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Chozas en el paraíso

Chabolas, para la mayoría, por el impacto estético de las edificaciones, ya que, imperfectas, fueron levantadas piedra a piedra por la mano de quien buscó cobijo y sustento en la mar, aunque una de ...

Chozas en el paraíso

Chabolas, para la mayoría, por el impacto estético de las edificaciones, ya que, imperfectas, fueron levantadas piedra a piedra por la mano de quien buscó cobijo y sustento en la mar, aunque una de ellas ha mejorado su estructura considerablemente con el paso del tiempo.

El resto, de esta zona conocida como Las Escamas,se mantiene como se erigieron originariamente, con retales posteriores que se han ido añadiendo a modo de tablones de madera, chapas o telas que terminan de dar forma a lo que podría ser lo mismo un corral que un cuarto de aperos, salvo por la ropa tendida y las antenas de televisión, que les delatan.

La situación legal de estas viviendas es enrevesada. Si en su mayoría fueron construidas hace más de 30 años por familias que tenían como modo de vida la mar, el actual alcalde de Haría, José Torres Stinga, habla de "derechos adquiridos", excepto en cuanto a las ampliaciones y obras que se han realizado posteriormente de forma irregular. Actualmente sólo viven dos familias, y otras dos casas están ocupadas durante los fines de semana y temporadas de verano. Una quinta edificación, con lagar incluido en uno de sus laterales, simula un almacén o bodega con vistas a su rehabilitación, por los útiles de obra que tiene en otro de sus costados.

Lo único cierto de este modesto paraíso, es que se encuentra en el Monumento Natural de La Corona, es decir, un espacio protegido que además es de titularidad pública y competencia en principio de la Comunidad Autónoma. Por otra parte, la zona entra dentro del deslinde de la Dirección General de Costas.

Vecindario espontáneo

El padre de Ginés Betancort construyó una de las cinco edificaciones que quedan en pie en 1947, durante un "año ruin". Pidió permiso al Comandante de la Marina para crear un almacén y, con el consentimiento de la autoridad, allí se estableció con su familia para dedicarse a la pesca y dar sosiego a una época de hambruna. "Luego iban a vender el pescado a Ye, Máguez y Haría", recuerda Ginés de 72 años. Con el tiempo, heredó lo que para su familia es ahora una segunda residencia, que utilizan los fines de semana y las temporadas de verano. Como fueron utilizadas durante años por vecinos del municipio de Haría.

Juan Santana recuerda perfectamente cómo hace 30 años, cuando era alcalde de municipio norteño, "había gente que ocupaba las casas para pasar unos días junto a la playa". Desde un principio, a Santana le sorprendió la existencia de estas viviendas y tras indagar en su situación legal y constatar que algunas no estaban registradas y que otras habían sido vendidas por los antiguos propietarios, inició un expediente para recuperar la propiedad por parte del Ayuntamiento.

"No podíamos consentir que se hiciera negocio con algo que es de propiedad pública", argumenta. En su momento, como alcalde de Haría, dejó las edificaciones inscritas como bienes patrimonialesy acordó con los propietarios "que siguieran viviendo pero que reconocieran como titular al Ayuntamiento".

Como constan hoy en día, no lo tiene claro la actual Corporación, que ha confirmado que no se propone, en principio, desalojar a nadie, y pasa la pelota a Costas, salvo en los casos, donde las obras han excedido lo permitido ya que se trata de una zona donde no se puede construir. En este caso el Ayuntamiento podría intervenir.

Residencias básicas

La condición irregular de Las Escamas les mantiene ajenos a los servicios básicos, porque al ser una zona no urbanizable no llega el agua ni la luz. En casa de Ginés se apañan con los bidones que su hija baja en furgoneta desde Haría y se sirven de un motor generador de electricidad, para tener luz. Otros han apostado por las energías renovables y a través de modestos molinos y de placas solares consiguen la energía suficiente para vivir en las condiciones mínimas aceptables.

Las tuberías de agua que pasan por la carretera también proporcionan el servicio a algunas de las viviendas. El entorno es un paraíso volcánico, con vistas privilegiadas junto al mar, pero lo destartalado de la zona en la que quedan techados semiderruidos de piedra o chapa y en la que se acumulan barcas, maderas, cubos, y un sin fin de útiles de difícil identificación, convierten este hábitat en un vecindario atípico y descuidado.

"Comiencen por la de Dimas"

Los residentes se niegan a hablar de la situación. Saben que su condición no está clara y temen que Costas intervenga ya que están dentro de los 100 metros de deslinde que son de titularidad estatal. Sin embargo, el senador socialista Marcos Hernández asegura que en el Ministerio de Medio Ambienteno se han planteado la expropiaciónde estas casas, que por otra parte "tienen un carácter muy tradicional". Incluso, aunque están asentadas en suelo rústico y protegido como Monumento Natural, la Comunidad Autónoma, en un primer momento, y dado que la actividad que se realiza no perjudica al entorno, también parece mantenerse al margen.

Por si acaso, los residentes reivindican su derecho a seguir viviendo allí porque son casas que han heredado de sus familiares, aunque alguna de ellas, también, ha ampliado sus dominios originales y su estructura se acerca más a la de un chalé que a la de una chabola. "¡Vale, que las tiren!, pero que lo hagan desde el Volcán de la Corona hasta la costa, empezando por la de Dimas Martín", asevera otro de los residentes.