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IMÁGENES: Sergio Betancort
Ni los más de 50 miembros de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), ni vecinos, ni turistas han conseguido finalmente paralizar el desahucio de Caty Villalonga, que sobre las 12.00 horas de este viernes ha abandonado su casa para cumplir esta orden judicial. Se queda en la calle "sin futuro" y con un hijo de 17 años. Tan sólo ha podido sacar alguna muda en una bolsa. El resto de enseres personales siguen en una casa a la que ya no podrá entrar.
El desahucio, que se ha llevado a cabo en la calle Calvo Sotelo, de Arrecife, estaba previsto para las 9.40 horas. Sin embargo, la comisión judicial y más de una decena de agentes de la Policía Nacional no han acudido a esta vivienda hasta pasadas las 11.00 horas, cuando incluso algunos ya tenían la esperanza de que no se iba a producir el desahucio. En cuanto han hecho acto de presencia, una miembro de la PAH, Cristina Cividanes, ha intentado convencerles de que dieran marcha atrás y no ejecutaran este desahucio.
Esta petición no ha sido escuchada y los agentes de la Policía Nacional han pedido a los miembros de la plataforma, que colapsaban el portal de la vivienda de Caty, que se apartaran. Los manifestantes han decidido seguir realizando su protesta, intentando evitar la entrada de los agentes y de la comisión judicial. La Policía Local también ha acudido y ha cortado la calle al tráfico.
Así, se han vivido momentos de mucha tensión mientras los agentes sacaban a los manifestantes, uno por uno, en volandas. Los miembros de la plataforma y algunos vecinos han seguido intentando colapsar la entrada, pero finalmente los agentes han conseguido acceder a la puerta, la han forzado y han entrado dentro con la comisión judicial.
Incluso, los manifestantes han intentado apelar a la solidaridad de la Policía Nacional y les han pedido que se hicieran "objetores de conciencia" y se negaran a desahuciar "a la gente de sus casas". Los agentes han pedido el DNI a la mayoría de los protestantes.
Caty, la afectada por el desahucio, ha vivido todos estos momentos de tensión desde la ventana. Desde allí, gritaba "Por Dios, cómo puede estar pasando esto", mientras los miembros de la PAH insistían en que la situación era "una vergüenza". La comisión judicial y varios agentes han entrado en casa de Caty y le han pedido que la abandonara en media hora.
Minutos después, Caty ha decidido dejar su casa, para siempre. Cuando ha bajado a la calle, ha sido recibida por los miembros de la plataforma, que no han parado de gritar "valiente y campeona". Muchos de ellos, no han podido contener las lágrimas por la impotencia y la tristeza de esta situación.
"No tengo ninguna esperanza"
Ante los medios de comunicación, Caty se ha mostrado absolutamente desolada. "No tengo ninguna esperanza. Me voy a la calle hoy si nadie me ofrece una habitación. No se puede dejar a una persona y a su hijo en la calle", ha señalado, al tiempo que ha criticado a los agentes de la Policía Nacional por tratar a los manifestantes "como basura". No obstante, Caty sí que ha dejado claro que a ella los agentes le han tratado de forma correcta, puesto que no ha puesto "nada de fuerza para salir de la casa". "Ya nunca podré entrar en mi casa, donde están mis cosas", ha lamentado esta mujer.
Caty Villalonga se ha quedado en la calle, después de llevar tres años sin poder afrontar la hipoteca, que tenía con el Banco Santander. Esta mujer llegó a pagar de 1998 a 2010 unos 120.000 euros de hipoteca, que tuvo que ampliar en dos ocasiones. "Pagaba todos los meses religiosamente", ha insistido. Sin embargo, dejó de pagar puesto por problemas económicos, porque su negocio, un bar cercano al cementerio de Arrecife, empezó a tener muchas pérdidas, sobre todo, desde que se "comenzó a construir la Circunvalación de Arrecife".
Durante las últimas semanas, ha tratado de paralizar su desahucio negociando con el banco, al que le ha pedido un alquiler social, y presentando recursos ante los Juzgados. Nada de esto ha dado sus frutos y este viernes Caty Villalonga se ha quedado en la calle y sin un lugar donde vivir. Su hijo de 17 años no ha tenido que vivir este dramático momento, puesto que Caty ha preferido que no estuviera en casa durante el desahucio.
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