No. Rotundamente, no. Esto es sólo la careta de cordero que se pone el capitalismo para seguir siendo lobo. Como ven soy un mal escritor de novelas policíacas ya que en las dos primeras frases he descubierto que el asesino es el mayordomo. Digamos que este primer párrafo es para tuiteros y personas, que habiendo estudiado en sistemas educativos que facilitan poco la reflexión, soportan pocas divagaciones y quieren ir al grano. Para los que sean capaces de seguir leyendo más voy a intentar dar algunos motivos de por qué el mayordomo es el asesino.
Para empezar entiendo que democracia consiste en que los ciudadanos deciden libremente sus destinos. Pues bien, díganme qué decidimos los ciudadanos. Aquí se vota, no se decide, y votar y decidir no es lo mismo.
En segundo lugar cuando votamos lo hacemos con una ley que no respeta el principio de una persona un voto. Se encarga de ello la ley D´Hondt, las circunscripciones electorales y los mínimos exigibles para tener representación. Ni siquiera en el acto de votar somos iguales. Por supuesto que esta ley la han hecho personas muy bien intencionadas que como siempre han pensado en el bien de todos y deseaban un país gobernable. Jamás se me ocurriría pensar que fuera porque beneficiaba a los partidos mayoritarios.
Votamos y como nuestra democracia es representativa lo único que elegimos es a los que nos van a representar. ¿Por qué los votamos? Se supone que porque su programa es el que más no gusta. Pues bien, al día siguiente de las elecciones se pueden estar toda la legislatura haciéndote la peineta y riéndose a carcajadas porque ninguna ley les obliga a cumplirlo.
Una vez votados se van a su privilegiada torre de marfil, y cuatro años después vuelven y te dan el gran derecho de recurrir al pataleo y votar si sigues con la misma peineta o prefieres probar con otra que puede ser más graciosa. Y así per secula seculorum.
Por cierto, como creo que soy una persona autocrítica y reconozco errores (lo he aprendido de los políticos), he de corregir lo que dije al principio de que no decidimos. A veces nos piden que decidamos y quieren hacernos referéndum, como en Cataluña o para que digamos sí o no a los prospecciones. Maravilloso, claro que como ciudadano quiero decidir, pero no sólo cuando le interese hacerlo al partido A o B, que es lo que lleva implícito esto. Quiero decidir si quiero paraísos fiscales o no, aforamientos, monarquía o república, recortes, constitución, desahucios, transparencia, aprobar leyes importantes, etc. ¿De verdad sus señorías van a ser tan magnánimos que me van a conceder eso también?
Y así con el panorama que tenemos de falta de democracia, crisis, corrupción, paro, indignación... cómo no se les iba a ocurrir a ellos que necesitábamos una regeneración democrática. Por supuesto que sí y además en este momento justo. Hemos de reconocer que son gente de gran preocupación por los problemas de su pueblo.
El primer adalid, el PP. Claro que cuando he visto lo que significa para ellos pensé que era un error de comprensión lectora. He de reconocer que el error no fue de ellos sino mío, porque no había leído la acepción que daba el diccionario para peperos y que era "hacer cambios para que nosotros sigamos ganando". Con este significado lo están bordando.
Y otros también están empezando a dar manitas de pintura a la fachada a ver si ya con eso es suficiente y no hay que gastar en obra que es más costoso.
Y aquí seguimos con 37 años de la llamada reinstauración democrática que por lo que se ve nos debió salir con algún problema grave de salud porque no crece y aún sigue con potitos, pañales y cuentos de Caperucita. Yo creí que ya era hora de que comiera sancocho, llevara traje y leyera a García Márquez.
Y por último he de decir que he interrumpido la escritura de mi artículo para consultar información en Internet sobre novela policíaca. Dice que una de las características es mantener el suspense para atrapar al lector. Pues bien, no creo que vaya a ser el caso, pero en mi próximo artículo intentaré explicar que es lo que entiendo por una democracia del siglo XXI.
