Existen momentos puntuales que vinculan de forma absoluta el devenir de un pueblo. Las elecciones del 26 de junio van a suponer, sin duda, una oportunidad única para elegir el camino correcto y no cometer un error histórico con consecuencias difíciles de prever pero nada buenas. Ejemplos de sobra tenemos, no hay que mirar muy lejos en el tiempo para ver las consecuencias de procesos similares, con identidad de autores, en Venezuela o situaciones, también utópicas, que han derivado en corralitos y pérdidas de más del 25% en las pensiones, como en Grecia.
Muchas veces decir la verdad, asumir los problemas y plantear las soluciones de un modo realista no es lo más fácil ni lo que más vende. Pero es lo que se ha hecho: sentar las bases de la recuperación de un país. Conseguir una financiación sostenible y, sin duda digno de admiración a nivel internacional; conseguir que con un crecimiento económico moderado, pero el mayor de Europa, se siga creando empleo y aumentado las pensiones. No como otros, que al final siempre terminan igual, con colas en el INEM cada vez más largas al final de sus mandatos.
Pero la amenaza ahora es todavía mayor, si cabe. Si la crisis pasada ha echado al traste con los sueños de muchas familias que adquirieron inmuebles, hemos conseguido paliar los desahucios con medidas de paralización, así como con leyes de protección de deudores hipotecarios y la ley de segunda oportunidad. Ahora nos jugamos ser o no ser un Estado de Derecho, tener o no tener desabastecimiento o, quien sabe si cosas peores. Ejemplos tenemos y la realidad supera muchas veces la ficción.
Ante dicho panorama, desde el Partido Popular nos vemos como la única opción viable.
El PSOE, o mejor dicho su candidato, ya que en dicho partido todavía existe muchísima gente sensata que sufre con lo que ve, no es garantía de nada en este momento. Con tal de gobernar son capaces de catapultar a quienes ni públicamente les respetan ni harán lo propio con quienes piensen distinto a ellos.
Un Estado de Derecho también debe respetar un ámbito de libertad mínimo al ser humano para el desarrollo de su personalidad. Y en ello, como ya sabemos, el comunismo no tiene muy buenas experiencias.
Ciudadanos en este marco tiene poco que decir, aparte de ser un voto que se vende como neutro o comodín en contra de lo manifestado el 20 D, ya ha demostrado con sus actos en que parte se sitúa. Y los partidos nacionalistas, menos tienen que decir todavía en este contexto actual.
Nosotros proponemos seguir por la senda del empleo, con el horizonte de 20 millones de personas trabajando, garantizando las pensiones, adaptando el sistema educativo a las necesidades del mercado de trabajo actual y con una clara vocación social. Creemos en las personas y vamos a focalizar nuestros esfuerzos en la parte más débil de la sociedad, para que la recuperación llegue a todos.
Queda mucho por hacer, pero estamos en la senda correcta.
Por Salvador Martínez, candidato del Partido Popular al Congreso