Lanzarote ya no es lo que era. Sobre todo desde el punto de vista climatológico. Sólo hay que analizar lo ocurrido a lo largo de este año para darse cuenta de que las cosas están cambiando. Inundaciones, tormentas tropicales y un ...
Lanzarote ya no es lo que era. Sobre todo desde el punto de vista climatológico. Sólo hay que analizar lo ocurrido a lo largo de este año para darse cuenta de que las cosas están cambiando. Inundaciones, tormentas tropicales y un frío invernal que se confunde con la antigua amabilidad de un clima que era envidiado en todo el mundo.
Estos días del final de 2005 son una buena prueba de lo que muchos achacan al cambio climático, al efecto invernadero, a ese giro que está dando la Tierra como protesta a las muchas barbaridades que el hombre hace para fastidiar su frágil equilibrio. La Naturaleza se ha rebelado, y una vez más le tocará a esta especie tan destructiva pero tan capaz de adaptarse a cualquier circunstancia hacer algo para bailar con la fea que se viene encima.
En principio fue todo por el tremendo agujero en la capa de Ozono, ya sabemos que suficiente para crear todo tipo de teorías apocalípticas para asustar a los más crédulos. Ahora parece que son otros muchos los factores que envuelven este enfriamiento y calentamiento espectacular y sin medida.
Mientras la Tierra determina hacia dónde dirige sus giros, los que estamos aquí debemos ir pensando en adaptarnos a la situación. En el caso de Lanzarote, teniendo en cuenta además que su población vive prácticamente en su totalidad del turismo, el tema es obvio, salta a la vista.
Estamos entrando en un terreno peligroso que demanda una reflexión serena, contundente y pronta que obligue a aquellos que saben de turismo a buscar fórmulas reales para atajar los problemas que se nos vienen encima. No basta con decir que el modelo está agotado, que hay que ir más allá del sol y playa. Eso ya lo sabe todo el mundo. Se trata, si realmente se quiere seguir manteniendo el nivel que ha mantenido Lanzarote en los últimos años, de encontrar ideas nuevas y fórmulas distintas que permitan crear un atractivo lo suficientemente fuerte y duradero como para que no se muera de angustia vital la gallina de los huevos de oro.
Hasta esta redacción se han dirigido distintos profesionales del sector mostrando su preocupación por este tema. Son ellos los que tienen que dar el primer paso, y parece que están dispuestos a hacerlo, pero necesitan el apoyo de las instituciones públicas y de los políticos que las representan.
Lanzarote se ha caracterizado siempre por ir un paso por delante del resto en todas las cuestiones que afectan a su territorio. Es ahora el momento de volver a dar un paso y despertar del letargo en el que muchos de los que tienen que hacer cosas parecen sumidos. Las ideas están ahí, sólo se necesita interés y ganas por capturarlas. De momento podemos seguir tirando con la magnífica promoción que nos hace en el exterior visitas como la de los Príncipes de Asturias. Sin embargo, no se puede vivir de las rentas eternamente.