No es ni la primera ni la segunda, pero quizá sí vaya a ser la más sonada. La nueva crisis que enfrenta al Grupo de Gobierno del Cabildo implica también a todos los alcaldes de la isla, que han decidido plantar cara a Carlos ...
No es ni la primera ni la segunda, pero quizá sí vaya a ser la más sonada. La nueva crisis que enfrenta al Grupo de Gobierno del Cabildo implica también a todos los alcaldes de la isla, que han decidido plantar cara a Carlos Espino y al Plan Territorial Especial, que tendría que haber visto la luz hace mucho tiempo, pero que parece que, de momento, tendrá que seguir guardado en el cajón.
Lo más curioso del caso es que justo cuando parecía que todo estaba listo para presentarlo públicamente, se ha abierto el debate político. Y no ya con la oposición, sino con todos los alcaldes de la isla, y también entre los propios socios del tripartito. Y lo que piden no es aplicar pequeñas correcciones, sino cambiar la esencia del documento. Es decir, que se introduzca la oferta de ocio complementario, cuando era algo que no estaba previsto.
La solicitud, que podrá parecer más o menos lógica, llega en el momento menos apropiado, porque el Plan está ya terminado e introducir un cambio de ese tipo supondrá un importante retraso. Sobre todo porque conseguir un consenso sobre cuántos campos de golf o puertos deportivos deben instalarse en la isla y en cada municipio abrirá un difícil y hasta tenso debate que podría alargarse indefinidamente en el tiempo.
Pero lo que más sorprende no es que los alcaldes planteen ahora este debate, ya que precisamente éstos se quejan de que se les ha dejado al margen de este documento, y que por tanto no han podido conocerlo ni opinar en su debido momento, sino que lo plateen los socios de gobierno. Porque por más que ese Plan dependa directamente de la Consejería de Política Territorial y Medio Ambiente, parece hasta absurdo pensar que no haya sido seguido de cerca por los socios del PSOE, que es quien controla esa Consejería. ¿Realmente Coalición Canaria y el grupo de los no adscritos, en el que se encuentra la propia presidenta del Cabildo, no sabían qué se estaba haciendo con el texto?
Ésa es precisamente la acusación que los grupos de la oposición, además de determinados alcaldes y empresarios, han vertido sobre el consejero Carlos Espino, del que aseguran que ha llevado el Plan, y en general la Política Territorial, con "oscurantismo". Pero resulta cuanto menos paradójico que sus socios no se hayan preocupado hasta ahora por la evolución de un documento de semejante calado. Que justo en la recta final, la presidenta del Cabildo haga una invitación a los alcaldes para que elaboren proyectos y propuestas de las necesidades de campos de golf o puertos deportivos que tendrían sus respectivos municipios.
Y Carlos Espino está dispuesto a escuchar ofertas, sí, pero no a tocar el Plan Territorial Especial. Eso lo ha dejado bien claro, afirmando que no va a aceptar "ultimatums" de sus socios, porque asegura que todo estaba previamente hablado y acordado, y que no se van a mover del programa del PSOE.
Ante este panorama, las luces de alarma han vuelto a encenderse, ante el peligro de que esto abra una nueva crisis de inestabilidad en la Corporación, que está atravesando la legislatura más convulsa de su historia. Precisamente por eso, unos y otros saben que la cuerda no se podrá tensar mucho más, y que con unas elecciones a la vuelta de la esquina, la prudencia debe ser máxima, porque los ciudadanos difícilmente perdonarán otra etapa de desgobierno.
Sin embargo, y pese a todo, las posturas parece que están lejos de encontrarse, aunque en los últimos días se está produciendo un auténtico maratón de reuniones. Y lo peor es que llegados a este punto, difícilmente se llegue a un buen arreglo. Porque si malo sería que el tripartito saltara por los aires, a poco más de un año de que termine la legislatura, tampoco sería mucho mejor que se siga retrasando la aprobación de un documento que debería estar listo y en vigor desde hace años, ni que se apruebe contra el criterio de todos los alcaldes de la isla, y de dos de los tres socios que gobiernan en el Cabildo. En definitiva, y pase lo que pase, Lanzarote volverá a salir perdiendo.