Opinión

ABDULAY KAMARA

ABDULAY KAMARANací en una familia humilde y pescadora de Casamance (Senegal), toda mi infancia la pase jugando con mis amigos, escuchando historias de los ancianos del poblado, y ayudando a mi familia en las faenas de pesca, a ...

ABDULAY KAMARA

Nací en una familia humilde y pescadora de Casamance (Senegal), toda mi infancia la pase jugando con mis amigos, escuchando historias de los ancianos del poblado, y ayudando a mi familia en las faenas de pesca, a veces en la mar y la mayoría en tierra, cambiando pescado por otras cosas que nos hacían mucha falta, leche, verduras, ropas, etc. La escuela no sabia lo que era, ya que nos enseñaban de todo los ancianos, hasta los seis años no había visto a un blanco y pensaba que hasta donde llegaba el horizonte, todos eran negros como yo, al verlo pensé, aunque dude por sus vestimentas, que se trataba de un brujo del poblado preparado para algún ritual con la cara pintada de blanco, mi padre me dijo que era un comprador de pescado y quería comprarnos lo poco que capturábamos con nuestro cayuco. Esto de comprar yo no lo veía bien, ya que acababa con el trueque, nuestras costumbres y a cambio nos daba unos papeles con dibujos que mi padre decía que se llamaba dinero y que con él podríamos comprar lo que nos hiciera falta para subsistir.

Este hombre blanco se llamaba Pepe, había emigrado de España a Senegal buscando una vida mejor y le gustaba que le dijéramos D. José o papa Pepe, venia en un pequeño camión desde Dakar todos los días, se llevaba el pescado y nos lo pagaba al mes. Al poco tiempo vinieron muchos mas blancos, con nombres muy distintos, Smit, Jean, etc., aunque diferentes en el hablar y color de piel, unos altos y rubios, otros más bajos y morenos, empezaron a comprar todo con papel, plantaciones, ganados, cristales brillantes, talaron muchos árboles, hicieron casas, hoteles, carreteras, puertos, aeropuertos, minas, pozos de petróleo, en resumidas cuentas se adueñaron de todo y nos pagaban con unos pocos papeles que no nos daba ni para comer.

Como D. José pagaba al mes y era poco el dinero, mi padre nos dejo el cayuco y se fue a Dakar a trabajar en unos barcos españoles que había comprado papa Pepe, que ya tenia muchos camiones, barcos de pesca, mercantes que llevaban la pesca a Huelva-España. Mi padre se llevaba muchos meses sin venir a casa y cuando podía venir, nos contaba que ganaba lo mismo que los españoles (que no era mucho para un marinero español), pero que la mitad del dinero se lo quitaba el gobierno senegalés, así y todo, a los diez años de trabajar en el barco "Papa Pepe" pudo comprar varios cayucos, que como siempre, vendían el pescado a D. José y cobraban al mes, ya estábamos mejor, papa en casa, ya no salía a la mar, y éramos nosotros con algunos miembros de nuestra gran familialos que lo hacíamos. Me acuerdo que en una ocasión en la que D. José llevaba varios meses sin pagarnos mi padre me llevo a Dakar, con la intención de cobrar, allí vi un gran puerto y muchos barcos, entre ellos el "Papa Pepe" en el que él había dejado muchos años de su vida y había estado apartado de nosotros, era un barco grande, no había visto otro igual, y conocí a Manolo un marinero español que era como familia para mi padre, se abrazaron y me beso a mí diciéndonos que no se embarcaba más, que ganaba poco, le engañaban con el pescado descargado y que se había convertido en un teléfono para su esposa e hijos, que ya no merecía la pena sacrificarse de esta forma. También nos dijo que los marineros senegaleses no ganaban nada, iban a la mar solamente por la comida y por el pescado que no quería D. José, por lo que se los daba a cambio del salario, lo metían en sacos y a la bodega, después los marineros lo vendían en el muelle a compradores locales, ya no merecía la pena ser marinero, ni para Manolo, ni para mi padre, ni para nadie, aunque de algo había que vivir.

En el viaje a Dakar mi padre cobró la mitad de lo que le debía D. José, ya este no aparecía por Senegal, se dedicaba a sus empresas y estaba de ministro de pesca en el gobierno español, ahora nos pagaba un senegalés de nombre Pepito, casado con una blanca, vivía en una casa muy grande, con piscina y cerca de la playa, varios coches y criadas; yo pensaba, mira que D. José ha hecho dinero y este "pepito" vive muy bien, y todo con la captura y venta del pescado, sin embargo mi familia apenas subsiste.

En Dakar, también vi a muchos blancos, negros casados con blancas y blancas casadas con negros,todos ellos con buenos coches y casas, también vi mucha miseria, chabolas y pudredumbre, gente pidiendo por las calles, tullidos de la pesca y minería mendigando un poco de pan, eso me impresiono a mis 16 años. En Casamance no se veía tanta miseria, ni tanta ostentación de riqueza, vivíamos felices y siempre nos ayudábamos unos a otros. También vi la isla de Gorey o de los Esclavos, y me explicó un guía blanco que aquí era donde traían los musulmanes a todos los Africanos, los engrilletaban con cadenas para venderlos como esclavos en América a Europeos que necesitaban mano de obra para explotar sus grandes plantaciones de cacao, algodón, café, etc., decía que muchos se suicidaban, otros morían aquí y muchos de ellos morían en la travesía hacinados peor que animales y solo unos pocos se vendían como esclavos en América, llamaba a esta inmigración forzosa "El holocausto africano". No me gusto lo que vi y oí en Gorey la Isla de Los Esclavos.

Cuando tenia 18 años, las cosas no iban bien en casa, mi padre solo tenia un cayuco, ya que la empresa de D. José cada vez tardaba más en pagarle y para subsistir la familia, mi padre los tuvo que vender, ya éramos muchos y no podíamos vivir así, volvimos como al principio, un solo cayuco para que con la pesca vendida pudiéramos comprar comida y ropa, con la diferencia de que mis hermanos estaban casados, tenían hijos y ya no existía el trueque de pescado por alimento y ropa, solo el papel dibujado. Ante esta situación y recordando lo que vi en el viaje con mi padre a Dakar (blancos ricos y negros viviendo bien), y lo que me contaba mi padre de sus charlas con Manolo, le dije a mi familia que quería ir a España a trabajar para sacarlos adelante y que pudiéramos tener al menos dos o tres cayucos más. Ante mi propuesta todos entristecieron, principalmente mi padre, ya que había estado alejado muchos años de la familia, pero él comprendió que era la única posibilidad que había tanto para ellos, como para mí; por tanto, reunió a todos nuestros familiares en Casamance, preparó una comida y les dijo cuales eran mis intenciones; ellos sabiendo lo largo y costoso del viaje pusieron cada uno lo que podían en papel dibujado "dinero", me besaron, bendijeron, y emprendí el mayor viaje de mi vida con la ilusión de trabajar en España y poder ayudarles a todos. Fui hasta Dakar en un camión de la empresa de D. José, el chofer aparte de hacerme trabajar cargando y descargando sin pagarme nada, me cobró el viaje, y eso que le debían mucho dinero a mi padre, me informó que conocía a un camionero de su misma empresa que aparte delpescado, se dedicada a llevar inmigrantes al Sahara Ocupado y Marruecos y de allí a España.

En Dakar contacté con varios chicos y chicas de mi edad, eran de Cabo Verde, Kenia, Camerún, Angola, Nigeria, Sierra Leona, Mali, Ghana, y de otros países del África Subsahariana, todos tenían las mismas intenciones e ilusiones que yo. Después de varios días e indagaciones, logramos contactar con el chofer mauritano que trabajaba para papa Pepe y se dedicaba a llevar inmigrantes y pescado a las costas del Sahara en un camión, este tenia buenas amistades con un militar marroquí que estaba destinado en el Sahara ocupado, tenia pateras dedicadas a la pesca artesanal, con bases a Tarfaya y Laáyoune (Aaiun). Le pagamos por anticipado el viaje, para ello mis compañeras de viaje tuvieron que prostituirse en Dakar, aunque el mauritano les perdono algo del dinero del pasaje acostándose con ellas. Salimos de Dakar al atardecer y cruzamos la frontera de Senegal muy cerca de Saint Louis, estaba todo hablado, el chofer le pago al aduanero, el cual viendo tantos chicos jóvenes le dijo al camionero que si no lo dejaba tener relaciones con uno que le había gustado no pasarían a Mauritania, por lo que el camionero obligo al senegalés a que tuviera relaciones con el aduanero en cual lo sodomizó produciéndole desgarros en el ano.

Continuamos viaje y el chico aún sangrando, lloraba con la cabeza entre sus piernas sin atreverse a mirarnos, nosotros lo consolábamos y las chicas le decían que ellas también habían pasado por eso. Ante esta situación, rabioso y asqueado por lo que vivía y por tener que abandonar a mi familia, pero pensaba en lo necesario que era para ellos y eso me hacia pensar en otras cosas, aunque sabia que tarde o temprano me podría ver en la misma situación o en otras peores, muertes por disparos, minas, violaciones, inanición, etc., ya que muchos hacían el viaje sin apoyos a la desesperada por carecer de dinero, según nos contaba el camionero.

Una noche paró el camión y nos dejo alejados de la carretera con algo de agua y comida diciéndonos que iba a descargar y cargar pescado en Nouakchott, apareció a los dos días y traía además de comida y agua, a unas chicas mauritanas y saharauis además algunos senegaleses, con lo que éramos en el camión dieciocho. Salimos por la noche en el camión con pescado en hielo y todos tapados y apelotonados dándonos calor, aunque estábamos separados del pescado.

Al día siguiente por la noche paramos en el poblado de pescadores de Timiris, era igual que Casamance, me hubiera quedado allí, de no ser por la necesidad de mi familia, nos trataron muy bien, comimos caliente, tomamos te verde y dormimos en una jaima, al día siguiente les ayudamos en cargar el camión y después de desearnos mucha suerte salimos hacia Nouadhibou donde llegamos al día siguiente por la noche, nos quedamos todos en una casa hecha de maderas y bidones de aceite cortados, la barriada se llamaba El Cairan, aquí mal viven muchos africanos de todos los lugares, por eso nuestra presencia paso desapercibida. El chofer se fue a dormir al hotel, llevó el camión para descargarlo al día siguiente en los frigoríficos, y nos dijo que de allí llevaban el pescado al mercante de D. José que llevaría su carga a Canarias o a España, ante esto, le dijimos si nos podrían llevar en el mercante, a lo cual nos contesto que eso era casi imposible, ya que los capitanes no se comprometían, porque en los puertos en España y Canarias estaban muy controlados, aunque sabia de varios barcos que habían transportado inmigrantes lográndolo, sobre todo barcos de pesca o barcos viejos, (muchos continúan haciéndolo), algunos capitanes y tripulantes habían tenido problemas con la justicia por este motivo. La empresa de D. José también tenía avionetas para traer a España langostas, percebes, divisas y otros productos que desconozco y llevaban televisores, ropas, muebles y otras cosas a las autoridades de esos países.

Al día siguiente por la noche vino el camionero y nos presento a un mauritano que también trabajaba para papa Pepe, el cual nos ofreció dos formas de viajar, la mas cara y cómoda era cruzar la frontera por el aeropuerto de Nouadhibou, de allí a la Güera (Sahara Ocupado) y por carretera hasta Laáyoune o Tarfaya, pasaríamos por dentro de la Berna (muro defensivo hecho por los americanos para evitar incursiones del Frente POLISARIO en el Sahara Ocupado), y la otra cruzando todo el Sahara por el desierto, esa seria más barata pero mucho más peligrosa, ya que aparte de las vicisitudes del desierto, están los campos minados y han sido muchos los inmigrantes que habían muerto por estas dos causas. Nosotros ante lo explicado por el camionero, decidimos ir por la carretera, le pagamos mucho más que al otro camionero y quedamos que al día siguiente por la noche cruzaríamos la frontera entre Mauritania y el Sahara ocupado.

Efectivamente, al día siguiente por la noche vino el camionero, ahora el camión estaba sin pescado y llevaba varios televisores, aires acondicionado, grupos generadores y muebles de cocina, algo de comida para nosotros y el dinero que le habíamos dado, al llegar a la frontera habían dos guardias marroquíes que tan pronto lo vieron se acercaron sonrientes y extendieron la mano para que el camionero les diera el dinero, y después fueron a ver lo que llevaba detrás, al comprobar la carga, quisieron un televisor y una chica cada uno, discutieron, ya que el material transportado era para altos mandos militares, obsequio de D. José, ellos seguían presionando por lo que tuvo que darles más dinero para que nos dejaran pasar. Estas circunstancias parecen que las tienen asumidas los que se dedican al transporte inhumano de inmigrantes clandestinos y con lo que nos cobran y nos roban, negocian entre ellos para sacar cada cual su tajada, eso sí, fornicaron con las chicas.

Nos dejaron pasar y por carretera llegamos hasta las afueras de Ad Dakhla, donde nos dejó con agua y comida entre unos matojos y se dirigió a la ciudad para cargar pescado y comprar algo de comida y agua. A la noche siguiente nos recogió y salimos para Boujadour, donde se repitió la misma operación, de allí hacia Laáyoune, donde nos dejó a las afueras, y se despidió diciendo que vendrían en un todo terreno a buscarnos, me imagino que en Laáyoune, como en toda África, también habrían barcos de pesca, mercantes, avionetas, frigoríficos, empresas y amigos militares de D. José, mas conocido por papa Pepe.

Después de varios días en las afueras de Laáyuone, vino el todo terreno, el chofer era un militar de graduación sin uniforme, aparte de algún regalo de D. José, había cobrado del camionero y después de un día por una carretera muy concurrida, que me hizo pensar que estábamos en España,por la cantidad de camiones españoles, franceses, americanos y marroquíes, llegamos a las cercanías de Tarfaya. El chofer nos dijo que en el Aaiun habían patrullas conjuntas por tierra entre la Guardia Civil española y la Gendarmería marroquí y que tenían que guardar las formas, ya que estando la Guardia Civil patrullando había que vigilar para que ninguna patera saliera, aunque si fuera por la Gendarmería marroquí saldrían pateras y barcos cargados, ya que eso favorece los intereses del gobierno marroquí como arma de presión contra España yEuropa, usando el control sobre la inmigración como medida de cambio.

Nos dejo en unos matojos muy cerca de la costa, con mantas, latas de sardina, pan y agua, podíamos oír el rumor de las olas a las que estaba muy acostumbrado desde niño, y nos dijo que nos escondiéramos durante el día y no se nos ocurriera hacer fuego, ir a la costa, ni a la carretera, ya que las patrullas conjuntas peinaban la zona casi a diario. Al cabo de cuatro días se unieron a nuestro grupo unos indios, pakistaníes, irakies y chinos, en total éramos 36 personas harapientas y fatigadas, pero ilusionadas con una vida mejor para los nuestros. Yo pensaba en los sacrificios que habíatenido que pasar, y aunque apenado, me aliviaba el pensar que el resto de compañeros de viaje lo habían pasado peor que yo.

Un día nos dijo el chofer que vendría una patera por la noche a buscarnos. La noche siguiente vino en el todo terreno con dos chicas nigerianas jóvenes, una de ellas con un bebe en brazos y la otra embarazada de 9 meses, y en dos viajes nos llevo hasta la playa; la mar rugía rompiendo en la orilla e hizo señales con una linterna, respondieron desde la mar a la señal, yo pensaba que se trataría de un barco mayor que el cayuco de mi padre, pero cuando se acercó y vi que era una embarcación de algo más de cinco metros y traía a dos marroquíes como patrones (uno de ellos era menor, seria el aprendiz), la popa llena de garrafas con gasolina, dos motores fueraborda y unos sacos de pan, latas de sardina y garrafas de agua. Ante esta visión pensé como pescador que era, que en esa embarcación no cabríamos todos, los 40 camisas mojadas contando con el bebe, mas los dos patrones. Ya en tierra habíamos puesto nuestras escasas pertenencias (el dinero que nos quedaba, un chándal y unos tenis) en bolsas de plástico, todos los que eran musulmanes, sabiendo que yo era pescador me habían dado sus amuletos (guiri-guiri) para que los guardara, ya que pensaban que yo tenia más posibilidades de salir airoso de esta aventura. Habían muchos que ante el rugido del mar, ante la oscuridad y ante la inmensidad del mismo estaban agarrotados y asustados, uno de ellos temió por su vida y le dijo al chofer que no iba, ante esto, lo tranquilizo diciéndole que iría en otra ocasión, lo llevo lejos a los matorrales y oímos como un disparo, el patrón de la patera dijo que embarcáramos rápido, sin linternas y sin ruidos, que venia la patrulla decostas, así lo hicimos, la mujer con el bebe y la embarazada cerca de la popa, y los demás sentados unos pegados a otros hasta llegar a la proa, nos cubrimos con un gran plástico y poco a poco sorteamos las rompientes, ese fue un momento crucial, donde nuestras vidas corrían serio peligro, pero el patrón marroquí sabia lo que hacia.

En la posición en la que estábamos no podíamos levantarnos, y por tanto hacíamos nuestras necesidades encima, el otro patrón marroquí (el menor) iba achicando agua con una botella de agua partida por la mitad. Al alba empezamos a ver luces de tierra por la banda de babor, aunque también nos habíamos cruzado a lo lejos con algún que otro barco mercante. El patrón nos dijo, esas luces son España, en esos momentos todos nosotros gritamos de alegría, y todas las vicisitudes que habíamos pasado se disiparon, comimos una lata de sardina con pan y un trago de agua para cada uno. Las luces fueron atenuándose con el día y fue apareciendo una tierra que parecía una isla, yo pensaba que España era muy grande, pero por lo que veía era más pequeña que Casamance mi lugar de nacimiento, o que estaría detrás de la tierra que estaba viendo, uno de los motores se paró por avería y nos llevamos un buen rato para arrancar el otro, ahora comprobaba que el patrón marroquí sabia lo que hacia, seguimos rumbo a tierra, a España. Poco a poco la tierra fue siendo más alta, ya veíamos pueblos y casas, estaba anocheciendo cuando vimos muy cerca la costa, la mar rompía con más fuerza que cuando salimos, era de roca y bastante alta, el patrón nos dijo que no podíamos desembarcar allí porque corríamos el riesgo de volcar, estábamos muy cerca de España y no podíamos desembarcar, por lo que él, sabiendo que había una playa cerca se dirigía a ella con el pensamiento de volver otra vez al Sahara Ocupado, en esos momentos vimos unos barcos acercándose muy rápidos, con focos encendidos, uno era verde y el otro naranja, ante esta presencia, el patrón puso rumbo a tierray ocurrió lo inevitable, la patera volcó, yo veía como mis compañeros de viaje se iban al fondo y volvían a sacar la cabeza, no llevábamos salvavidas ninguno, ya que eso quitaba espacio para llevar más inmigrantes. Los barcos ya estaban muy cerca de nosotros, echaron una embarcación neumática, algunos de sus tripulantes se tiraron al agua, otros tiraban aros salvavidas como los que había visto en mi viaje a Dakar en el barco de D. José. En esos terribles instantes paso por mi mente toda mi infancia, la problemática de mi familia, como D. José se había hecho rico a costa de empobrecernos, como se tuvieron que prostituir mis compañeros de viaje y hubiera deseado estar en casa pescando en el cayuco o en la isla de los esclavos engrilletado y preparado para embarcar a América, así al menos tendría una oportunidad.

Yo que sabia nadar me mantuve a flote, aunque las piernas no me respondían y logre poner al bebe entre mis brazos, me agarre a un salvavidas y me subieron en la lancha naranja, después recogieron a los patrones marroquíes y a la embarazada, vi como en el otro barco estaban reanimando varios compañeros, ya no se oían ni gritos, ni lamentos, todo era silencio. Los barcos empezaron a buscar por si había algún superviviente más, pero solo se veían la patera volcada, algunas garrafas y fardos de plástico flotando, continuaron la búsqueda y llamaron a otros barcos, y ellos se dirigieron a tierra. Al llegar a puerto nos trataron muy bien, la Cruz Roja nos proporcionó ropa seca y colacao caliente, a la embarazada y al bebe los llevaron al hospital y a los que estaban intentando reanimar habían muerto, los metieron en bolsas de plástico y se los llevaron. Ante la atención recibida pensé que había valido la pena mi sacrificio, aunque estaba casi sin poder reaccionar por lo que había ocurrido con mis compañeros de viaje y en España nos trataban bien, aunque me dijeron que estaba en una isla (Fuerteventura). Al momento vinieron unos guardias civiles y esposaron a los patrones de la patera, cuando me iban a esposar a mi, una voz conocida y uniformada procedente de la embarcación naranja dijo que no me esposaran, que yo era hijo de su mejor amigo, era Manolo, me abrazó y me acompañó al Centro de Retención de Inmigrantes, dándome su teléfono móvil y dinero me dijo que lo llamara todos los días y que me ayudaría en lo que pudiera.

El viaje a España había terminado, solo lo habíamos superado la nigeriana embarazada, el bebe, los dos patrones y yo, a los siete cadáveres los enterraron en el cementerio de Gran Tarajal, yo estaba presente junto a Manolo y sus compañeros, también estaban los Guardias Civiles y Autoridades, todos estábamos muy tristes, pedí permiso para meter los amuletos (guiri-guiri) que llevaba en un féretro y así enterramos cuerpos y los espíritus del resto de los desaparecidos en una tumba sin nombre, solo la fecha, un numero y una nota que decía "Inmigrante desconocido". Aunque estuvieron buscando por mar, aire y buceando, jamás aparecieron más cadáveres. La embarazada había dado a luz en el hospital de Puerto del Rosario y se había hecho cargo del bebe de su compañera fallecida, estaba en una Casa de Acogida y con el tiempo tendría residencia y nacionalidad española; de los patrones marroquíes, el mayor fue condenado por un Delito contra los Derechos de los Trabajadores Extranjeros con lo que estaría cuatro años en la cárcel, el menor fue internado en un Centro de Menores inmigrantes, donde comía bien, le daban buena ropa, iba a la escuela, le daban dinero en festivos, y llamaba a su familia casi todas las semanas. Yo, en el Centro de Retención tenía que estar cuarenta días, comía bien y hablaba por teléfono con mis padres. Manolo me visitaba y me daba lo que necesitaba, solo me quebraba el espíritu la incertidumbre de saber que harían conmigo las Autoridades españolas, si me mandaban a mi país, me dejaban trabajar en Fuerteventura o en cualquier otro lugar de España y si mi padre podría comprar algunos cayucos y sacar adelante a la familia vendiéndole el pescado a D. José, más conocido por papa Pepe, ahora sabia que papa era padre, no quisiera que nadie tuviera un padre como ese, tal vez si no existieran papas Pepes, yo estaría feliz con mi familia en Casamance y no hubiera pasados tantas miserias y penurias, y visto tantas muertesinducidas y producidas por los miserables, explotadores y asesinos Papas Pepe dueños del Mundo.

Manuel Gutierrez