Una pareja de iguanas rinoceronte o cornudas del reptilarium de Rancho Texas Lanzarote Park se están reproduciendo por primera vez de manera totalmente natural fuera de La Española, la isla caribeña que comparten la República Dominicana y Haití, lugar de origen de esta especie (Cyclura cornuta) que se encuentra en alto riesgo de extinción. "Su reproducción fuera del Caribe se ha conseguido, y en muy contadas ocasiones, con estímulos artificiales para que se produjera la cópula e incubando de forma artificial los huevos fecundados", han señalado desde el parque.
De tres puestas de huevos han nacido ya doce crías, según ha informado Rancho Texas, desde donde han recalcado que no han sido incubados artificialmente sino que se ha producido gracias al "diseño y construcción del reptilarium, inaugurado en junio de 2014, donde se siguieron las pautas marcadas por un equipo de expertos en reptiles que definieron las condiciones ambientales que cada especie de reptil debía tener". Aparte de unos parámetros de temperatura, iluminación y humedad adecuados, se han llevado a cabo "unas acertadas dietas alimenticias diseñadas específicamente para cada sexo y época del año" han añadido.
La dirección de Rancho Texas "se ha puesto en contacto con autoridades gubernamentales y científicas de la República Dominicana para comunicarles la predisposición del parque a enviar a La Española ejemplares de iguana rinoceronte con los que repoblar las zonas en las que o han desaparecido o su número es muy reducido". "Estos trámites se realizan siempre que en el parque se reproducen especies en situación de peligro con la finalidad de introducir en sus hábitats naturales a las crías y, así, evitar su extinción", han explicado. Además, la biología de esta especie de reptil "es aún poco conocida" y por ello los estudios realizados en este parque de Lanzarote han adquirido "una gran importancia porque, lamentable, puede que no pase mucho tiempo hasta que estas iguanas de cuerno frontal sólo sean un recuerdo".
Tienen el "más alto grado de protección"
El programa internacional de especies amenazadas de fauna y flora silvestres, Cites, les otorga a la iguanas rinoceronte el más alto grado de protección. La iguana cornuda o rinoceronte tiene una longitud de entre 60 a 120 centímetros y su piel destaca por una gama de colores que van desde un gris acerado a verde oscuro e incluso marrón y destaca porque tiene un pseudocuerno recubierto de escamas óseas, que se asemeja al del rinoceronte. Llegan a pesar cinco kilos y pueden vivir hasta veinte años. Estas iguanas alcanzan su madurez sexual entre los cinco y nueve años de edad; y la hembra pone entre cinco y veinte huevos en una madriguera cuarenta días después de copular. Los huevos tienen un período de incubación entre noventa y cien días y de ellos salen unas crías muy activas que miden alrededor de diecisiete centímetros de largo.
Entre los grandes lagartos, la iguana cornuda es uno de los más notables. Vive en el suelo y raramente trepa a los árboles o a los arbustos; son diurnas y duermen por la noche en el fondo de sus madrigueras. Son vegetarianas y se alimentan de hojas y frutos, aparte de que nunca acuden al agua, aunque estén emparentadas con las iguanas terrestres y marinas del archipiélago de Galápagos.
La conservación de las iguanas nativas de República Dominicana y Haití contribuye a mantener estos ecosistemas sanos y sustentables. Sin embargo, la destrucción de su hábitat representa la mayor amenaza para las iguanas cornudas su lugar de origen. En la República Dominicana se ha perdido aproximadamente 35% del hábitat de la iguana rinoceronte y, aproximadamente, el 75% de lo que queda se altera. Ambas cifras son mucho más altas para Haití.
Otras amenazas importantes para las iguanas rinoceronte son la depredación de perros salvajes, gatos, mangostas y cerdos y la caza ilegal para la alimentación y el comercio local. El uso de iguanas para la alimentación en Haití es extremo en las zonas rurales donde las iguanas son lo suficientemente llamativas como para que la gente local esté familiarizada con ellas. Por fortuna, el comercio internacional de animales salvajes de La Española, un problema de conservación hasta mediados de los años ochenta, ha sido controlado en la República Dominicana.