La contradictoria e incoherente posición del Estado,
al mismo tiempo a favor y en contra de los individuos
adquiere, con el aberrante régimen de visitas impuesto
rutinaria y colectivamente a las hijas e hijos de
matrimonios separados o divorciados, carácter de
sádica y cruel perversión. En efecto, en esta lóbrega
galería carcelaria y constitucional llamada España, la
crecida y creciente legión de menores en tales
circunstancias resulta brutal e injustificadamente
privada de la compañía de su padre por expresa y
consciente decisión judicial (drásticamente reducida
en prácticamente el ciento por cien de los casos a dos
fines de semana por mes y una tarde a la semana).
¿Nadie denunciará las tropelías, ni el incorregible
extravío multirreincidente de la marabunta de los
mismísimos jueces?
Para librar a la publicidad tan despiadada situación,
Rafael Rodrigo Navarro, de la Asociación Custodia
Compartida Ya, en Valencia, plantea diez días de
huelga de hambre sin otra compañía de mayor interés
que la de sus lúcidos,insípidos y transparentes
vasos de agua. Al asumir individualmente la empresa
propia de una sociedad que ha renunciado a sus
principios, explica con su firme, tranquila y
sonriente actitud la hipocresía generalizada y
culpable del mismo sistema jurídico del Estado que
mantiene por lema teórico, entre otros, la "defensa de
los intereses del menor", pero que, al mismo tiempo,
no duda en maltratar sistemática e irreparablemente,
en la práctica y de este modo, a todos y cada uno de
los individuos de carne y hueso que caen en sus manos:
"¿Por qué los menores deben sufrir un régimen de
visitas con su padre tan reducido como el que se
acuerda para los peores delincuentes? ¿Acaso han
cometido algún delito?"...
Reciba, desde estas breves líneas, palabras de ánimo y
deseos del urgente triunfo de su justa causa que,
lógicamente, no puede ser sino también la nuestra.
José Francisco Sánchez Beltrán