Hace ya cerca de 16 años y parece que fue ayer. Bueno no a todos nos parece que fuera ayer, ya que quienes desde un primer momento hemos padecido la "venganza de don Pepe", se nos antoja toda una eternidad. Y hay que decir que, si bien todo el que hemos tenido la osadía de opinar y pensar por nosotros mismos, hemos sufrido de distintos modos la persecución del régimen, algunos incluso perdiendo su trabajo, hay quienes lo han padecido de manera especialmente cruenta, con saña y desvergüenza. Tal, entiendo que es el caso de la funcionaria P.H.B., quien desde un primer momento padeció el despotismo del acosador (calificación esta refrendada en sentencia judicial) que, enfermo de venganza por un asunto que algún día desvelaré y que nada tiene que ver con gestiones políticas anteriores, ha construido la doctrina de la persecución, aplicándola a todo el que tuviera que ver con su antecesor, y que en la cabeza de la indecencia, hace extensible a todo el que no juega con su pelota.
Así, esta funcionaria, después de un tortuoso camino por la sobria quietud de la justicia, ha conseguido lo que por derecho le corresponde, algo tan tremendamente valorado en estos tiempos como que se le devuelva su puesto de trabajo.
Tiene, el personaje de este cuento, dos meses para hacer cumplir la sentencia 000180/2014, (sin cabida para más recursos) recién confirmada por el Tribunal Superior de Justicia, sección 1ª de la Sala de lo Contencioso-Administrativo, y he aquí que piensa agotarlo, tal vez porque le cueste tener que ver todos los días la imagen que le recuerda su indecencia política y humana.
Supongo que a los vecinos de a pié, al menos a los que le importa un pimiento todo menos lo suyo, este cuento les daría lo mismo, si no fuera porque esta tardanza en la ejecución de la sentencia supone que esta funcionaria siga cobrando de las arcas municipales, o sea, de los impuestos que pagamos todos los vecinos, por estar en su casa. Tampoco, supongo yo que les dará lo mismo saber que el ayuntamiento tendrá que pagarle el tiempo que por capricho y por venganza, no estuvo trabajando, y tampoco, sigo suponiendo, que a los contribuyentes locales les hará ninguna gracia, que sus impuestos se destinen a pagar daños morales, costas de juicios, abogados, procuradores, etc., costes que en su conjunto hablan los más optimistas que superan los 100.000,00 euros y los más pesimistas hablan de hasta 200.000,00 euros, entendiendo el optimismo en función del interés municipal. Unos y otros especulan, ya veremos quién lo hace con mayor o menor acierto, porque de no haber acuerdo entre las partes, y conociendo el paño no lo habrá, serán los tribunales los que lo determinen.
Supongo, por eso de que para haber mundo tiene que haber de todo, y yo lo respeto, que habrán vecinos que opinen diferente, según les haya ido en la misa, y que justifican estas actitudes, pero difícilmente podrán desmontar con argumentos serios el coste de este capricho a lo largo de los últimos 14 años, que ascendió, solo el año pasado a 127.000,00 euros, cifra que cada año vemos incrementada, y siempre con informe negativo de la Intervención Municipal al tratarse de un contrato al margen de la ley (a dedo, con fraccionamiento de facturas, sin acuerdo plenario, etc.). Saquen ustedes cuentas.
Hace ya cerca de 16 años que empezó este cuento y no a todos nos parece que fuera ayer. La desafección del pueblo con la clase política (la casta) no tiene precedentes. La corrupción, las persecuciones y el amiguismo son el pan nuestro de cada día. A modo de moraleja déjenme que acabe mi opinión con una pregunta para la reflexión: ¿Acaso estos personajes no son el reflejo de la misma sociedad?