Reflexiones en torno a la crisis climática mundial desde la visión de una isla llamada Lanzarote

3 de diciembre de 2019 (11:26 CET)

No sé si han oído las noticias, pero hoy en Madrid ha comenzado la Cumbre del Clima (COP25). Es una cumbre esencial para que la comunidad internacional tome un cambio de rumbo totalmente necesario para poder luchar contra la debacle climática que se nos viene encima. Es en esta lucha donde se ve el espíritu progresista y mutualista de las políticas que rigen los países de este, nuestro único planeta y hogar, llamado Tierra.

Pero... ¿Qué puedo hacer yo?, ¿Qué puede hacer mi comunidad?, ¿mi ciudad? Siempre he pensado que los cambios se producen por la acción directa de las personas en su sociedad. Soy de una isla llamada Lanzarote que está enclavada en el Océano Atlántico, en un rincón del Trópico de Cáncer que realmente está amenazada por la subida del nivel del Mar y la generación desmedida de residuos de este sistema de vida tan consumista que hemos creado. Nos hemos dado cuenta más tarde que pronto de que cada acción, cada pequeño gesto tiene implicaciones directas sobre la vida, entendiendo este concepto en su amplio sentido de conexión entre todos los seres que habitan nuestro mundo.

Lanzarote parece vivir en una burbuja, donde un modo de vida totalmente sacado del manual neoliberal o de series por streaming, donde el consumo desmedido es la bandera y la acción. En una isla donde viven casi 150.000 personas parece que las grandes superficies, las grandes cadenas de comida rápida y los grandes principios fundamentales de consumismo más radical parecen haberse afincado de una manera casi endémica, como si se tratasen de esas plantas invasoras que en pocos años copan todo un territorio.

A día de hoy el parque móvil de la isla es de 129.691. Según las estimaciones estadísticas de crecimiento del Centro de datos del Cabildo de Lanzarote, la población de derecho mayor de edad es poco mas de 130.000 personas. Por lo tanto, a cada individuo mayor de edad de la isla, nos corresponde un coche y un poquito de otro perteneciente a las actividades no domésticas. Si estas cifras le están agobiando, espere al siguiente dato: 129.691 coches emiten en Co2 la friolera cifra de 390.000 toneladas. Si a ello añadimos el impacto de la aviación, del tráfico marítimo, del transporte de mercancías, generación eléctrica, ganadería, industria y demás sectores como el servicios que provee al Turismo de sus necesidades, esta isla contamina 1.163.469 toneladas de C02.

A falta de datos técnicos sobre la masa forestal de Lanzarote, la cual es casi nula, seguiré con el número de árboles necesarios para compensar el 80% de las emisiones de carbono que efectuamos individualmente en un día en la isla. Hacen falta 3 árboles por persona para llegar a la meta anteriormente dicha, eso significa unos 450.000 árboles plantados en la faz insular. Esta cifra solo compensaría las emisiones referente a la actividad doméstica humana, si sumamos toda la actividad productiva, la cifra de árboles necesarios es de 1.500.000 árboles. ¿Ustedes ven algún esfuerzo de las autoridades por generar una masa forestal en la isla? Ya les contesto yo, no. Uno de los argumentos que se esgrimen para el cultivo de bosques en la isla es el de:

"Lanzarote es una isla desértica, es imposible que crezcan árboles en una isla así"

La anterior afirmación es una falacia, hay cientos de miles de especies arbóreas, muchas de ellas adaptadas a climas desérticos como el almez, el acebuche o el ciprés entre otras. Por lo tanto, el único problema para desarrollar masas forestales en Lanzarote es el escaso compromiso político y administrativo con este tema.

Pero hay un problema aún mayor, el de cómo vivimos o queremos vivir las personas. Hasta ahora la dinámica ha sido: "cuanto más puedo comprar y tener es mejor para mi, me realiza como individuo y persona" este tipo de pensamientos fundamentadas en el neoliberalismo económico, son a priori, enunciados que fomentan el egoísmo y la desigualdad social. Para generar una sociedad que cuide su medio ambiente y genere nuevas formas de bienestar económico que no deje a nadie atrás, hay que empezar a creer en que otro modelo de vida es posible. Esos modelos solo pueden ser activados si hay un esfuerzo social y colectivo por parte de los habitantes, en este caso de la pequeña isla Lanzarote.

Muchas personas me dicen que por qué me meto en estos salados, por que escribo sobre este tipo de temas o por que siempre le estoy dando vueltas a las decisiones políticas de Lanzarote. Mi respuesta siempre es la misma: porque como ciudadano, es mi responsabilidad la gestión política y pública de donde soy, más si quiero ser una persona ligada a la Cultura, sector que tiene en su haber, la misión de activar el pensamiento crítico y la reflexión entre la población

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