Alfonso Fernández apareció muerto en el armario de su vivienda de Tahíche, y las dos mujeres polacas que vivían con él y que inicialmente fueron detenidas quedaron en libertad. Dos años y medio después, no hay detenidos ni ...
Alfonso Fernández apareció muerto en el armario de su vivienda de Tahíche, y las dos mujeres polacas que vivían con él y que inicialmente fueron detenidas quedaron en libertad. Dos años y medio después, no hay detenidos ni respuestas para este crimen.
En 2007, el cadáver de Cathaysa fue encontrado por su propia madre en el maletero de un coche. Los investigadores concluyeron que no se trató de una muerte violenta, pero a día de hoy siguen sin explicar cómo acabó su cuerpo desnudo en ese lugar. Tampoco hubo detenciones. Dos años después, su madre y un criminólogo siguen reclamando que se reabra la investigación y aseguran que no se realizaron todas las pruebas forenses. Insisten en que fue un crimen.
Diciembre de 2008. El cuerpo de Expedita Santana aparece maniatado y con evidentes signos de violencia. Poco después fueron detenidas dos personas, pero quedaron en libertad por falta de pruebas. No se han producido avances y su muerte sigue sin tener respuestas ni culpables en prisión.
Hace una semana, la historia volvía a repetirse. Un hombre que vivía bajo un puente, junto a la machacadora de Tías, fue encontrado muerto, con signos de haber recibido una brutal paliza. Siete días después, nada se sabe de la investigación.
Estos cuatro son sólo algunos de los brutales episodios a los que se ha enfrentado Lanzarote en los últimos tiempos. Para una población oficial que no llega a los 150 mil habitantes, resulta espeluznante ver cómo se produce una media de más de dos muertes violentas al año, pero también cómo muchas de ellas quedan sin resolver.
Investigaciones insuficientes, pruebas que no llegaron a realizarse, casos cerrados "en falso" y falta de información son algunas de las quejas que plantean las familias de las víctimas. Hace unas semanas era la madre de Cathaysa la que acudía a La Voz pidiendo que el caso de su hija no quedara en el olvido. Ahora, la ex mujer del hombre hallado muerto en un armario es la que pide respuestas. Incluso, denuncia que en su momento los cuerpos de seguridad tuvieron una actuación "nefasta", que asegura que permitió que las dos polacas que fueron detenidas quedaran en libertad. Dice que ni siquiera se habían cogido huellas en lugares clave de la casa donde fue encontrado.
Mientras tanto, los cuerpos y fuerzas de seguridad guardan silencio. Y la falta de información, que puede ser comprensible ante un secreto de sumario o para no entorpecer una investigación, no se puede convertir en una excusa para que se deje de hablar de esas muertes ni para que se vayan olvidando mezcladas en una trágica nebulosa.
¿Están haciendo algo a día de hoy la Policía Nacional o la Guardia Civil para esclarecer el asesinato de Alfonso Fernández, cometido hace más de dos años? ¿Siguen investigando la muerte de Expedita, de la que ya hace más de cinco meses? ¿Se acuerdan algún día de la mujer que apareció degollada hace seis años en un descampado junto al cementerio de Arrecife??
La Guardia Civil, no sabe no contesta. La Policía Nacional, que al menos sí ha respondido las preguntas de La Voz, se limita a afirmar que los casos siguen abiertos. Aunque en el caso de Cathaysa, ni siquiera eso. Lo dieron por cerrado casi desde el principio. Afirman que según la autopsia no hay signos de violencia, y dejaron trascender que se trataba de una joven aficionada a las drogas y a ambientes poco recomendables. Y con eso ya daban por saldadas todas las respuestas. Parece secundario que por Lanzarote pueda estar circulando una persona que fue capaz de meter el cuerpo sin vida de esa pobre chica en un maletero, donde permaneció durante meses, hasta que fue su propia madre quien lo tuvo que encontrar.
Sin duda, una investigación no es sencilla y quizá no se pueda exigir que todas las muertes sean esclarecidas, pero desde luego lo que sí puede pedir la sociedad, y sobre todo las familias, es más información y muestras claras de que las autoridades no van a permitir que los crímenes queden impunes. Ni por las víctimas, ni por los asesinos que pueden estar en libertad.