Entender las ayudas al deporte base como un lujo o como una ayuda de segundo nivel es un error guiado por el desconocimiento de los dirigentes que están al frente de algunas instituciones.
Las ayudas o subvenciones públicas son algo más que unos miles de euros destinados a unos chiquillos que en su mayoría no pueden ejercer el voto, como dicen algunos, ni es un dinero para enriquecer a unos pocos privilegiados. No, es un balón de oxígeno para todas aquellas modalidades deportivas que se practican en nuestra isla. Es un oasis en el que nuestros jóvenes se pueden refugiar, del bulling, de las drogas, de la violencia.... en definitiva de todos aquellos peligros a los que se enfrentan a diario.
¿Y saben quién está detrás de estos equipos?. Pues personas voluntarias, directivos y entrenadores, que dedican las tardes y los fines de semana para estar con ellos, escuchar sus inquietudes, ayudarles a enfrentar sus miedos, cuidarlos y enseñarles valores como el respeto a los demás en un entorno seguro y sano.
Muchos de estos pequeños-grandes deportistas acaban sus estudios gracias a los valores de esfuerzo y sacrificio que se les enseñan a través del deporte, es más, muchos de estos jóvenes se forman por el empeño de aquellos entrenadores que aún no siendo sus propios hijos los empujan a que se realicen y se formen para que tengan un futuro mejor.
Es esta una realidad que muchos desconocen pero es así. En el deporte se enseña mucho más que la práctica de una actividad física, se forman personas con futuro. A cambio, los clubes solo reclaman esa pequeña cantidad económica que les permita realizar su actividad en unas condiciones dignas para el buen desarrollo del deporte. Tengo claro que no podremos devolverles como sociedad todo el esfuerzo y el trabajo que realizan aquellos que dan su vida a diario por los jóvenes de nuestra isla. Espero que estas palabras sirvan de reconocimiento a una labor digna de admirar y de conocer, de estos héroes anónimos que contribuyen a formar a nuestros hijos y, en última instancia, a construir una sociedad más justa y respetuosa .
Por Juan Rivera, concejal del Partido Popular en el Ayuntamiento de San Bartolomé