Cada uno de nosotros tiene en mente el modelo de lugar en el que deseamos vivir. Todos aspiramos a compartir espacios dignos para vivir, saludables, seguros y prósperos, y que ofrezcan oportunidades de desarrollar el proyecto vital de nuestros convivientes.
El incremento de las desigualdades y la pobreza, la economía globalizada, el cambio climático, el envejecimiento poblacional, la concentración de la población en los entornos urbanos, las relaciones con los municipios metropolitanos o la contaminación atmosférica…, son algunos de los retos que deben afrontar los municipios en el siglo XXI.
Tenemos que comprometemos a configurar un modelo de ciudad justa, capaz de funcionar de modo eficaz y sostenible, y de adaptarse, por su propia capacidad, a los cambios que va a experimentar el planeta en los próximos años.
La salud operará como un elemento transversal de todas las políticas municipales. La calidad del aire, las dotaciones municipales para la práctica deportiva, los espacios verdes, los centros municipales para la realización de actividades físicas y mentales de las personas mayores, la promoción de la salud incentivando los hábitos de consumo saludables, incluido los hábitos alimenticios…, buscando la prevención como herramienta clave para el fomento de la salud, prolongará la vida plena e independiente de la ciudadanía.
La atención a la infancia, a la juventud y a los mayores, como colectivos especialmente vulnerables, debe ser prioritaria. La vía inicial para reforzar la equidad del sistema educativo es a través de la Educación Infantil, potenciando la oferta de educación infantil 0-3 años y la reducción de precios, e incluso la gratuidad para las familias con renta más baja, avanzando hacia un modelo universal y gratuito. Respecto a nuestros mayores, se debe potenciar los servicios de ayuda a domicilio, teleasistencia, acompañamiento…, con el objeto de preservar la autonomía de todos ellos y la prolongación de la vida, mejorando y extendiendo el Servicio de Ayuda a Domicilio.
La cultura es un vector crucial de la construcción de identidades compartidas e incluyentes, imprescindibles en el complejo siglo XXI. Necesitamos la cultura para el pleno desarrollo de la persona y como fuerza motriz del cambio de modelo de prosperidad económica; en definitiva, la cultura entendida como un derecho ciudadano y, al tiempo, como un recurso colectivo de enorme potencial de desarrollo económico y creación de empleo.
Se debe promover la defensa de la igualdad de trato y la no discriminación de todos los ciudadanos y ciudadanas, desde un enfoque de tolerancia e inclusión que requiere de la acción pública para garantizar el respeto a la diversidad y la efectiva integración.
Si anhelamos un modelo de ciudad del futuro que aún no hemos creado, nuestro pensamiento debe ser a largo plazo. Todo lo mencionado anteriormente no se consigue a corto plazo. La altura de miras debe estar en la mente de todos nosotros.
Nauzet A. Duque Torres, Administrador-Gerente de PSOE Lanzarote.