Lola y Juan presiden la entrada de la casa. Los retratos de los dos dan la bienvenida a todos los visitantes que deciden pasar unos días de vacaciones en la isla, huyendo de la tradicional oferta de sol y playa. "La casa perteneció a mis padres y yo pasaba aquí los veranos, cuando fallecieron se me ocurrió la idea de convertirla en un establecimiento rural", comenta la propietaria de la ‘Villa Lola y Juan', Marisol Betancort.
Esta casona, ubicada en el pueblo de las 10.000 palmeras, atrae a visitantes que quieren relajarse de una forma alternativa al turismo del "todo incluido". Las dependencias, distribuidas con diferentes nombres que recuerdan los veranos infantiles de su dueña, están decoradas con una cuidada exquisitez. "Todos los muebles y elementos de decoración pertenecían a mis padres", entre ellos, nos podemos encontrar desde muebles y utensilios tradicionales hasta muñecas de porcelana del siglo XIX.
"La Casona Grande tiene una capacidad para nueve personas. Al principio comenzó siendo un hotel rural, pero luego nos dimos cuenta que no era rentable porque es pequeña. Si tuviera 10 habitaciones si que sería rentable porque ofreces el mismo servicios a más personas",comentó Marisol Betancort.
Un turismo alternativo
A pesar de que el turismo rural está en auge, Marisol afirma que en su establecimiento la llegada de visitantes se mantiene constante desde que abrió, hace tres años. "Llaman muchas personas para interesarse pero luego comparan con otros precios y se deciden por el más barato". Y es que, lo rural, aunque está de moda, es caro. "Las personas que se deciden por un establecimiento rural tienen un poder adquisitivo mayor y lo que buscan, fundamentalmente, es tranquilidad", comentó Fiona Hernández, propietaria de la ‘Finca Tisalaya', ubicada en La Vegueta.
"Es un turismo más alternativo, más de descanso", comentó la propietaria de la ‘Villa Lola y Juan'. Marisol Betancort también añadió que son los turistas peninsulares los que más visitan su establecimiento, sobre todo los catalanes. Sin embargo, la Finca Tisalaya es muy demandada por alemanes y personas del norte de Europa, "aunque también vienen muchos peninsulares", nos explicó Fiona Hernández.
Jesús Perdomo, propietario de ‘El Caserío de Güime', también coincide con Fiona, "ya que son los alemanes los que más demandan este tipo de turismo alternativo". Perdomo nos explicó que se trata de un turista que busca el descanso y alejarse de la gente, "van a su rollo".
Actividades de ocio
Casi todos los establecimientos rurales de la isla ofertan actividades de ocio complementarias a la estancia en los mismos. El senderismo y las excursiones son las que más presencia tienen, aunque se puede hacer casi de todo. Por ejemplo, practicar buceo, equitación o ala delta, que oferta la ‘Casa Rural La Molina', pesca deportiva o golf de ‘El Aljibe' o, incluso, participar en el proceso artesanal de elaboración del vino conejero, que se puede realizar en la ‘Casa El Quinto', situada en el municipio de Tinajo.
"Los turistas en mi casa rural pueden practicar senderismo, alquilar bicicletas de montaña o excursiones a La Graciosa o Fuerteventura", comentó Marisol Betancort, aunque la dueña de ‘Villa Lola y Juan' también añadió que estas actividades tienen muy poca demanda entre los turistas, "ya que lo que quieren es tranquilidad y se mueven a su aire. Sobre lo que más preguntan son restaurantes y sitios que visitar, pero ellos se programan sus propias visitas".
Más caro que el ‘todo incluido'
"Los precios de un establecimiento rural son muy superiores a los de un hotel", afirmó Marisol Betancort, aunque, según esta propietaria, se gana en comodidad y en calidad, ya que los turistas se sienten como en su propia casa.
Las tarifas de ‘Villa Lola y Juan' están alrededor de 90 euros por noche, para dos personas, en uno de los apartamentos que tiene la Casona. "La Casa Grande la alquilo por un precio mucho más elevado porque en ella tengo cosas muy importantes para mí, ya que pertenecieron a mi familia", nos explicó la propietaria.
‘El Caserío de Güime', por su parte, contempla una estancia mínima de tres noches, y sale aproximadamente por 100 euros por persona, dependiendo de la temporada y la ocupación.
Los precios del complejo ‘Casa El Morro', de Uga, que cuenta con cinco casas independientes, se sitúan entre los 90 y los 150 euros por día, dependiendo de la capacidad de los apartamentos.
Lola y Juan también despiden a todas las personas que han compartido, con Marisol, el ambiente casero y tradicional que ofrece su Villa y la tranquilidad que se respira en el pueblo de las 10.000 palmeras.