Nunca una buena cosecha debería considerarse como un problema, más bien al contrario, dada la labor que sacrificadamente desempeñan durante el año nuestros viticultores en lo que venimos a llamar "La agricultura heroica".
Experiencias pasadas han demostrado que el exceso de intervencionismo público con notas populistas no conducen más que al acomodamiento y estancamiento del sector. Hoy, sin embargo, la formación y la ampliación de conocimientos que día a día desempeñan de manera conjunta bodegas y viticultores, con el apoyo promocional realizado por la primera Institución insular, han servido para dejar atrás los viejos hábitos y se hayan podido dar pasos de gigante para colocar a los vinos de Lanzarote en cotas nunca antes alcanzadas.
La bendición que supone un buen año agrícola con una vendimia de calidad, prácticamente libre de enfermedades y con una producción más generosa que lo habitual, jamás debiera ser un problema para un sector que intenta superarse año a año, y donde en un hipotético escenario de un territorio como el de La Geria 100% cultivado, como a todos nos gustaría que estuviera, tendría que ser capaz de absorber los cerca de cinco millones de kilos sin problema alguno.
En la situación que se ha producido en esta vendimia, todos tenemos parte de la culpa por la que los agricultores se ven obligados a tocar de puerta en puerta para que les recojan el fruto de su trabajo. Absolutamente todos, instancias políticas, administrativas, judiciales, sociales y por último el propio sector productivo, incapaz de formalizarse como grupo fuerte y organizado que se sepa defender con firmeza frente a situaciones de abusos y desamparo.
No hace más de 40 años, las tres bodegas históricas y los cerca de trescientos lagares repartidos por la geografía insular daban cabida a una producción anual de más de 4 millones de kilos de uva, gran parte de la cual se vendía a granel al resto de las islas del archipiélago.
De la situación generada en la presente vendimia todos debemos sacar conclusiones. No vale echarse la culpa unos a otros movidos cada cual por quién sabe qué ocultas intenciones y donde se rompe siempre la cadena por el eslabón mas débil, perjudicando notablemente a los viticultores, esos verdaderos jardineros de nuestro paisaje de los que tan orgullosos nos sentimos siempre que hablamos.
En el contexto actual no podemos hablar de excedente, las bodegas comercializan bien sus vinos de un año para otro, cada vez van ampliando más mercado merced a la calidad de sus caldos y la uva se paga a un precio que, aunque pudiera ser mejor, ha venido en ascenso continuo estos años atrás. Ocurre que no sobra uva, faltan bodegas y la posibilidad de permitir la ampliación a las ya existentes.