Fotos: Sergio Betancort
La Orden del Cachorro Canario, celebró un acto con la intención de rescatar las tradiciones de Canarias bajo el título de "Día de los Finaos" en la noche del pasado lunes, en el Centro Cívico de Arrecife. La organización del acto contó con la colaboración de las Concejalías de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Arrecife, dirigidas por Rafael Juan González.
También contaron con la asistencia de la doctora en Sociología, Carmen Morales, una experta en temas relacionados con las tradiciones, algunas de ellas perdidas con el paso del tiempo, que han formado parte de nuestros ancestros culturales. Por esa razón, Morales cree que hay que volver a sacarlas a la luz para que las nuevas generaciones conozcan la repercusión cultural que tuvieron las mismas en el pasado.
La doctora en Sociología comenzó su ponencia hablando de cómo transcurría la noche dedicada a "Los Finaos", en la cual, las familias, en la víspera del Día de Todos los Santos se reunían y la persona mayor (abuela o madre) era la encargada de rezar el rosario. Por cada Finao (o Difunto), encendía una vela mientras se continuaba rezando. Luego se comían los frutos de la época como, castañas, nueces, almendras, porretos o fruta seca. Los hombres mayores acompañaban este almuerzo con ron miel, vino dulce o coñac, mientras que las mujeres lo hacían con alguna copa de anís o algún licor casero en menor medida.
Morales también explicó que los más pequeños cogían una talega y pasaban por las casas pidiendo los santos. Según recoge la tradición, "tocaban en la puertas y preguntaban si había santos. La dueña respondía que sí, depositando en la talega algún que otro fruto seco, almendras, hijos o castañas".
"El Velorio de los Angelitos"
La experta en Sociología trató sobre otra de las tradiciones ya perdidas como el "Velorio de los Angelitos". Cuando un niño o niña menor de siete años moría, le cantaban y bailaban durante la noche, permaneciendo en el velorio hasta el día siguiente, cuando se le llevaba hasta el cementerio. Se pensaba que, de esta forma, "de angelito" tardaba menos tiempo en llegar a Dios.
En el tiempo de velorio, después de que un niño moría, la gente del lugar se reunía en la casa y la madrina era la primera que debía levantar el lecho al pequeño muerto. En este momento, "comenzaba a bailar con él en los brazos hasta darle la vuelta al local en donde el niño estaba amortajado". Una vez que la madrina daba esta vuelta, se lo entregaba en brazos al padrino y éste hacía lo mismo que ella. Era a partir de ese momento cuando la concurrencia allí presente comenzaba a bailar y cantarle versos alusivos al niño durante toda lo noche, al tiempo que mandaban recados al más allá.
Al día siguiente, a la hora del entierro comenzaban a hacerle "al angelito" los encargos que debía llevar con él y lo hacía cualquier persona que tuviera un familiar que se hubiera muerto. "¡Dile a mi padre que la niña que dejó pequeña ya se casó y que aquí estamos muy bien y para que te acuerdes te pongo una cinta de color verde!", así continuó Morales contando muchas más experiencias relacionadas con el "Velorio de los Angelitos".
Al término de su intervención, la doctora en Sociología fue muy aplaudida por el público asistente. Acto seguido subieron al escenario los componentes del Rancho de Ánimas de Tiscamanita, Fuerteventura, creado en Tuineje, a petición de los vecinos de la zona por el obispo Manuel Verdugo en el año 1800. En sus inicios, iban por las casas cantando y rezando por los difuntos y recogiendo limosnas de los fieles, para que los sacerdotes celebraran misas por las almas del Purgatorio, ya que se pensaba que así llegaban más pronto al cielo. Esta misión la llevaban a cabo desde el día 1 de noviembre (Día de Todos los Santos) hasta el 2 de febrero (Día de La Candelaria).
Sin embargo, a día de hoy, el Rancho de Ánimas de Tiscamanita sólo sale en la fiesta de la Inmaculada Concepción, el día 8 de diciembre, ya que en el año 1.977 se perdió la tradición y no se recuperó hasta 1.987, cuando los vecinos junto al último mayordomo rescataron melodías y letras. Además, abrieron las puertas para que también tuvieran acceso las mujeres y los niños.
Con la actuación del Rancho de Ánimas de Tiscamanita, Fuerteventura, y su repertorio musical que mezcla endechas, coplas y corridos, se llegó al final de una jornada dedicada a "Los Finaos".