¡Ay! Y con esto suelto un enorme respiro? Son tantos y tantos los que callan? Un conejero, ¿y? ¡Por mí como si se calla el mundo entero! Seres de carne y hueso que, por desgracia para ellos, se están perdiendo el premio que la ...
¡Ay! Y con esto suelto un enorme respiro? Son tantos y tantos los que callan? Un conejero, ¿y? ¡Por mí como si se calla el mundo entero! Seres de carne y hueso que, por desgracia para ellos, se están perdiendo el premio que la naturaleza les otorgó: Lanzarote.
Desde las "bajuras" yo también puedo mirar, verlo todo muy grande, pero quiero y puedo encaramarme. No, amiga mía, no, no soy de Pepa. Ella sabe y puede ser exigente. Un nobel no es una coletilla, es el reflejo de una vida, aunque también se equivoque, hay que demostrarlo y después decirlo en voz alta. El nobel es un premio, no una mordaza y Pepa alzó la voz. ¿Cuántas Pepas hay en la isla?
Yo hablé de sinvergüenzas y, como mínimo, ya habrá tres que no los pusimos. Usted, yo y Pepa, creo, no lo permitirá. Pero aquí está la paradoja. ¿Mayorías silenciosas y minorías del voto? Habla de comer jareas, pero estará Usted de acuerdo conmigo que, primero, habrá que pescarlas y aquí a la mar van pocos y siempre son los mismos.
Yo hablé de dinero y, claro, cuando hay dinero de por medio, nadie se pone de acuerdo. ¿O sí? Sin embargo yo, oyéndole decir, también lo decía. Esto acabará mal y entre tantos, no se paraban los pies a políticos-empresarios o empresarios-políticos. Y volvemos a las fastidiosas mayorías, minorías, ¿les ponen las mayorías o votan las minorías? Es decir, como Usted dice, más jareas.
Y hablé de vertederos, ¡cuánta clase de basura! Y yo... si que planto, aunque no sea césped, que eso es de gente fina y nuevos ricos. Aunque aquí, más que plantar, hay que plantarse y montarse cada uno su propia recicladota, veríamos que pronto se acabaría con tanta "basura". Es verdad, siempre salen las dichosas jareas. Le vamos, Usted y yo, a coger manía al pescado.
Y es cierto, que se puede uno llegar a cansar de oportunista, vendidos y descerebrados. ¡Ay dónde nos quieren llevar!, ¡Ése es su juego! Y yo, ya no estoy para estos juegos y menos en los que, hasta ahora, siempre han ganado los mismos.
¿Y Pepa? ¡No reprocha! ¡Tendría que hacerlo! A Usted le arrancó una sonrisa, pero a mi me dio esperanza. ¿Y la gente? ¡Cómo siempre, viéndolas pasar! Es un nobel, si, pero no es nuestro salvador. Creo que ni él lo quiere, ni yo, en la parque que me toca, lo permitiría. Los salvadores, muchas veces, la mayoría, terminan empanchaos de jareas. Es un sabio, entre nosotros, un analfabeto, si nos impone.
Y ahora, permítame que use sus palabras, que yo hice mías? Soy libre para expresarme y no sé, ni me da la gana, aún pareciendo presuntuoso, ser políticamente correcto. Del silencio, a veces cómplice, ya se han aprovechado bastante. Amiga Ángeles, Pepa si tiene la culpa, su culpa es que yo me sienta honrado de ver que en la isla se alza la voz, aún contradiciendo a un nobel, aunque, en esta ocasión, él una voz más entra tantas, de rabia, de cabreo, de decir bien claro, ¡carajo, basta ya!