho y, si es cierto abona más el terreno hacia la preocupación alrededor de este periplo.

Lo cierto es que quien conozca las aguas que rodean el puerto de Órzola, sabe perfectamente las duras condiciones del mar en determinados días, con frecuencia de fuerte reboso, salvadas merced a la experiencia y pericia de los capitanes de las embarcaciones. ¿Pero qué sucedería si un día se produjera un fallo humano o técnico? -¡Dios no lo quiera!- y la embarcación de turno quedará a la deriva atravesada frente al puerto, y encima con la posibilidad de sobrecarga de pasaje?

¡La verdad es que no queremos ni pensar las consecuencias, posiblemente trágicas derivadas de algo así!

Este comentario debe entenderse como una seria llamada de atención, una advertencia ante el posible peligro y un serio llamamiento para que se respeten a rajatabla las ordenanzas marítimas que, por lo menos en el número de pasajeros permitidos, están vigentes por ley.