Un grupo de ciudadanos canarios gestiona las autoridades sanitarias el traslado a España de Llovit, un niño afgano de tres años que padece una anemia crónica mortal, y que es atendido por un médico español en Herat, una de las ciudades de Afganistán más afectadas por el conflicto bélico. La iniciativa busca la acogida del pequeño en el hospital Materno-Infantil de la capital grancanaria para ser estabilizado, para posteriormente llevarlo a un centro hospitalario madrileño y someterlo a un trasplante de médula ósea.
Los promotores de esta iniciativa esperan que el Gobierno de Canarias, a través de la Consejería de Sanidad, "muestre su sensibilidad y acoja al pequeño donde recibiría un tratamiento en la unidad de Hematología del Hospital Universitario Materno Infantil para, posteriormente, ser trasladado a Madrid donde se sometería a un trasplante de médula ósea", explican a través de un documento hecho público este viernes.
Llovit vive en Herat, ciudad afgana de 120.000 habitantes. "Es un pequeño alegre, sonriente y extrovertido", señala el colectivo que defiende su causa, que lamenta que una tasalemia maior de pronóstico mortal le obligue a recibir transfusiones sanguíneas cada 24 días. Esta enfermedad es una anemia grave crónica con esplenomegalia, sobrecarga de hierro, retraso del crecimiento, hepatomegalia (aumento tamaño hígado), trastornos hormonales, cardiomegalia, osteoporosis y otras patologías, explican los promotores.
La situación de Afganistán en estado permanente de guerra, y con una mayoría de población sin apenas recursos educativos, sociales y sanitarios impiden que Llovit pueda recibir la atención médica adecuada, precisa el grupo de personas que le apoya, y que entiende que "la única solución es someterle a un trasplante de médula ósea, intervención que no se realiza en su país por razones obvias".
El niño está siendo atendido por los médicos del hospital de campaña que el Ejército español ha levantado en Herat, de forma que Llovit ha podido sobrevivir con tratamientos paliativos, "pero cada vez más cuesta conseguir sangre fresca para la transfusión", relatan sus mentores, que advierten de que "su débil organismo se deteriora de forma galopante y los tiempos entre transfusión y transfusión se acortan progresivamente".
MÉDICO ESPAÑOL
El teniente coronel y médico intensivista español Juan Fajardo ha sido clave en la atención del menor, precisan estos ciudadanos. "Sin su intervención, el presente de Llovit ya sería pasado", apuntan. Pero en sus cuidados también ha habido protagonismo canario, con el papel de la enfermera Sabrina, promotora a su vez de una asociación que acoge y protege a mujeres repudiadas, que hasta ahora terminaban auto mutilándose porque se quedan en la calle sin ningún tipo de ayuda.
Por el momento, este grupo de ciudadanos canarios ya cuenta con el apoyo del Ministerio de Defensa español, según señala. Este departamento se ocuparía de todos los trámites de visado y pasaporte para que Llovit pueda salir del país con su madre, así como del traslado en un avión militar hasta Canarias y, una vez restablecido, retornar a su país.
Llovit está desde ayer mismo en el hospital de campaña del Ejército español, y al parecer, según el grupo de personas que apoyan su causa desde Canarias, sus problemas de salud avanzan más rápido de lo que se preveía: las transfusiones se hacían antes cada 30 o 40 días, pero ahora han pasado sólo 17 y ya ha necesitado otra.
FAMILIA DE 19 MIEMBROS
Llovit es adoptado. Su madre no puede tener hijos y un hermano del padre se lo cedió en adopción. Tiene una hermana de siete años, un hermano de cinco y otro de sólo un año, todos sanos y que viven en familia con sus padres y hermanos biológicos. En total son 19 personas, cada familia en una habitación cuadrada de aproximadamente metro y medio de pared. No tienen cuarto de baño ni agua corriente ni luz eléctrica y sacan el agua para la bebida y la limpieza de un pozo.
Los padres de Llovit tienen 29 y 28 años, no trabajan desde que el pequeño empezó con las transfusiones a los seis meses de nacer, sino que se dedican a cuidarlo, jugar con él y llevarlo a hospitales en Herat, Kabul y localidades del vecino Pakistán. En estos lugares tratan con médicos, curanderos o donde crean que hay un mínimo de esperanza para él.
El padre del niño se dedicaba a vender coches hasta que dejó el trabajo y se gastó todo sus ahorros en Llovit. En Afganistan no existe la sanidad pública ni gratuita, por lo que en cada transfusión les cobran 60 dólares. Ahora no tienen casa, ni huerto, ni animales, ni ahorros.
El padre biológico de Llovit les ayuda con dinero para comer y la casa no les cuesta nada porque es de la familia. La alimentación es a base de arroz y un pan con forma de torta que dura varios días. A veces pueden comer carne de cordero o de pollo, alguna vez verduras, casi nunca fruta, nunca pescado y prácticamente nunca leche.
ACN Press