El reportaje publicado en el diario El País el pasado día 17 de marzo, bajo el título "Una 'Marbella' emerge en Lanzarote", ha levantado un revuelo que hace años no se veía por la difusión de una noticia sobre la ...
El reportaje publicado en el diario El País el pasado día 17 de marzo, bajo el título "Una 'Marbella' emerge en Lanzarote", ha levantado un revuelo que hace años no se veía por la difusión de una noticia sobre la isla. No es para menos, ya que esa comparación con la localidad andaluza, que es sinónimo nacional de corrupción, no puede dejar indiferente a casi nadie. Se trata sin duda de un titular que atrae, que invita a leer un reportaje sobre el sitio donde se da a entender que puede estar el embrión de un nuevo Julián Muñoz, y que para muchos seguía sonando como un paraíso de la naturaleza y el respetomedioambiental.
Y no menos llamativo es el título dedicado a ese reportaje en portada ("Un tercio de los hoteles de lujo de Lanzarote son ilegales"), puesto que para muchos lectores, alguno de esos establecimientos puede ser el hotel donde alguna vez se alojaron, o están a punto de alojarse, o planean hacerlo dentro de algún tiempo. El artículo, sin duda, ha atraído muchas miradas de España e incluso de otros países, y es difícil saber con qué sensaciones se habrá quedado cada uno, pero desde luego serán muy variadas. Como variados pueden ser sus efectos.
En cualquier caso, sean cuales fueran ?que tal vez no sean tan nefastos como los más tremendistas predicen, ni tampoco tan "positivos" como señalan desde la otra acera con evidente exceso de optimismo-, no hay que perder de vista el fondo de la cuestión, que es si lo publicado en el reportaje es cierto o no. Porque si no es cierto, no se justifica otra reacción que no sea la indignación, la exigencia de rectificación y la advertencia de presentar una denuncia judicial. Pero si es cierto, guste o no guste, habrá que aguantar el chubasco, porque no se puede criticar un reportaje por develar aquello que algunos querían mantener "oculto" a nivel nacional, como se desprende de algunas declaraciones escuchadas reiteradamente en estos días.
Respecto a si es verdad o no lo que dice ese reportaje de "El País", en esencia no es ni más ni menos que lo que se viene diciendo desde hace mucho tiempo dentro de la isla, aunque sí cabría señalar que su titulación esté tal vez un tono más arriba de lo que debiera, puesto que es excesivo comparar a Lanzarote con Marbella como sinónimo de corrupción, cuando en esta isla no hay ?al menos de momento- ningún representante político siquiera detenido por un delito urbanístico. El artículo también tiene algunas inexactitudes, como sostener que las 22 licencias "ilegales" lo son por incumplir la moratoria, o que todos esos hoteles pueden "afrontar la demolición". Y también puede considerarse injusto que en ningún momento se aclare en el reportaje que pese a esas "ilegalidades", Lanzarote sigue contando con uno de los mejores litorales de todo el Atlántico.
Pero al margen de eso, la sustancia del reportaje publicado por "El País" se ajusta no solamente a la realidad, sino también a lo que la gran mayoría de la sociedad lanzaroteña ya sabía sobre este tema: que ha habido alcaldes que se han saltado la legalidad establecida a la hora de conceder licencias. Y si es verdad, no hay por lo tanto que ver "delito" alguno en la publicación de esa información.
Lo concreto es que aquí, como ya sabíamos, hay un problema, lo publique o no lo publique "El País". Y ese problema hay que solucionarlo, a la mayor brevedad posible. En eso es en lo que tienen que centrarse nuestros representantes políticos, y no en ver quién tiene la culpa de "airear los trapos sucios perjudicando la imagen turística". La doble moral sobre este tema es lo que no tiene cabida. No se puede decir "es verdad que hay hoteles con licencias ilegales pero no hay que decirlo porque daña nuestro turismo". Lo que hay que hacer es ponerse manos a la obra para curar las heridas que pudiera tener nuestro territorio y para normalizar aquella planta alojativa de la que hay que sentirse orgulloso como destino turístico, más allá de que haya intermediado la acción incorrecta de algún alcalde. Eso será realmente afrontar el problema, y todo lo demás no serán sino vociferaciones sin efecto alguno, provengan de quienes provengan. El reportaje de "El País" puso el dedo en la llaga, en "nuestra" llaga, porque Lanzarote tiene un problema que todavía no ha resuelto. Pero para afrontarlo, lo primero que hay que tener claro es que hay que centrarse en la llaga, y no en el dedo.