No debe caber la menor duda de nuestro claro apoyo a una entente Fuerteventura-Lanzarote, lo que se ha dado en llamar "Eje Oriental", que, sinceramente, vemos como única solución a los problemas comunes de ambas islas en todos los ...
No debe caber la menor duda de nuestro claro apoyo a una entente Fuerteventura-Lanzarote, lo que se ha dado en llamar "Eje Oriental", que, sinceramente, vemos como única solución a los problemas comunes de ambas islas en todos los sentidos, una unión a niveles empresariales, económico-sociales y hasta políticos, que nos permita ocupar, con todo el bagaje existente en las dos islas, un lugar preeminente dentro de la nacionalidad canaria. Nada más y nada menos que ser la "tercera pata" en el entramado regional, como primera potencia turística con todo lo que conlleva serlo en nuestra primera actividad económica. Sin olvidar el hecho de que ello contribuiría a ir difuminando el llamado "pleito insular", al dejar de ser solamente las denominadas "islas capitalinas", quienes se repartieran el "pastel" y quienes nos impongan sus dictados en base a su prepotencia tradicional, mezclándonos y perjudicándonos de paso con sus constantes trifulcas, mediocres pero reales, como si los demás no pintáramos nada a la hora de las decisiones, a la hora de los repartos de todo tipo, donde, por ejemplo, da la fundada impresión de que han llegado a creerse que todo debe repartirse entre ellas, incluso la presidencia y manejo de la nacionalidad. Pero pese a estar plenamente de acuerdo con esta idea, que si Dios quiere y el movimiento cada vez más fuerte de integración lo logre, si no a corto sí a medio plazo, también debemos ser conscientes de que una cosa es la anhelada unidad y otra la sensibilidad y solidaridad a la hora de acometer los problemas comunes. Y no es que vayamos a pedir la luna, ni mucho menos, pero sí, claramente, que en algunos casos concretos cada palo aguante su vela, concretamente y como ejemplo más reciente, la discusión sobre la construcción en Fuerteventura de una especie de "mini cárcel" -o algo así- pera paliar y de alguna forma soportar la masificación existente en la prisión común de Tahíche. Nuestros hermanos majoreros se han opuesto frontalmente, desde que se ha hablado del proyecto, de cualquier instalación en su suelo de un establecimiento penitenciario, incluso a nivel de esa "mini cárcel" últimamente planteada. Y creemos sinceramente que mantienen una postura equivocada y hasta poco solidaria, por mucho que comprendamos las razones de peso y fondo de su negativa, porque a nadie le agrada tener en su suelo y en sus inmediaciones una instalación de este tipo, pero entendemos que en este caso concreto existe la casi obligación de apoyar la decisión. Todo ello sin ánimo, en absoluto, de enfrentamientos y posturas radicalizadas, simplemente como ejercicio de buena voluntad dentro del entendimiento futuro.