Opinión

Rectificar es de sabios

Desde los tiempos de la Transición, los españoles hemos venido alternando el voto entre PP y PSOE, para con la ayuda del nacionalista de turno, intentar corregir la deriva de nuestro devenir político cuando lo veíamos alejarse del nivel deseado de bienestar que esperábamos. La frustración, a lo largo de estos últimos años, ha llevado a muchos ciudadanos a sentirse sucesivamente engañados por unos y otros, hasta arrastrarlos a la abstención en el convencimiento  de que este País no tiene solución o en todo caso, porque tenemos los políticos que nos merecemos.

Aunque, los partidos del bipartidismo (PP-PSOE) se han empeñado en etiquetar a los ciudadanos en Rojos y Azules para perpetuarse en el poder, sería más realista clasificar a los españoles, entre aquellos que creen irremediable la actual situación de miseria (moral y económica) y aquellos que no se resignan a luchar por una vida mejor en el futuro basada en el esfuerzo solidario de todos. Entre los primeros, muchos siguen apoyando a los viejos partidos de la corrupción para mejorar la administración de la pobreza, mientras que otros se sumergen en la abstención en la creencia de que al menos a ellos no les siguen engañando, como si la abstención fuera  un voto anti-sistema. Pero no lo es, la perversión del sistema electoral, hace que los abstencionistas se unan al voto de los conformistas para apoyar a los viejos partidos y así, continuar todo igual.

La abstención más activa desemboco en las protestas del 15-M que dieron lugar a la aparición de nuevas fuerzas políticas "Emergentes" que reclamaban una completa regeneración del sistema democrático y un cambio del modelo económico. Para lo primero basta el estricto cumplimiento de la Constitución y la reforma de su Ley Electoral, sin embargo para lo segundo, es preciso un gran Consenso Nacional al estilo de Los Pactos de la Moncloa. Estos pactos marcaron un hito de concordia en la turbulenta historia política de España, y son imprescindibles hoy día, si se quiere salir del actual modelo económico de paro, precariedad laboral y bajos salarios. 

Las dos fuerzas políticas emergentes que reclaman estos cambios comprenden que solo pueden llevarse a cabo desde la CENTRALIDAD y de ahí, su vocación de transversalidad al estilo de la antigua UCD de Suarez. Mientras, los viejos partidos del bipartidismo, se limitan a gestionar el modelo económico actual dándole un simple barniz de "progresismo" o "conservadurismo" en función del color del gobierno de turno.

Si bien la protesta por la situación de deterioro socio-económica la encabezó Podemos, el origen de sus líderes y el estilo izquierdista de su discurso lo hacen incompatible con la necesaria "centralidad" del proyecto que puede acabar convirtiéndole en una especie de PSOE, representante de una izquierda sociológica renovada. Mientras que, poco a poco, nace en Barcelona Ciudadanos, fruto de la lucha contra la insolidaridad nacional separatista, una fuerza emergente más moderada en las formas, pero con igual firmeza reivindicativa de regeneración y cambio que gana la batalla por la CENTRALIDAD a Podemos.

Ciudadanos representa, tanto para una gran parte de la juventud española, como para muchos escépticos alojados en la abstención, una esperanza cierta de alcanzar los niveles de bienestar social y político de los países desarrollados de Europa mediante un cambio sensato, porque cambiar es de sabios y el pueblo español es sabio.

 

*Luis Carlos Á. de Cienfuegos Goicoechea, candidato de Ciudadanos por Lanzarote.